En primer plano, Leinier contra Polgar. Detrás, Bruzón lidia versus Ponomariov
De las cuatro partidas que abrieron la antepenúltima ronda de la Copa del Mundo de Ajedrez con sede en Khanty-Mansiysk, Rusia, únicamente una deparó vencedor y derrotado, y fue justo la que despertó más diversidad de juicios entre los entendidos.
En ella, el genio Vassily Ivanchuk enfrentó con piezas blancas al áspero azerí Teimour Radjabov, quien en vano se asió a la variante Dragón de la Siciliana para evadir las redes del temperamental ucraniano.
Sin embargo, Radja empezó a sufrir un verdadero calvario a partir del movimiento 28, en el que una bonita combinación determinó el rumbo futuro del cotejo, concluido 13 lances más tarde.
Del resto de la jornada, lo más llamativo fue la poca intensidad que vivieron los tableros, pues los conductores de los trebejos claros no parecieron motivados a aprovechar a fondo esa ventaja.
Así, el ruso Alexander Grischuk empató en 28 movidas con el checo David Navara, y lo mismo hicieron Peter Svidler (Rusia) con Judit Polgar (Hungría), en solo 17, y Ruslan Ponomariov (Ucrania) con Vugar Gashimov (Azerbaiján), en apenas 14 desplazamientos por bando.
Por cierto, una vez que eliminó al cubano Leinier Domínguez en los desempates del cuarto segmento, Polgar declaró que por un momento había perdido la fe en sus posibilidades de victoria en el dual meet.
"Fue -dijo- en la primera partida a diez minutos. Me sentí muy mal conmigo misma. Tenía una posición perdedora, pero luego él no pudo resistir mi ataque".
En efecto, el cotejo de marras resultó decisivo en el match, porque representaba un punto de giro en el enfrentamiento. Como escribí en este mismo espacio, "Leinier tuvo clarísima ventaja sobre Polgar en una Siciliana en la que los programas informáticos le calculaban éxito seguro. Mas cometió una pifia garrafal y la superioridad cambió de bando".
Pronto echaremos una ojeada a la partida, con los análisis especializados del amigo Fritz 11.