Dos marchas en un lapso de 16 días, no hay imaginación que aguante. ¿Qué hacer, cómo no repetirme con dos eventos tan similares en tan corto tiempo? Decidí entonces saldar una vieja deuda que David y yo teníamos. Todos marchamos en incontables ocasiones a lo largo del año, pero, ¿qué sabemos de lo que sucede después? No mucho, salvo que un grupo de gente anónima pone orden al caos que genera la multitud. Así que le puse rostro a estas personas que tras marchar embisten con sus escobas el mar de papel que inunda las calles aledañas a la Plaza.
Marché con ellos para comprender verdaderamente qué significa marchar y volver sobre tus pasos. Comenzó entonces una espera que casi me hizo perder la paciencia; solo me salvó una agradable conversación sobre fotografía con una increíble señora, una "vieja alegre" como ella se autodefine. Finalmente, cuando se detuvo el torrente de "desfiladores", empezó la tarea del ejército de escobas. Una febril inquietud se apoderó de la Plaza que se vio inundada por una singular tropa que barrió, limpió, echó al cesto y devolvió a las calles del Vedado su apariencia. A las diez de la mañana, solo las habituales hojas de los árboles rodaban en las aceras.
Rabo de nube
Letra y música: Silvio Rodríguez
Si me dijeran pide un deseo,
preferiría un rabo de nube,
un torbellino en el suelo
y una gran ira que sube.
Un barredor de tristezas,
un aguacero en venganza
que cuando escampe parezca
nuestra esperanza.Si me dijeran pide un deseo,
preferiría un rabo de nube,
que se llevara lo feo
y nos dejara el querube.
Un barredor de tristezas,
un aguacero en venganza
que cuando escampe parezca
nuestra esperanza.