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El estrés, enemigo de las dietas sanas

En este artículo: Alimentación, Ciencia, Medicina, Salud
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EstrésSegún un estudio elaborado por investigadores del Centro de Investigación del Cáncer (CIC) de Salamanca, España, el estrés engorda o adelgaza dependiendo de la dieta que siga quien lo padece, pero no del modo en el que podría imaginarse.

La investigación, publicada en la revista 'Cell Metabolism' revela que mientras el estrés tiene un efecto protector en personas con dieta grasa, agudiza los problemas metabólicos y la diabetes en quienes se alimentan bien.

"En individuos con dieta sana, el estrés y la hiperestimulación nerviosa favorecen el desarrollo de hígado graso, la diabetes tipo 2 y otros problemas relacionados como la hiperglucemia, hiperinsulinemia y la hiperlipidemia. En cambio, en individuos con dieta grasa, su papel es protector, evitando que surjan estas enfermedades e, incluso, la obesidad", afirma el estudio del CIC.

Desde el punto de vista de las enfermedades metabólicas, los resultados del estudio tienen una lectura directa en los tratamientos: combatir el estrés en unos puede ser bueno; en otros, en cambio, puede tener un efecto pernicioso.

El hallazgo ha sido fruto de una mezcla de observación y casualidad, ya que el CIC, que se dedica a investigar el cáncer, observó que ratones con una mutación en el oncogén Vav3, tenían el proceso del estrés continuamente alterado.

Esta observación ha permitido estudiar los efectos de los cambios en las circunstancias exteriores en los trastornos del metabolismo de los ratones, algo que hasta ahora solo puede hacerse en roedores, por la dificultad que conlleva observar los efectos directos del estrés en personas.

Aunque, según los expertos, es necesario recordar que lo que funciona en ratones no siempre lo hace en la misma medida en personas (de hecho, estudios recientes revelan que solo ocurre en un 5% de las ocasiones), el hallazgo es un punto de partida fundamental para nuevos y más precisos estudios sobre el tema.

(Con información de Russia Today)

Se han publicado 6 comentarios



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  • DBC dijo:

    Y el estres de no poder comer lo que de verdad necesitamos, de la comida cara, con que lo combatimos?????

  • Pepe Grillo dijo:

    El hambre es mala, sino pregúntenle a los millones de africanos que la padecen.

  • gordi dijo:

    Por eso somos un mundo lleno de obesos, proque vivimos en un constante estres.

  • José Luis Aparicio Suárez dijo:

    Por la relación con el tema comparto una editorial reciente, para estimular la reflexión sobre el necesario cuidado de la salud. Gracias por su atención.

    Medicent Electrón. 2013 abr.-jun.;17(2)

    La hipertensión como epidemia silenciosa.

