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Marta del Río: "¿Cómo no abrazar una obra que es para los humildes?"

La actriz Marta del Río en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

La actriz Marta del Río en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

Amaury. Muy buenas noches. Estamos en Con 2 que se quieran, ahora aquí, en 5ta. Avenida y calle 32, en el barrio de Miramar, en los maravillosos Estudios Abdala.

Hoy nos acompaña una de las más grandes actrices que ha tenido nuestra televisión, nuestro teatro, nuestro cine, nuestro radio, de las más conmovedoras, de las actuaciones que yo recuerdo que más me han conmovido, en algunos casos, en el caso del mundo dramático. Y de las que más me han divertido.

Yo la llamé por teléfono para invitarla al programa -la admiro muchísimo, de toda mi vida- y me pasó algo bien interesante, y lo voy a decir antes de que la presente. Y es que ella me dijo: "Tú llevas a personas muy importantes a tu programa. ¿Por qué me has llamado a mí, que tengo una vida tan común?" Y eso para mí, ante mis ojos, ante mi corazón, la hizo todavía ser más grande, la maravillosa Martica del Río. Mi niña.

Marta. Gracias, mi vida.

Amaury. Muchas gracias por venir, por aceptarme la invitación. Porque la verdad, no te sentí muy entusiasmada.

Marta. No, por eso mismo, porque yo pensé que yo no tenía nada interesante para traer a tu programa.

Amaury. Todo el mundo, Martica, tiene algo interesante. Y tú tienes una vida interesantísima. Y vamos a empezar a tejer el hilo del programa desde el principio. Si yo te digo este nombre: Santiago García Ortega, ¿a dónde va tu memoria?

Marta. Bueno, va mi memoria a cuando yo era muy jovencita, y tenía inquietudes artísticas y pude canalizarlas a través de un curso que Santiago convocó de actuación. Y yo estaba trabajando ya, porque yo empecé a trabajar desde muy joven para ayudar a mi mamá. Y entonces vi la convocatoria y fui a hablar con él.

Amaury. ¿Era un actor importante él, no?

Marta. Un actor de carácter, magnífico. Entonces, yo le dije que, bueno, que si él veía que yo tenía posibilidades, porque yo no podía perder ni tiempo, ni dinero. O sea yo le hablé claro. Porque en aquella época se presentaba en la Asociación Cubana de Artistas, de Radio, Televisión, Cine, todo eso se llamaba, la CARTV.

Amaury. ¡Ah!, daban un premio también, ¿no?

Marta. No, no era  un premio. Era un carné autorizando a trabajar.

Amaury. ¿Y no daban un premio? Yo creo que en mi casa...

Marta. Sí, sí, yo fui Actriz Novel de radio, yo tengo ese premio de la CARTV. Pero ellos daban, ellos daban un carné autorizando a trabajar en los medios, en cualquier medio. Si te aprobaban, ellos hacían una prueba.

Amaury. Ah, sí, había evaluación, incluso en esa época.

Marta. Sí, sí, en la misma Asociación, un grupo de actores profesionales hacían una prueba. Y si te aprobaban, entonces te daban el carné provisional y tenías que hacer 42 actuaciones en un año en cualquiera de los medios. Y entonces él me preparó, y me dijo que sí, que yo tenía posibilidades. Me presenté en la Asociación de Artistas. Me aprobaron, yo tengo el carné guardado.

Amaury. ¿Verdad?

Marta. Sí, lo tengo.

Amaury. ¡Qué lindo eso, qué bonito!

Marta. Entonces, el mismo Santiago había terminado de hacer una obra en la sala Hubert de Blanck. Y ahí estaba montando, Cuqui Ponce de León, una comedia, Un cuarto de vino de arroz. Y tenía un personajito de una pepillita y él le habló para que me hiciera una prueba. Y me hizo la prueba, Cuqui.

Amaury. Sí, lo que ahora se llama casting.

Marta. Sí, el casting, me hizo la prueba, me dio el personaje, y ya.

Amaury. Y ahí empezó.

Marta. De ahí arranqué, hasta ahora.

Amaury. Ahora, de ahí no vamos a seguir para acá, vamos a irnos hacia atrás. Porque si fuiste a ver a Santiago, al profesor Santiago, es porque ese bichito había picado antes.

Marta. Ah, sí, desde que estaba en la escuela.

Amaury. Entonces, vamos a ir a dónde tú naciste. Vamos a irnos a hablar de tu mamá, seguramente te va a ser muy grato.

