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Trova universitaria Con-cierto Temperamento

Universidad Central de Las VillasPor: Susana Hernández Martín, estudiante de Periodismo de la Universidad "Marta Abreu" Central de Las Villas

Dicen que la resistencia al cambio es una cualidad inseparable del ser humano. Sencillamente, hay cosas que nunca cambian. Por ejemplo, comenzar fuera del horario previsto, que apenas una hora antes todavía las cosas no estén listas, o - ¿por qué no? - llegar al primer concierto de nuestra vida muertos de hambre; como si corriéramos una especie de maratón contra el mismísimo Cronos.

No obstante, lo importante es que esa noche trascendental e iniciadora estaban todos, instrumento en bandolera, listos para sacar de sus locales habituales a la "Caña Santa", y estremecer el panorama universitario con un concierto que era casi una deuda.

Este espacio cuenta con cerca de 15 años de vida dentro de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas (UCLV), de la ciudad de Santa Clara. Surgió como una necesidad: urgía crear una plaza fija donde promover y potenciar el desarrollo de la trova en la universidad, en la cual el movimiento de jóvenes artistas, aunque activo, se encontraba disperso y desorganizado.

El escenario pequeño, solo necesitó la música de estos muchachos para hacerse grande.

El escenario pequeño, solo necesitó la música de estos muchachos para hacerse grande.

Me asombra escuchar a Rolo decir esa misma tarde de ensayos, que nunca se les había ocurrido hacer un concierto. Rolo (Rolando), es uno de los personajes de la peña, el organizador podría decirse, y durante sus años en la carrera de Biomédica ha sido algo así como el centro de gravedad del grupo. Esta oportunidad llega en un momento de transformaciones dentro de la UCLV, en el que el recién estrenado Vicerrectorado de Extensión Universitaria está más cerca de los estudiantes y considerablemente más receptivo a sus peticiones.

Pero no es solo eso. A la “Caña Santa” se le siente desde hace tiempo un brillo diferente. Como si por fin se percatara del enorme poder creativo que reside en quienes la hacen hoy día.

Tal vez no sería sensato calificar este como su mejor momento. El mismo Rolo reconoce una etapa en que el movimiento de trovadores era tan fuerte y numeroso como el público que lo seguía, no solo dentro de la universidad sino en la propia ciudad de Santa Clara, desde donde llegaban los muchachos a escuchar buena música. Sin embargo, eventos recientes confirman que no es el talento lo que está en falta. Amaury, de la carrera de Informática y unos de los veteranos del grupo, ha sido tres veces premiado en el Festival de la Trova Universitaria de Las Tunas: dos de ellas por composición y una por interpretación. Yuniesky, de Filosofía, fue uno de los premios de oro en el finalizado Festival Provincial de Artistas Aficionados. Carlos, de Sociales, y Daniel Alejandro, de Cibernética, dos de los más nuevecitos, también han participado en los Festivales de Artistas Aficionados de la Universidad. Ni hablar de otros como Roberto y Greta, ambos de la facultad de Humanidades en las carreras de Filología y Lengua Inglesa respectivamente, cuyas voces la mar de talentosas, son un precedente más que conocido por todos los estudiantes de la “Marta Abreu”.

Y si quedaban dudas o recelos, el concierto los barrió como aguacero de mayo.

El escenario parecía pequeño para la cantidad de instrumentos dispuestos sobre él y sin más aditamentos que los murales llenos de color, obra de Ernesto Álvarez, estudiante de Arquitectura. La sencillez marcó el espectáculo. Todos los temas interpretados pertenecen a la autoría de los jóvenes cantautores, excepto el poema “El abuelo”, de Jenny Mirabal, graduado de Lengua Inglesa, que musicalizó otro graduado: Miguel Ángel de la Rosa; esta vez interpretado a dúo por Greta y Amaury, con la sensibilidad propia de sus voces preciosas.

Entre quienes se presentaron hubo mezcla de estudiantes, profesores, trabajadores de la universidad y algunos músicos de Santa Clara; incluso tuvieron un grupo invitado: “Contrastes”, de la Universidad de Ciego de Ávila, creado hace pocos meses y compuesto por estudiantes y profesores de ese centro de estudios.

Si de recuento se trata no es de ingratos, sino de prudentes señalar un hecho crucial: el mérito de un concierto como este no lo fue la increíble ejecución técnica de los muchachos –quizás mucho mejor en otras ocasiones- o la calidad impecable del sonido. Existe un resultado mucho mayor: el concierto como signo de la vitalidad trovadoresca en la universidad y de la disposición de los artistas noveles para emprender un proyecto más serio y responsable. En definitivas, la “Caña Santa” respira gracia al interés de estos últimos en no dejarla desaparecer.

Pedrito, el profesor que se ocupa actualmente de la peña, integrante del grupo Nueva Fusión durante sus años como estudiante de la facultad de Ciencia Económicas, insiste en que todos los conciertos –para cualquier artista: maduro o no- representan un reto. De todas formas, en medio de los corre-corre del ensayo final, explica que los objetivos trazados con esta primera vez podían declararse cumplidos. Era una oportunidad para poner a prueba la madurez de los muchachos y potenciarla en el sentido de su desarrollo como trovadores. «Todos hemos crecido un poco como artistas», comenta con la modestia que le es natural.

No faltaron la suavidad ensoñadora de Amaury, la maestría musical de Pedrito, el carisma  exclusivo de Carlos, ni la alegría y el desenfado de todos los que participaron.

No faltaron la suavidad ensoñadora de Amaury, la maestría musical de Pedrito, el carisma exclusivo de Carlos, ni la alegría y el desenfado de todos los que participaron.

Ciertamente hay cosas que nunca cambian. Los atrasos, las imprecisiones; el apego reverencial a los preferidos por los medios de comunicación, o a una Nueva Trova que no pasa de moda –lo bello y lo virtuoso jamás lo hacen– pero que a veces impide apreciar a los jóvenes talentosos que florecen en esta tierra hermosa. Tampoco cambia la capacidad renovadora de la juventud, su tendencia a revolucionar tradiciones y la disposición para invadir espacios con su energía como en esta noche universitaria en la que “Con-cierto Temperamento” se cantó tanta poesía buena y fresca.