    En el estudio del problema que representa la hipertensión arterial (HTA), como si ascendiéramos
    una montaña de conocimientos, todo parece sintetizarse en lo esencial.
    No es aconsejable, sin embargo, considerar agotado el tema, sino profundizar en su enigmática
    madeja de interrelaciones, documentar y publicar las mejores experiencias, con la premisa de que
    es posible un salto cualitativo con las producciones intelectuales.
    Debemos converger en la necesidad de escudriñar en los elementos sustantivos de la HTA, en el
    perfeccionamiento de su programa de control, en la vinculación con las nuevas tecnologías, y en la
    necesidad de asumir nuevos desafíos, a todas luces ineludibles. Interpretando las estadísticas
    sanitarias, es justo reconocer que el programa es perfectible, y que es preciso ahondar en
    entidades y problemas que claman por una mayor atención de la comunidad médica y una
    orientación social más amplia.
    Considero oportuno formular algunas interrogantes, para mover el pensamiento, y aproximarnos
    (con la acción) a la razón:
    • ¿Por qué lo que todos sabemos (medir la tensión arterial) casi nunca se hace correctamente?
    • ¿Es considerada la HTA como la más común de las condiciones que afectan a la salud?
    • ¿Se valora como una enfermedad y factor de riesgo a la vez?
    • ¿Se asume el problema con visión holística?
    • ¿Se prioriza la prevención como medida sanitaria imprescindible?
    • ¿Se percibe como elevado el riesgo de su padecimiento?
    • ¿Se defiende el paradigma de sanos estilos de vida? ¿Luchamos contra los patrones
    conductuales de riesgo?
    • ¿Constituimos referentes positivos los profesionales de la salud?
    Me permito añadir otras preguntas que deberíamos formularnos cada día para ser consecuentes:
    • ¿Peso lo que debo pesar?
    • ¿Me ejercito lo necesario?
    • ¿Bebo con prudencia? ¿Comprendo que son irreales los mitos atribuidos al alcohol?
    • ¿Soy racional con el consumo de sal?
    • ¿Logro el equilibrio nutricional?
    • ¿Estoy libre de humo?
    • ¿Controlo bien el estrés? ¿Afronto correctamente las situaciones estresantes que se erigen en
    relevantes?
    • ¿Se expresarán en mí la ira, la hostilidad y el neuroticismo
    Medicent Electrón. 2013 abr.-jun.;17(2)
    E‐ISSN: 1029 3043 | RNPS 1820
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    • ¿Asumo con responsabilidad los pronósticos biometeorológicos?
    • ¿Considero que son modificables la mayoría de los factores?
    • ¿Trabajo científicamente los predictores de riesgo cardiovascular?
    Los invito a responder con la convicción de que: La prevalencia se reduce con mayor conciencia, y
    el impacto se logra en las comunidades con la prevención y el control. Debemos soñar con la
    normalidad, y con el regreso a ella de los llamados prehipertensos. Tales sueños son realizables
    con una conducta atinada ante la profesión y ante la vida. Pero no podemos conformarnos ante el
    diagnóstico de certeza de HTA. Vale siempre, ante ella, una completa evaluación y una terapia
    individualizada y efectiva. Podemos y debemos impedir las crisis de todo tipo, incluidas, por
    supuesto, las hipertensivas, porque siempre desajustan y a veces de forma irreversible. Pueden
    matar las emergencias, pero deben convocar las inteligencias. Suelen asustar las urgencias; pero
    aún no impactan las sugerencias.
    Es preciso continuar investigando sobre el estado salud-enfermedad, con un enfoque multi- e
    interdisciplinario, y no limitar esta indagación a los niveles molécula-tejido-órgano-individuo. La
    investigación ha de extenderse a la comunidad, que debe ser considerada como algo más que la
    simple suma de individuos. No se debe soslayar esta perspectiva poblacional y comunitaria.
    Cada día resulta más necesario comprender los mecanismos básicos de la enfermedad y de la
    predisposición a ella. Por tanto, aspiramos a que se avance en la disipación de las diferencias que
    aún existen entre las investigaciones básicas y clínicas, con la convicción de que siempre nos
    animarán los sueños moleculares y nos comprometerán las realidades clínicas. Es absolutamente
    necesaria la aproximación a los problemas de los seres humanos, que han de sentirse
    protagonistas de su salud y componentes esenciales de un coherente sistema de relaciones
    familiares y sociales.
    Vale aproximarnos mejor a quienes tienen más vulnerabilidad de padecer esta epidemia silenciosa,
    con la intención de continuar avanzando hacia la excelencia en los servicios de salud. La cultura
    poblacional es aún insuficiente con respecto a los factores de riesgo. Solo una participación
    comunitaria, activa y consciente, puede aminorar las nefastas consecuencias de la hipertensión.
    Se precisa, no obstante el actual desarrollo, de nuevos y mayores impactos en la comunidad y la
    atención médica. Además, no ejemplifica la conducta de todos los profesionales de la salud,
    particularmente de aquellos que actúan con la premisa de que sus pacientes “hagan lo que ellos
    dicen y no lo que ellos hacen”.
    No debemos soslayar que más vale prevenir que tratar y hemos de conjugar las investigaciones
    básicas y clínicas, enfocándolas siempre desde el punto de vista multidisciplinario e integrador. No
    podemos eclipsar el desempeño con la falta de algunas tecnologías. Las acciones básicas y
    esenciales pueden aportar mucho más en el control y la prevención. La prolongación de la vida del
    hombre (hasta 120 años, según las potencialidades referidas por muchos investigadores) pasa hoy
    por el control de la HTA y la prevención de enfermedades de ella derivadas. Nuevas tecnologías y
    terapias biogenéticas aguardan por su descubrimiento. Nos desafía reducir la presión que tanto
    agobia y evitar que especie alguna nos oxide. En los próximos años, continuaremos viviendo en un
    mundo hipertenso, en el que hay HTA e hipertensión socioeconómica, bélica y globalizadora.
    Entonces: ¡Salvemos al hombre y su mundo!
    MSc. Dr. José Luis Aparicio Suárez
    Máster en Educación Superior en Ciencias de la Salud
    Especialista de II Grado en Hematología
    Director de la Revista Medicentro Electrónica
    japaricio@cardiovc.sld.

  • Tiofi dijo:

    Llenarse ,de harina ,de picadillo soya y chatarra + estrés es fulminante,porque el hambre..........si es un estrésss

  • Estuardo Perez dijo:

    excelente articulo me gusto mucho gracias por compartir seguid a si.

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