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Hechicero de balones

Los glúteos y la espalda baja son las partes del cuerpo que más sufren en la posición de sentado. FOTO: Ricardo López Hevia

Los glúteos y la espalda baja son las partes del cuerpo que más sufren en la posición de sentado. FOTO: Ricardo López Hevia

Es un hecho, Erick Hernández ha ganado el mérito de ser uno de los pocos mortales de los que aún no se conocen límites, sobre todo cuando se trata de dominar una esférica sin distinción de circunstancias.

Hechicero de balones, el estelar dominador capitalino quebró el sábado último otro record mundial, esta vez al domesticar la pelota solo con los pies en la posición de sentado, modalidad que exige altas dotes de concentración y un enorme esfuerzo físico.

Cualquiera pensaría que los días previos al récord Erick hasta durmió con la pelota al lado de la cama, sin embargo, esa suposición dista bastante de la realidad, justo como descubre su esposa Ena Gallardo.

"Erick es una persona muy responsable con su trabajo y no le gusta dejar ningún detalle suelto. Intenta siempre tener bajo control cada situación, tal vez por eso ha tenido tanto éxito en el dominio del balón", aseguró Ena en exclusiva para Cubadebate.

"En los días previos al intento del record se encargó de todas las cuestiones organizativas con los patrocinadores y la sede, gestiones que son de mucha tensión porque surgen inconvenientes de todo tipo. Por ejemplo, el jueves fueron tantas las vueltas que solo le quedó tiempo para entrenar 45 minutos en la casa", añadió.

Luego de semejante incertidumbre, 24 horas antes del intento, Erick salió de su casa rumbo a una completa jornada docente, pues los viernes cursa el quinto año de la Licenciatura en Cultura Física.

"Desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde en la escuela, de regreso solo atinó a descansar y despejar acostado en el sofá. Comió pastas como se recomienda antes de esos esfuerzos y se fue a la cama", relató Ena.

El día de la ceremonia

Justo a las tres de la madrugada abrió los ojos. Desvelado, no logró recostar de nuevo la cabeza en la almohada. Conciliar el sueño era imposible, la mente permanecía enfocada, tal vez, en el inminente reto.

Justo a las siete, tras cuatro horas de insomnio y con la claridad taladrando las ventanas, puso los pies en el suelo, estiró las piernas, caminó inquieto y, luego de beber un vaso de jugo, partió a enfrentar un desafío acostumbrado, tan solo uno más.

Justo a las nueve, luego de descubrir sus primeras dotes de mago ante los flashes, comenzó la demostración, la lucha a muerte por demostrar al mundo que sus poderes están más allá de lo imaginado.

El resto del ritual ya es conocido. En el capitalino Hotel Copacabana, uno de sus santuarios preferidos, desde la posición de sentado, casi sin mover el cuerpo, domesticó por enésima ocasión la pelota, esta vez solo con los pies.

Hipnotizado, el balón pasaba de una pierna a la otra y nunca dio la sensación de querer salir huyendo, se sentía cómodo con los sutiles contactos (roces apenas) de su hechicero, quien mantuvo la concentración para no perder el control en una posición sumamente incómoda.

Toques exactos y seguros eliminaron cualquier vestigio de desconfianza generado, tal vez, por un esguince en el tobillo de su pierna izquierda, en la que, pese a la dolencia, recayó buena parte del esfuerzo. Baste decir que durante casi todo el trayecto el ritmo resultó parejo, rondando los 130 golpeos por minuto con sus extremidades inferiores.

Solo al final, extenuado, con enormes dolores en la espalda baja, los cuadriceps y los glúteos, las zonas del cuerpo que más sufren en este tipo de prueba, su pierna diestra tomó protagonismo y superó en casi 50 golpeos por secuencia a la zurda, visiblemente hinchada.

Justo ocho minutos y dos segundos pasado el mediodía se sintió la señal. Poco más de tres horas después de comenzado el rito, Erick Hernández se proclamaba, por enésima ocasión, recordista del orbe. Por dos minutos había superado la anterior plusmarca, también en su poder desde el 2010, cuando en el capitalino Hotel Parque Central marcó tiempo de 3:06.03 horas con la esférica dominada por sus artimañas.

Resultó su segunda conquista del año, ambas en modalidades de fondo, pues en mayo había impuesto cota universal domesticando el balón solo con los pies por espacio de 12 horas y cinco minutos, poco más de medio día.

Así despide el 2012, con la apacible sensación de que, aún con 14 años de puro virtuosismo, no se cansa de poner el mundo a sus pies.

Erick Hernández no flaqueó en ningún momento y marcó otra impresionante pauta en su carrera al dominar el balón durante tres horas, ocho minutos y dos segundos en la posición de sentado. FOTO: Ricardo López Hevia.

Erick Hernández no flaqueó en ningún momento y marcó otra impresionante pauta en su carrera al dominar el balón durante tres horas, ocho minutos y dos segundos en la posición de sentado. FOTO: Ricardo López Hevia.

Minutos antes de su recital con el balón, Erick entraba en calor. FOTO: Ricardo López Hevia.

Minutos antes de su recital con el balón, Erick entraba en calor. FOTO: Ricardo López Hevia.

Erick centró el peso de su trabajo en la pierna derecha, pues sufre un esguince en el tobillo de la otra pierna. FOTO: Ricardo López Hevia

Erick centró el peso de su trabajo en la pierna derecha, pues sufre un esguince en el tobillo de la otra pierna. FOTO: Ricardo López Hevia