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Abel Prieto: "no podemos distorsionar la política cultural"

Abel Prieto, Ministro de Cultura

Abel Prieto, Ministro de Cultura

Por Mayra García Cardentey

¿Puede ser rentable una función de una orquesta sinfónica? ¿O generar ingresos un libro de poemas de un autor joven, talentoso, pero desconocido? Las preguntas, puestas sobre el tapete, colocan en el centro del debate los cambios estructurales presentes en este momento en el Ministerio de Cultura.

Dentro del modelo de actualización económica, las instituciones culturales reordenan procesos y en aras de elaborar engranajes más orgánicos, muchas de estas entidades asumen hoy dinámicas empresariales.

"Los principales cambios, en términos de estructura, tienen que ver con desinflar la burocracia", explicó Abel Prieto, titular de la rama, en la jornada inaugural de la XXI Feria Internacional del Libro en su sede pinareña. "No tocaremos ni a un solo creador, intelectual, o técnico en función del hecho artístico, pero sí hay que reubicar a una gran masa de personas en el sector administrativo que no son esenciales y, en ocasiones, entorpecen".

"Se hace tremendo esfuerzo en reparar instituciones y no hay vida cultural. Se abren de ocho a cinco, pero apenas ofrecen servicios, están llenas de compañeras y compañeros que juegan con las computadoras al Solitario y se trasladan papeles de un lado a otro. Todas esas instalaciones debían estar al servicio de los artistas, los verdaderos promotores culturales y de la población", agregó.

"Hemos despilfarrado dinero, empleado mal el presupuesto. Esa es la verdad, es durísima, pero es la verdad. Y no es culpa de los trabajadores que pierdan el tiempo, es culpa nuestra, no hemos sido sensibles al problema, generamos plantillas estrafalarias. Es una situación insostenible".

CON LA LITERATURA DEBEMOS TENER CUIDADO.
Varios centros provinciales de la música en todo el país articulan ya una organización empresarial; en el caso de la literatura, el proceso es más complejo. ¿Qué escribir? ¿Qué publicar?, constituyen las inquietudes, en aras de no caer en las tentaciones de los best seller y en cuestionables propuestas editoriales con tal de "cumplir con el plan de ingresos".

El Instituto Cubano del Libro mantendrá su carácter de institución y sus funciones con la política cultural. "Algunas editoriales pasarán a un estatus legal de unidades empresariales, lo cual no quiere decir que el primer objetivo será lucrar, como las empresas capitalistas dedicadas a la publicación de textos", aclara ZuleiKa Romay, presidenta del centro.

Para Prieto el paso a empresa está más claro en el caso de la música, pero en el de la literatura, "hay que trabajar con mucho cuidado. El libro tiene una comercialización lenta, no se vende como otros servicios que pueden tener más audiencia. Hay títulos con rápida acogida, como los infantiles; a veces son baratos, de factura relativamente asequible. La venta de estos textos de alta demanda puede llegar a cubrir los costos de otros más exigentes, con una salida más tardía".

A criterio de Román, que una editorial cubana se convierta en empresa, significa "crear una institución capaz de tener un catálogo editorial que satisfaga los intereses de la población, que cumpla con la política cultural y además lo haga con rentabilidad en moneda nacional".
"Aclaro que es en peso nacional, los insumos se importan y se pagan por moneda libremente convertible. Por lo tanto, una editorial cubana no tiene posibilidades de asumir estos gastos y ni pensar que el precio del libro tenga la proporción del costo de las materias primas", esclarece.

"Va a ser difícil y complejo, hay que manejarlo con inteligencia", opinó Juan Ramón de la Portilla, presidente de la Unión de Escritores y Artistas (UNEAC) de Pinar del Río y director de Ediciones Loynaz.
"El sistema de ediciones territoriales se ha ido preparando, ya las tiradas son menores. No se decide solamente la cantidad de libros, sino que se hace un estudio de mercado. El gran reto es publicar títulos que, sin perder calidad, aporten. Pero para eso, el conjunto de editores y promotores debe responder a estas dinámicas".
Según de la Portilla, director de Ediciones Loynaz hay que lograr un mejor funcionamiento del conjunto de editores y promotores en aras de afrontar los nuevos retos.

NO PODEMOS DISTORSIONAR LA POLÍTICA CULTURAL
"Todos estos pasos los damos con cautela. Probaremos con algunos experimentos, y lo haremos con un gran sentido de responsabilidad no podemos desnaturalizar, distorsionar la política cultural. Nunca consideraremos al libro como una mercancía", aclaró el titular de Cultura.

"No podemos dudar en subvencionar todo lo que pueda correr riesgo por falta de demanda. La cultura es estratégica.", señaló.

Por su parte, Román confía en que el proceso ayudará a ser más racionales, indagar con profundidad sobre las demandas del público, evaluar mejor cómo se realizan comercialmente los libros, "pero de ninguna manera se pondrá al ingreso por encima de las conquistas de la lectura en nuestro país".

"Hay que estar muy vigilantes en términos cualitativos, apuntó Prieto, no podemos equivocarnos. Los errores en la cultura no se ven a corto plazo, pero se pagan siempre. Luego es difícil volver al punto de inicio", apuntó.

Ya lo resumió Ambrosio Fornet, Premio Nacional de Literatura 2009, en entrevista exclusiva: "lo único que no nos podemos permitir es que se den respuestas fáciles a preguntas difíciles, como por ejemplo ¿para qué sirve la llamada "alta cultura", es decir, qué utilidad tiene un libro de poemas, un concierto de la Sinfónica, una función de ballet o un ensayo sobre el teatro de Luaces? La única riqueza renovable y por tanto inagotable que tenemos no puede ser sometida a las leyes de la oferta y la demanda. Hay que darle al mercado lo que es del mercado... y ni un milímetro más".

(Tomado de El Guerrillero)