Marta. Seguro.

Amaury. Claro. Irnos a ese momento de aquella niña que estaba en la escuela, que daba clases, que había profesoras que le daban clases. Hablemos de eso.

Marta. Si, bueno, estaba en la Escuela Pública número 6. Esa escuela era muy buena, tenía un claustro de profesores magníficos. Desde la directora, todos los profesores. Y estaba Flora Toyo, la mamá de Flora Lauten.

Amaury. La mamá de Flora Lauten.

Marta. Sí, y estaba la profesora Adelaida Clemente, que era profesora de preescolar. Pero Adelaida tenía inquietudes literarias y escribía. Y entonces ella adaptaba obritas para las fechas patrióticas, después Adelaida devino en una magnífica escritora. Pero bueno, con eso empecé yo. Y ya yo trabajaba en todas las obritas de la escuela.

Amaury. Pero bueno, a ver, ellos descubrieron que tú tenías...

Marta. ...Sí, sí, Adelaida...

Amaury. ...O tú te acercabas y tú decías: yo quiero, yo quiero...

Marta. No, no, no. Sí, ellos vieron que yo tenía posibilidades, porque la primera obra que me dieron dio resultado, y la otra, y la otra.

Amaury. ¿Y tu mamá, entonces, qué pensaba de todo eso?

Marta. A mi mamá le encantaba y, además, me estimulaba mucho. Mi madre era una persona extraordinaria. Ella me tuvo a mí a los 42 años, yo soy hija de viejos. Pero mamá no era vieja, su mente no era vieja, era muy hacia delante. Mi madre me estimuló mucho, mucho. En aquella época, tú sabes todos los tabúes que habían y equis, y equis y equis.

Amaury. Por eso te lo pregunto.

Marta. Y nosotros éramos muy pobres, éramos muy pobres, y ella me decía: no, no, usted viva según su conciencia, así me dijo ella tiempo antes de morir.

Amaury. Tú tienes una familia, después vamos a hablar de la familia, pero ¿tú crees que lo que después tú has sido como esposa, cómo madre y como abuela, tiene que ver con esa enseñanza que recibiste de tu mamá?

Marta. ¡Cómo no! Mi madre fue una madre extraordinaria. Pero bueno, yo he tenido la suerte de tener un compañero toda la vida, 50 años...

Amaury. Sí, Macho es el final de la entrevista no me lo vayas a adelantar...

Marta. No, pero, bueno, ella estuvo solita, nos crió sola. Éramos cuatro, ella nos crió con mucho esfuerzo. Y ella se hizo maestra habilitada, lo que podríamos llamar hoy por hoy, maestra emergente.

Amaury. ¿Ah, sí?

Marta. ¡Sí señor!

Amaury. Habilitada.

Marta. Habilitada se llamaba, todos esos cuentos ella me los hacía. ¿Tú sabes dónde vinieron a darle a ella el aula para ejercer el magisterio ese? En Pan de Azúcar, donde tenía que recorrer a caballo una cuantas leguas. Y hay anécdotas divinas de ella.

Amaury. ¿Y cuándo vienen para La Habana? ¿Porque tú naciste en La Habana?

Marta. Sí, en Ciudad de La Habana, en maternidad de Línea nací yo.

Amaury. ¿Y dónde vivían?

Marta. He vivido en toda La Habana, Amaury, pobrecita mi madre.

Amaury. Pero nunca en Camagüey, como me dijeron el otro día.

Marta. No, no, de Camagüey es mi esposo, es camagüeyano y ahí vivían mis suegros, los padres de él y mi cuñada, su hermana. Y todas mis vacaciones yo me iba  para Camagüey.

Amaury. ...No, lo que pasa es que yo tengo que explicarle a los televidentes, porque es que yo estoy buscando a Martica del Río, hace ya unos cuantos meses y a cada ratico, alguien me decía: No, no la vas a encontrar porque ella está viviendo en Camagüey.

Marta. Niño, si yo estoy saliendo en la televisión a cada rato, ¿cómo voy a estar viviendo en Camagüey?

Amaury. Yo decía, bueno será que está trabajando en Tele Camagüey.

Marta. Esa se quedó atrás, esa se quedó en Camagüey. Lo que el tiempo que yo estuve yendo un poco a Camagüey, porque mi suegra estaba enferma.

Amaury. Y además, tú eres hija adoptiva de Camaguey.

