Por Osmany Torres
El fútbol cubano no pasa por su mejor momento debido a los pobre resultados internacionales y al limitado nivel cualitativo y cuantitativo de los torneos domésticos.
Muchos se cuestionan la situación actual en un ámbito favorable para desarrollar el más universal en la mayor isla del Caribe. Si bien hoy se juega en calles, plazas y terrenos que en los años noventa, y los medios de comunicación, en todos sus soportes, promocionan las principales ligas del mundo generando un gusto por el buen fútbol en la juventud, todavía nos falta crear una infraestructura capaz de recoger toda esa materia prima y transformarla en mercancía útil para la sociedad futbolística cubana.
Esos niños que hoy sueñan ser como Messi o CR7, mañana podrían defender los colores nacionales o provinciales y quien sabe si llevar el fútbol cubano a otro nivel. Mas esas son suposiciones utópicas, que para concretarse dependen de cuanto esfuerzo realicen las autoridades deportivas del país en revertir la situación actual, agudizada por los discretos resultados en las recientes confrontaciones internacionales.
En la última actualización del ranking de la FIFA Cuba descansaba en el lugar 116, tres más que en enero de 2012 cuando estaba en la posición 113. Los tres partidos internacionales realizados recientemente frente a Jamaica y Bolivia no reportaron puntos para el listado, pues las derrotas no aportan unidades para el ranking. Llama la atención que países de la región con menor valía futbolística, como San Cristóbal y Nieves o Antigua y Barbuda, alcancen una posición inferior. Además pasamos de estar entre los primeros en CONCACAF a ser el decimosexto plantel de la región. Lejos en el recuerdo luce aquella clasificación histórica cuando arribamos al lugar 46, en noviembre de 2006. Habrá que analizar las estrategias trazadas por la AFC para fomentar el crecimiento de la Isla en esta materia.
Comentario aparte para los jugadores, quienes deben sobreponerse a situaciones adversas para tratar de dar lo mejor de sí en busca de un resultado meritorio. Me quito el sombrero ante esos hombres que pasan más tiempo en un campo de entrenamiento o en concentraciones para competencias que en casa con la familia. Para aquellos que, a pesar de no contar con las condiciones mínimas de aseguramiento como alimentación, hospedaje y seguridad, salen a la cancha a brindar un buen espectáculo.
Es cierto que en ocasiones no logran su cometido, pero ¿sabe usted si ese jugador logró dormir bien, se alimentó correctamente, tiene los aditamentos indicados para desarrollar su función o si el medio donde se desenvuelve es el mejor posible? Solo aquellos que han pisado un terreno de fútbol en Cuba o al menos han llegado a uno de sus estadios, saben lo difícil que resulta jugar satisfactoriamente en las canchas del país. Si a ello sumamos lo anteriormente expuesto, pues menuda tarea realizan los futbolistas cubanos.
Por eso pensemos en nosotros mismos y lo que seriamos capaces de hacer si hipotéticamente estuviéramos en su lugar. Es muy fácil emitir criterios infundados cuando no se tiene conocimiento de causa. El país atraviesa una difícil situación económica y a veces, a nosotros, simples ciudadanos, se nos presentan dificultades para llevar algo de comer a la mesa o vestirnos normalmente, que quedaría para una organización que debe velar por el bienestar de tantos deportistas. Resulta un facilismo criticar y enjuiciar cuando no se es doliente. Pero a veces esos atletas no reciben todo lo que merecen y necesitan, mas continúan firmes en su propósito de hacer de Cuba una tierra de fútbol.