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Jorge Alonso, director de la telenovela "Bajo el mismo sol": "Queríamos que tuviera color cubano"

Una escena de "Bajo el mismo sol"

Una escena de "Bajo el mismo sol"

De los libros que he escrito el reportaje de tranco largo sobre Carlos Marx,  Moro, el gran aguafiestas, es el que más amo. Cuando en La Habana se estrenó la obra teatral Marx en el Soho de Howard Zinn, no pude ir a verla por razones de enfermedad. Pasado un tiempo, no corto, por cierto, la televisión estrenó la pieza que había hecho Jorge Alonso Padilla basado en la obra de Zinn.

Me senté con todo tipo de prejuicios ante la pequeña pantalla porque se trataba de desacralizar al gran filósofo, lo mismo que había hecho yo con mi libro. Pocas veces he llorado con propuestas audiovisuales y en silencio le di las gracias a Padilla por mostrarme al ser humano que ya yo conocía. Esa sola obra bastaría para que el dulce y flemático director estuviera en estas páginas.

-¿Desde cuando ves televisión? ¿Siempre te gustó?

Desde que tengo uso de razón. En mi casa había un viejo Halicrafter en Blanco y Negro y recuerdo que lo que más me gustaba ver eran los comerciales (quizás porque estaban mucho más elaborados) y las series. También veía muñequitos, programas musicales como El Cabaret Regalías, Jueves de Partagás y las novelas, la Palmolive, la Hiel de Vaca, la novela de las 10. Sí vi mucha televisión de niño,  me gustaba  y  también asistir a los programas en los Estudios. Mi madre me llevaba y yo disfrutaba mucho. Recuerdo haber visto Mamacusa Alambrito, Sambolledo y después Casos y Cosas de Casa y Detrás de la Fachada, que eran programas que se hacían con público en vivo.