Marta. Si, no, bueno, figúrate, tantos años casada con un camagüeyano, ya me creen...

Amaury. ...Y con ese sentido tan propio y tan orgullosamente bello que tienen los camagüeyanos, de ser, ¿no?.

Marta. Si señor. No, y mis hijos...

Amaury. ...Los de Camagüey son del Camagüey.

Marta. Mi hijo Dunieski me dijo un día: ¿mami, por qué tú no me pariste en Camagüey? A él le encantaba. Las vacaciones, todas las vacaciones, mis hijos y nosotros nos íbamos para Camagüey.

Amaury. Bueno, a ver, cuéntame de los 14 años que tú estuviste trabajando en un bufete.

Marta. Ah, sí, un bufete en Obispo.

Amaury. ¿Y te interesaba ese trabajo?

Marta. No, mijo, yo lo que hacía era cogerles las llamadas, yo era una niñita, además, yo era tan flaquita y tan esmirriadita, que parecía que tenía menos edad. Yo tenía 14 años y parecía que tenía 12. Entonces, ese era un abogado que conocía a mi madre y le tenía mucho afecto y él, por ayudarnos, me puso allí para que yo me desenvolviera, ¿no? para que cogiera desenvolvimiento, porque yo era de la escuela a la casa, y de la casa a la escuela. Porque además, yo fui así desde niña, estudio y la casa.

Amaury. ¿Y no tuviste en esa época novios, o no quieres que Macho se entere?

Marta. No, no, sí, cómo no, pero si él tuvo como 29 mil, cómo no voy a tener yo. Yo tuve noviecitos. Un amigo de mi hermano, del otro hermano mío, de Eduardo, era mi noviecito, pero los novios de aquella época, Amaury, eran noviecitos de cogiditas las manos.

Amaury. Pero a veces qué importante cuando te tocaban la mano. Uno sentía que se estremecía el cuerpo entero.

Marta. Ay, niño, pero además, en mi casa y eso, pero eso no duró mucho, no duró mucho. A mí me gustaba otro, pero que nunca me dijo nada, otro amigo de mi hermano.

Amaury. Bueno, se lo perdió, si anda por ahí dando vueltas. Si anda, quién sabe.

Marta. No sé ni por dónde andará. Más nunca en la vida lo vi.

Amaury. Sí, pero han pasado cosas tremendas con el programa. Con el pintor, por ejemplo, el Choco, habló de una maestra, la maestra apareció.

Marta. ¿Sí?

Amaury. Gracias al programa, así que bueno.

Marta. Mira eso.

Amaury. No estamos mandándole ningún guiño a aquel amor antiguo...

Marta. ...No, no...

Amaury. ...Pero, para que se lamente.

Marta. Además, a estas alturas debe estar ya hecho un viejo feo.

Amaury. Bueno, pero tú no, así que bueno.

Marta. Sí, también, también, ya estamos viejos, ya no estamos para esos romances.

Amaury. Yo siempre digo que no, que aquí en este programa la gente no es vieja. Tú me hablaste, Martica, de tu debut con Cuqui Ponce de León.

Marta. Sí.

Amaury. Fue aquel debut en el teatro...

Marta. ...En la sala Hubert de Blanck

Amaury. Y hay personas que vienen a este mundo y hacen mucho bien. Y uno de esos casos es Cuqui Ponce de León.

Marta. Sí señor.

Amaury. A quien yo tuve el placer de conocer muchísimo, y recuerdo sus ojos, el color de sus ojos, que eran una belleza. Sin embargo, son personas que se olvidan. ¿No sé por qué? Incluso, los mismos compañeros, cuando hablan del trabajo.

Marta. No, no, pero qué va, yo la tengo muy presente.

Amaury. Yo quisiera que tú hablaras de ella.

Marta. Muy presente, porque Cuqui fue como una mamá para mí. Yo era de la edad de sus hijas, por lo menos, de la más chiquita. Y ella como una hija me trató siempre y yo tengo, inclusive, el programa de esa obra, que yo lo conservo, dice: la primera de una serie. Otra más, porque después hice con ella Escápate Isabel, ahí mismo, otro personajito, en la misma sala Hubert de Blanck. Después hice en la sala Talía, Marea de otoño, y después en televisión.

Amaury. Ya cuando apareció la televisión siguieron trabajando.

Marta. En televisión también trabajé mucho con ella. Después no hice más teatro porque me absorbió mucho la televisión.

