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África desde Las Antillas

Haiti Disease Outbreak

Niña haitiana.

Entrevista a la Doctora Josefina Castro Alegret. Profesora de Lengua Francesa de la Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de La Habana.

Rosa María de Lahaye-  Hace algún tiempo vienes estudiando al continente africano desde el imaginario francófono en las Antillas, ¿es así?...

Josefina Castro- Sí, se ha afirmado que el continente africano ha estado siempre presente en el horizonte de la producción literaria del Caribe a lo largo del siglo XX.

Quisiera hoy llamar la atención sobre este tema recurrente de la literatura antillana de expresión francesa que es África.

Una parte de los ciudadanos franceses actuales, más de un millón y medio de personas, son de origen africano subsahariano. Su presencia en los Departamentos franceses de Ultramar- es decir, Martinica, Guadalupe, Guyana, los llamados Departamentos franceses de América-, y su presencia, también en la metrópoli, se explica:

Esta evolución histórica es común a la República de Haití -el 4to territorio del Caribe colonizado por Francia desde el siglo XVII-: me refiero a la trata y a la esclavitud de plantación, y a sus consecuencias, aunque la antigua colonia francesa de Saint-Domingue conoció desde fines del XVIII, un proceso social sin precedentes que la llevó no solamente a la abolición, sino mucho más allá, a la independencia, hace ya más de 200 años. Como ha dicho el intelectual haitiano Maximilien Laroche, ellos fueron "les seuls nègres à avoir osé."

De esos cuatro territorios mencionados, que constituyen el Caribe de habla francesa han surgido escritores que hoy llamaríamos afro-descendientes, algunos de ellos hoy universalmente reconocidos, que prestigian la literatura francófona, y que se han destacado de manera original en el paisaje literario del siglo XX por el vínculo afectivo que mantienen o han mantenido con el continente que vio nacer a sus ancestros.

R.M.L.- ¿Pudiéramos detallar?

J.C.- Por ejemplo, el caso de los Departamentos franceses de Ultramar

MARTINICA Y GUADALUPE

En el largo y complejo camino de la búsqueda de la identidad, cuya primera manifestación contundente fue el movimiento de la Negritud, muchos intelectuales antillanos dirigieron  su mirada al continente africano. Clamaron así por el "retorno a los orígenes", y ese retorno pasaba necesariamente por la vuelta, física o espiritual, al continente africano.

Pero aún antes del surgimiento de la Negritud, en los años 30 del pasado siglo XX un precursor, René Maran, ganaba, en época tan temprana como 1921, el premio literario Goncourt por su novela Batouala, que aclaraba en su título ser una "verdadera novela negra". Esta novela describe la vida en una aldea del antiguo Oubangui-Chari (hoy República Centroafricana), de modo que puede asimilarse a una novela colonial, si no fuera porque en el prólogo, su autor, en lugar de justificar el sistema colonial, lo somete a una severa crítica.

Maran, guyanés nacido en alta mar, cerca de Martinica, fue uno de esos intelectuales, originarios de las Islas, que la Francia colonial formó como funcionarios de su imperio, para luego enviarlos como administradores o funcionarios coloniales a territorios tan diversos como el Oubangui-Chari, Senegal o Mali. Tras varios años de residencia y de actividad en África Negra, algunos de ellos produjeron obras que resultan a veces muy ambiguas.

En estas novelas se reflejan ambivalencias que eran, según Régis Antoine (La littérature franco-antillaise, Karthala, 1992), el resultado de tres factores:

a) la relación que establecieron con la institución colonial que los había nombrado,

b) el sentimiento que los embargaba de que retornaban a la tierra de sus antepasados,

c) cierta toma de conciencia de los intereses comunes de los pueblos negros, que se expresaría después en el movimiento de la Negritud, creado como es sabido a fines de los años 30 por tres intelectuales negros de procedencias diversas: el senegalés, L.S. Senghor, el martiniqués Aimé Césaire, y el guyanés Léon Gontran Damas.

Pero el mismo Maran escribía, en 1909, en una de sus primeras cartas africanas a un amigo, algunos años antes de dar a conocer su novela:

"Siento que estoy en el suelo de mis ancestros, ancestros que rechazo porque no tengo ni su mentalidad primitiva, ni sus gustos. Pero no por ello dejan de ser mis ancestros."

Como dije antes, su novela Batouala le hizo acreedor del premio Goncourt en 1921, y tiene como sub-título "véritable roman nègre". Se ha dicho que este premio literario suscitó  una apasionada polémica en los medios coloniales al acarrear un debate respecto a lo que era o no era la verdadera "alma negra".

Pero más interesante aún es que la novela de Maran está precedida de un prefacio vehemente, donde el autor, un colonizado de los territorios franceses de América, cuestiona las prácticas coloniales en África de la metrópoli de la que él mismo es un fiel funcionario.

De hecho, a pesar del prefacio muy a la ofensiva de esta primera novela, se hace evidente para el lector que la visión de África que da René Maran  es después de todo conforme a la ideología colonial.

Esta novela describe la vida en una aldea del antiguo Oubangui-Chari (hoy República Centroafricana), de modo que puede asimilarse a una novela colonial, si no fuera porque en el prólogo, su autor en lugar de justificar el sistema colonial, lo somete a una severa crítica

Maran presenta a una población bastante salvaje y más o menos embrutecida.

El jefe africano Batouala y los negros que le rodean son mostrados en los detalles más sórdidos de la vida cotidiana y en comportamientos más adecuados para describir a una fauna que para caracterizar a una colectividad humana.

Se ha afirmado que Maran da la palabra a África más en su carácter de administrador colonial que en su carácter de negro. La proximidad física de esta África, que él dice captar desde la terraza de su bungalow, es puesta a distancia en unos relatos desprovistos de toda forma de implicación personal.

Como dice el crítico Régis Antoine, hay que leer a Maran imbricado en sus contradicciones y en su incomoda posición. Maran se describe a sí mismo, unos años más tarde, como "más Europeo que Antillano", y precisa "que al haber vivido en Francia desde siempre (sic), ignora todo sobre las Antillas y sobre el espíritu de sus compatriotas" (según dice en un artículo que publica en la revista les Continents, en noviembre de 1924, (citado por Régis Antoine en su Littérature franco-antillaise, Karthala, 1992)

Maran es un primer ejemplo que ilustra cómo la pertenencia espiritual o el vínculo con África de los intelectuales antillanos ni ha sido simple, ni ha estado exento de conflictos, ambivalencias y angustias de todo tipo, y, por supuesto, ha estado estrechamente vinculada también a la definición o a la búsqueda de una identidad propia entre los intelectuales negros, considerados como sujetos de una colonización "exitosa", como dirá más tarde Édouard Glissant.

R.M.L.- Supongo, que toda esta literatura no va en la misma dirección.

J.C.- Por supuesto, tenemos otros referentes que podemos mostrar más adelante.

R.M.L.- De acuerdo, ¿continuamos la próxima semana?