Siempre me fascinó jugar a hacer películas o programas con una vieja camarita fotográfica y los soldaditos de juguete. En ese juego yo interpretaba todos los personajes y hacía las narraciones. Podía pasarme horas de horas en ese juego.
-¿Qué estudiaste? ¿Por qué?
A ver, yo comencé en los medios antes de poder estudiar una carrera. Comencé en un curso para guionistas de Radio y TV en 1969-70 con Iris Dávila, Isabel Aida Rodríguez y otros profesores. En 1970 empezamos en la radio y luego pasé directamente a los Estudios Cinematográficos de las FAR. Y fue allí donde decidí matricular la Licenciatura en Periodismo. Entonces no había otra manera de vincularse al cine o a la TV, pues no existía la Facultad de Medios Audiovisuales del ISA.
Los Estudios Cinematográficos de las FAR fue una verdadera escuela y a ello le sumé cuanto taller, curso de postgrado o seminario me pudiera adicionar conocimientos sobre los medios.
-¿Cuándo te enrolas en un programa televisivo?  ¿Fue aceptado por el público?¿Y la crítica?
Es muy difícil decir. Yo hacía cine en las FAR y luego vine a los Estudios Cinematográficos del ICRT, donde también seguimos haciendo cine. Ahí realicé varios documentales. Y luego me enrolé directamente en la Televisión como asistente de Dirección en la aventura Los Papaloteros y después en Pasión y Prejuicio.
La primera vez que realicé como tal un programa de televisión fue en aquel espacio que se llamaba Convivencia. Y ahí sentí que estaba dando un primer paso para lograr lo que yo quería. Pero sólo un primer paso.
- Tienes una amplia producción de teleteatros y otros unitarios? ¿Por qué  esta tendencia?
A mediados de los 90, tuve la posibilidad de realizar mi primer unitario: un telefilme en dos partes, escrito y dirigido por mí, que se tituló Aliñado, que fue muy bien recibido por los televidentes y me abrió las puertas del trabajo en los espacios dramáticos. Esa fue siempre mi ilusión. No porque deseche otros géneros como el documental o hasta los musicales; pero en el dramático es donde me siento más a gusto. También, quizás por provenir del cine, prefería trabajar al estilo del cine, con una cámara.
-¿Qué te llevó a filmar Marx en el soho?
Marx en el Soho fue un regalo que me dio la vida. Un sobrino de Raúl García, mi co-guionista y co-director, jovencito, fue a ver la obra al teatro y regresó fascinado. Inmediatamente,  pensamos que había que verla. Fuimos al teatro y allí mismo concertamos con Michaelis Cué la posibilidad de llevarla a la televisión. En la obra había un cúmulo de ideas marxistas que tenían una enorme vigencia en nuestros días y para nosotros (hablo en plural) era casi un asunto de vida o muerte llevarla a la pequeña pantalla.
- Háblame de otro programa tuyo que haya despertado polémica.
Réquiem por Yarini también resultó un gran medida una obra polémica, aunque la tendencia general fue a favor de la puesta por muchas razones. Siempre es muy difícil llevar a cabo la realización de una obra clásica como ésta, por las múltiples versiones que tiene en teatro y por las muchas aristas y visiones diferentes que puede tener a la hora de transponerla al lenguaje audiovisual.
Yo, por mi parte, quise fusionar, hasta donde fuera posible y sin traicionar la obra, el texto dramático de Carlos Felipe con la historia real del personaje.
-¿Por qué aceptaste hacer Bajo el mismo sol? Explícame un poco sobre la forma que se produjo que dio lugar a esas tres temporadas.
Bueno, yo creo que ya era hora de enfrentarme a la realización de una novela. Pienso que ya había madurado lo suficiente y acumulaba experiencia como para enfrentar una trabajo así. Desde el primer contacto con Freddy Domínguez, el escritor, ya yo estaba convencido de que quería hacerla y me fui metiendo tan dentro de la trama, porque Freddy y yo comenzamos a tener contactos y a discutir los destinos de los personajes e incluso a trabajar subtramas de cada una de las temporadas.
Inicialmente, la novela estaba concebida por el escritor como una unidad, pero la propia necesidad de poner en pantalla una novela y que no hubiera más baches en la programación, llevó a la Dirección de dramatizados a pensar que la mejor opción para lograr este propósito era justamente desmembrar la trama en tres temporadas. Eso conllevó a Freddy a realizar un trabajo muy arduo y esforzado para darle una unidad a cada temporada y que al mismo tiempo estuvieran imbricadas. A la larga resultó  una novela que de esta manera puede profundizar más en los temas que trata.
-¿Cómo escogiste el elenco? ¿Qué te llevó a seleccionar a Daylenis Fuentes para Lissette?
Imagínate, hacer un elenco de tantos personajes es una tarea bien difícil. A veces, los actores con que tú sueñas, o no les interesa la obra, o están ocupados en otro trabajo. Eso complica mucho las cosas, porque cuando uno lee un guión, empieza a personalizar los personajes en un determinado actor o actriz. Y eso siempre sucede. Hubo personajes para los cuales los actores o las actrices estaban perfectamente determinados como fue el caso de Blanca Rosa Blanco, Verónica Lynn, Mayra Mazorra; pero sobre la marcha hubo que tomar decisiones sobre otros actores para que encajaran con la propuesta y que encajaran también en la línea de los grupos familiares, cuestión muy importante porque de esa manera se logra una química de todo el grupo familiar que se le hace creíble al público. Y por otra parte, queríamos que el elenco fuera multirracial, o sea, que tuviera color cubano y creo que finalmente eso se logró.
Con Daylenis pasó lo siguiente: la actriz que inicialmente habíamos pensado para el personaje nos devolvió los guiones y se excusó en un viaje al exterior. Y eso dio paso a una búsqueda intensa de la actriz ideal para el personaje. De manera fortuita, asistimos al teatro con el propósito de ver a un actor que queríamos probar para el Oscar. El actor no estaba ese día en la función, pero vimos a Daylenis, nos impactó y la esperamos para hacerle la propuesta. Ella aceptó, pero la hicimos pasar por un casting junto con otro grupo de actrices, con el propósito de asegurarnos de sus potencialidades para el personaje. Era difícil, porque decidir entregarle un personaje protagónico a una muchacha sin experiencia en la televisión es sumamente riesgoso. Pero asumimos el riesgo y hoy por hoy me enorgullezco de haberlo hecho y haber traído ese nuevo rostro y ese talento para la televisión.
-¿Te gusta adentrarte en la realidad contemporánea en tus obras? ¿Por qué?
No sólo me gusta. Lo creo inevitable e imprescindible. Vivimos en una sociedad perfectible, en un mundo perfectible y por ende, con muchos problemas, obstáculos y conflictos. Y no dejo de pensar que mi papel como ser social y como artista es explorar, exponer, desentrañar, debatir y analizar los conflictos de ahora mismo, los de nuestra compleja realidad. Siento que si no lo hago, mi obra sería inútil y yo como artista estaría muerto.
-Bajo el mismo sol es tu primera obra seriada ¿repetirás la experiencia?
Sí, es mi primera obra seriada como director general. La experiencia se puede repetir y tengo deseos y energías para hacerlo, siempre que pueda trabajar con un buen guión, con un buen equipo, y poder contar con el apoyo de la dirección de la Televisión para llevarla a buen fin.
-¿Cómo sientes que el publico ha recibido  esas historias bastante punzantes?
Yo creo que lo más importante es que el público estaba ávido y necesitado de que le cuenten conflictos que les son cercanos y los compulsen a reflexionar. Ya nuestro público no es un ente pasivo, un consumidor pasivo, sino que le interesa creer en lo que está viendo y lo incita al debate. Creo que por eso la telenovela ha tenido esa recepción tan favorable. Me gusta que la gente en la calle discuta, que tenga puntos de vista diferentes. Entonces es cuando siento que valió la pena todo el esfuerzo que conlleva realizar una telenovela.
-¿Qué viene después de esto?
Todavía no lo sé. Por ahí hay varios planes rondando. Pero no tengo nada seguro en las manos.