Amaury. La televisión agarra a las personas y las exprime.

Marta. Ahí sí que no había tiempo para más, porque además era todo el tiempo. Era ensayo y después trasmisiones en vivo y todo eso, no se podía.

Amaury. No se podía hacer teatro.

Marta. No se podía.

Amaury. Pero Cuqui era de las personas, Cuqui Ponce de León, era de las personas que podía dirigir teatro, con mucho éxito...

Marta. ...Y televisión también...

Amaury.  ...Y dirigir televisión también, que no todo el mundo lo puede hacer.

Marta. No.

Amaury. Ahora, yo he visto una cantidad de nombres, que para mí también resultan entrañables en mi recuerdo, que son los galanes con los que tú trabajaste.

Marta. Ah, yo fui la galana de todos los galanes, para que tú sepas. Aquel programa de los galanes, todos ellos fueron pareja mía en alguna obra.

Amaury. Aquí yo apunté, porque no quería que se me perdieran todos, o que se me perdieran algunos, aunque se me van a perder: Carlos Alberto Badías, a quien recuerdo, tan bien parecido y tan guapo. Pedro Álvarez, Jorge Marx, Carlos Barba, Rolandito Barral...

Marta. ...Rolandito...

Amaury. ...Familia de mi esposa...

Marta. ...Cómo no, yo tengo una foto con él...

Amaury. ...Jorge Félix, a Jorge Félix lo recuerdo mucho. Y por supuesto, Evelio Taillaq, Enrique Almirante, Frank Negro...

Marta. Sí, pero esos fueron después. Enrique Almirante fue también otro galán mío.

Amaury. No, no, no, pura belleza masculina.

Marta. ¡Sí señor!

Amaury. ¿No te tenían envidia el resto de tus compañeras?, porque todo el mundo no tiene ese récord de galanes.

Marta. No, no, no, seguro que no. Y además, que eran compañeros entrañables...

Amaury. ...Todos eran gentes buenas...

Marta. ...Entrañables, compañeros respetuosos, cariñosos, como unos hermanos, de verdad..., siempre fue para mí, todos tuvieron mucho afecto, mucho respeto, mucho cariño.

Amaury. A mi me gusta rescatar estos nombres, porque son nuestros nombres, son nuestra historia.

Marta. Seguro. Y desgraciadamente como era en vivo la televisión, no se tiene record grabado. Y las fotos se han perdido, las actrices somos las que tenemos algunas fotos, porque siempre había un fotógrafo en el estudio y, por suerte, algunas tenemos fotos, algunos recuerdos. Yo tengo fotos con todos ellos.

Amaury. Sí, que algunos de ellos eran hombres muy...

Marta. ...Bernardo Menéndez...

Amaury. ...Bernardo Menéndez, padre.

Marta.  Sí, el padre, yo no puedo hablar de Bernardito...

Amaury. ...No, no, porque puedes hacer de la mamá de Bernardito...

Marta. ...Bueno, de la mamá estoy haciendo ya...

Amaury. ...No puedes ser la novia, ni la esposa. Martica, vamos a llegar a un programa, que hoy aquí en el estudio, yo te lo contaba cuando llegaste. Alguien me preguntó: Amaury, ¿a quién entrevistas hoy?, le digo, a Martica del Río. Y entonces me dice: ¡Finita!

Marta. Sí señor.

Amaury. Y muchachos jóvenes, o sea, que tienen que haber recibido ese recuerdo de sus padres.

Marta. De su familia, porque ellos no pueden haber visto ese programa. Ese programa estuvo en el aire 14 años.

Amaury. Casos y cosas de casa. Hablemos de esa época de Casos y cosas de casa. Eran, recuerdo, tres programas humorísticos de muy altos quilates...

Marta. Sí, señor.

Amaury. ...Que estaban en la misma semana.

Marta. En la misma semana, cada día había uno. Estaba Detrás de la fachada, los miércoles.

Amaury. "La Fachada, los miércoles. Y los martes era Cachucha y Ramón, ¿no?

Marta. También estaba Cachucha y Ramón, San Nicolás del Peladero, y Casos y cosas de casa, todos los jueves a las ocho y media de la noche.

Amaury. Hablemos de Casos y cosas de casa. Hablemos de cómo se gestó esa idea, de cómo llegó ese programa a la televisión.

Marta. Al triunfo de la Revolución ese programa estaba en el aire. