Cubadebate

Bonachea, o como le decimos nostros "El Bona", deja un espacio vacío, no solo en la plástica y la cultura cubanas, sino también en nuestros corazones. Su talento, sus virtudes humanas, su alma noble y generosa, calaron hondo en todos los que le conocimos y tuvimos la suerte de ser sus amigos. Jamás lo olvidaremos. Bonachea seguirá eternamente entre nostros y será siempre fuente de inspiración y luz en el camino.

Inmensos son el dolor y la tristeza que nos embargan. No podemos creer aun porqué te has ido.

Hasta siempre, querido hermano. Dios te guarde en la gloria.

MUY BUENA PERSONA QUE EN PAZ DESCANSE MI MAS SINCERO PESAME QUE DIOS LO TENGA EN LA GLORIA PUE PARTICIPO EN ESTE ULTIMO FESTIVAL DEL CINE POBRE DE GIBARA Y MUY GRATA SU AMISTAD
SALUDOS

El colectivo plástico de Batabanó recordará por siempre a este gran artista, Nuestras condolencias a familiares y amigos...

Duele. Es triste cuando un amigo se va y sólo queda en nuestros corazones y mentes.
Mis recuerdos se remontan a la ya lejana fecha de 1979-80, cuando recién graduada de Historia del Arte en la Universidad de la Habana, comenzaba una larga carrera de cineasta, aprendiendo y trabajando en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos. Por suerte para mí comencé directamente en la producción cinematográfica, y me encontraba haciendo las labores de casting en el largometraje Cecilia, de Humberto Solás. Por ese motivo tenía que ir casi cotidianamente a los Estudios Fílmicos de Cubanacán, donde los actores, extras y figurantes realizaban pruebas de vestuario y maquillaje. Muy cerca de allí estaba el taller de Escenografía, donde mi interés se centraba en ver los arreglos que se hacían para unos frescos que Servando Cabrera Moreno había hecho para la casa de Leonardo y para la famosa Garçonnier. Allí conocí a Bonachea. Rápidamente nos hicimos amigos y hablamos mucho sobre Servando y sobre la película. Más tarde, haciendo lo mismo para el largometraje Patakin de Manuel Octavio Gómez volví a encontrarme con Bonachea.
Con el tiempo él dejó su trabajo en el ICAIC y se dedicó a ilustrar libros y pintar y yo también seguí otro curso que me alejó temporalmente de la Isla; hasta que ya de regreso en los 90 volvimos a encontrarnos ya él reconocido como pintor con varias exposiciones. Su estilo pictórico siempre me atrajo, por su manera personal de recrear un mundo fantástico. Su calidad humana, su calidez en sus relaciones afectivas, su siempre acostumbrado buen humor hicieron de él uno de mis amigos más entrañables, aún cuando no era usual que nos frecuentáramos.
Eso hizo que, en el año 2010, ante una inesperada circunstancia que redujo mis posibilidades de recursos a filmar dentro de la ciudad de La Habana me dijera que era el momento indicado para hacerle el documental, tantas veces hablado, pero nunca concretado. Y así se hizo. Fue la ocasión propicia para darme cabal cuenta de su exacta dimensión como ser humano, como padre amantísimo y devoto, y de conocerlo en todas las facetas de su obra.
No puede dejar de dolerme su ausencia. Quizás estas palabras me sirvan para volcar en estas líneas lo que siento y decirle, Bona, aquí siempre estoy para ti.

Lourdes de los Santos.

Hasta la vista gran Amigo....Siento tu perdida y me duele mucho no estar al lado de tú mujer Milagros y tu niño Gaby.....A donde esté te mando mi abrazo con el mismo cariño que siempre tú desprendía y con la alegría que nos dabas a todos los que hemos estado a tu lado.....