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Apuntes sobre el simbolismo numérico en la santería (Primera Parte)

orishas1(En colaboración con Rubén Zardoya)

La idea de un oricha puede encarnar en cualquier objeto apto para insertarse de forma orgánica en su complejo simbólico. Entretanto, el oricha permanece siempre como algo diferente de sus encarnaciones corporales. Esta determinación, a propósito, no es privativa de lo que se conoce como a, sino resulta inherente a toda forma de existencia de lo ideal, a toda forma universal de la cultura humana, en los marcos de una comunidad sociohistórica dada. Lo ideal -escribe Evald Iliénkov-

no tiene un cuerpo material propio, y por ello, puede fácilmente cambiar una forma material de su encarnación por otra, manteniéndose en todas sus "encarnaciones" y "metamorfosis" e, incluso, aumentando su "cuerpo incorpóreo", rigiendo los destinos y los movimientos de todos los cuerpos singulares en los cuales se ha alojado, en los que se "materializa" temporalmente, incluyendo el cuerpo del hombre.

Pero las figuras ideales ni siquiera requieren de la totalidad de un cuerpo para adquirir una forma material sensorialmente perceptible, y suelen contentarse con determinados momentos abstractos suyos. El simbolismo que resalta en los cuartos de santo y, en general, en la práctica de la santería, no sólo se expresa en objetos corporales, extensos, sino también en lo que alguna vez los filósofos dieron en llamar cualidades sensibles (en particular, en el color) y cualidades mensurables (en particular, en el número).

No cabe duda de que en el suculento "ajiaco" de la cultura popular cubana, como apunta Lydia Cabrera, "los elementos, los lugares, las cosas, los animales, que también suelen simbolizar a los orichas [...], dignidades, oficios, profesiones, estados de ánimo, situaciones, todo puede traducirse a números". Pero no siempre esta traducción -ni siquiera en la mayoría de los casos- está asociada al culto de los orichas u otras deidades hijas de la transculturación de la africanía en Cuba; al menos, no lo está de manera directa, se contextualiza en un tejido de tradiciones de las más disímiles procedencias y, es de presumir, de representaciones cristalizadas en el proceso de configuración de la cultura popular cubana. El sincretismo inherente a toda forma de religión -y a todos los momentos del culto religioso-, en especial, a las religiones cubanas de matriz africana, se expresa con brío singular en el caso del simbolismo numérico.

En lo que concierne propiamente a la santería, las prescripciones para la realización de ritos mágicos son estrictas en relación con el número de materiales, enseres, ingredientes, porciones o unidades de una u otra substancia que han de utilizarse. Dice Ifá: "Para quitarse arallé.- 16 ramos de albahaca de anís, 15 pétalos de rosa amarilla, 10 gotas de anisado, 35 gotas de oñí y se ruega uno la cabeza con obi efú y orí". "Para casar a una persona.- Eno (sic.) cortado, 3 gotas de orine, 3 de sangre del período, saliva de ella y se rezan cinco credos". "Para amarre.- paño del semen, media botella de aguardiente, alcanfor, 2 raíces de apazote, 7 tiras para mí y 7 para ti". En los marcos de una u otra tradición, los números suelen ser fijos en relación con la cantidad de cuentas con las que han de ensartarse los collares de cada uno de los orichas, cuyo total -insiste el santero Raúl- varía incluso, en una relación estable cada vez, de un camino a otro de las deidades; asimismo es fija la cantidad de días -y horas- que han de observarse para la realización de las diferentes etapas de las ceremonias más importantes; y el número de écueles -16- de los cuales ha de disponer un babalao.

El significado de la precisión numérica también se aprecia en el siguiente fragmento de "esta historia de Agbomirecun títulos del dios de Ifá" (sic.), copiada, según Pedro Arango, "de un libro de Kenya de la capital de África", elocuente esfuerzo especulativo (contemplativo) por encontrar un sentido cósmico a las enigmáticas relaciones que pueden ser establecidas entre los números:

[...] Uds. dividen 365 días del año entre 256 de Ifá, verán el resultado de lo que arrojan tocan a días y sobran 109; estos 109 lo dividen entre los 21 anillos [del arco iris, que "es un majá que el dios de Ifá repartió su cuerpo en 21 anillos"] tocan a 5 y sobran 4 puntos cardinales del oráculo de Ifá que conocemos aquí por los Cuatro Caminos, el tablero de Changó dentro de nuestra religión marca los cuatro caminos que dominan los signos de Ifá que es representado por los 256 Oddú que más tarde abarca los 365 días del año".

Se podría arquear los hombros e, incluso, esbozar una sonrisa compasiva ante aquellas combinaciones numéricas que recuerdan las pautas, fórmulas, símbolos y normas de manipulación empleados por los alquimistas medievales europeos; y ante estas operaciones matemáticas incomprensibles que enlazan en un todo inorgánico los días del año, los anillos de una serpiente mitológica, los puntos cardinales y los signos adivinatorios del oráculo de Ifá; lo mismo, por ejemplo, que ante el ingenio numérico que Platón despliega en el Timeo en la forma de un majestuoso mito cosmogónico. Pero ello no nos acercaría un ápice a la comprensión de la importancia que tiene para el pensamiento mítico (de orden religioso en el primer caso, de orden filosófico en el segundo), y para el pensamiento en general, la apropiación razonada de las determinaciones numéricas de la realidad, de los números en su condición de principios organizadores del cosmos (el orden) y de modelos reguladores de las formas de actividad de los seres humanos. Todo está imbuido de números, configurado por números, determinado por estructuras, funciones, fórmulas y leyes numéricas. Incluidos los seres humanos, incluidas las deidades. Quien conoce los números, conoce los secretos de la vida, de lo sagrado y lo profano, de lo natural y lo sobrenatural, de lo humano y lo divino. Bajo la envoltura del abracadabra, el primitivismo, el absurdo o la ingenuidad, se revela un sentido simbólico profundo. En todos estos casos, la exactitud numérica está llamada a garantizar el nexo (simbólico) adecuado entre los religiosos y las fuerzas sobrenaturales invocadas. El reino de los números es un reino divino.

(Continuará.)