- Cubadebate - http://www.cubadebate.cu -

Santero Remberto: "El camino ya estaba abonado"

santuario_cuba_religionEntrevista con el santero Remberto, en colaboración con Rubén Zardoya

Rosa María de Lahaye Guerra y Rubén Zardoya Loureda: ¿Qué lo decidió a iniciarse?

Remberto: Lo que me decidió fue lo mal que estuve de salud, de lo cual salí precisamente con las cosas que me hizo mi madrina, una serie de rituales muy sencillos, sin gran envergadura. Pues resolví mi situación, a tal extremo que causó admiración en los médicos que estaban conmigo. Decían: "¿Cómo es posible que tú hayas podido resolver esto, hayas podido salir de esto?" Es decir, mi madrina tuvo un papel importante en mi decisión, aunque, cuando la conocí, el camino ya estaba abonado. Ella nunca me impuso nada; pero se prestaba para que, si yo tenía una pena, una angustia, una determinada situación en mi vida, se la comunicara. Me decía: "Bueno, mira, yo voy a hacer esto, voy a ver si los santos ayudan a resolver lo que tú quieres." Y esto me fue familiarizando y atrayendo; aunque no dejaba de causarme preocupación, pues la verdad es que esas cosas no encajaban en el mundo mío. Tampoco era lo usual entre mis amigos, entre mis compañeros de carrera, entre los propios médicos. No obstante, yo siempre fui muy independiente en mis criterios.

RMLG y RZL: ¿Qué edad tenía Usted?

Remberto: Imagínate, eso fue en el año 70; 69 para 70. Yo iba a cumplir 33 años, como Jesús, me había enfermado de gravedad y había experimentado un fuerte temor. Como médico, conocía lo que era eso, hasta qué punto el organismo podía resistirlo o no. La enfermedad reforzó en mí la convicción de que yo debía iniciarme en el santo y saldar así una vieja deuda, completar algo que había permanecido incompleto por demasiado tiempo. Por otra parte, tuve un sueño que consideré premonitorio, profético, o como quieras llamarle; un  sueño durante la convalecencia del proceso de operación. Enseguida resolví todo y eché a andar la maquinaria. Por cierto que eso obligó a ponerse en acción a mi madrina, que era una mujer vieja, no acostumbrada a eso: el único santo que hizo en su vida fue el mío y no estaba práctica en esas cosas. Ella adoraba al santo, nada más, como lo adoraba yo; pero no se adentró en lo que llaman gajes del oficio, pues dedicaba mucho tiempo a la actividad social, a trabajar en cuanta tarea o misión se presentaba, y aquello lo tenía como cosa muy aparte.

RMLG y RZL: ¿De qué lo operaron?

R: Hice una colecistitis con una colelitiasis; después hice una evisceración. No hice una peritonitis, pero estuve a punto de hacerla. Fui tres veces al salón en veinticuatro horas. Aquello fue el desastre. Y resolví mi situación.

RMLG y RZL: Pero, ¿los santos no le dijeron en una consulta que debía iniciarse?

R: Recuerden que yo tenía letra de santo desde hacía mucho tiempo. Tener letra de santo significa que el santo me ha dicho que debo iniciarme en la religión.

RMLG y RZL: ¿Cuánto le costó aquello?

R: No te sé decir, porque en esa época las condiciones eran otras. Los animales, por ejemplo, no costaban lo que cuestan ahora.

RMLG y RZL: En los términos de aquella época, ¿cuánto fue más o menos?

R: Yo no tuve problemas porque ya yo tenía sopera y, en general, desde muchos años atrás yo lo tenía todo. Como médico, yo siempre estaba vestido de blanco: zapatos blancos, medias blancas, pantalón blanco, bata blanca. Aparte, yo tenía solvencia económica, no tenía problemas materiales de ninguna clase. No podría precisar las cifras exactas, quizá unos 2 mil pesos.

RMLG y RZL: ¿Lo ayudaron?

R: No, me ayudé yo mismo.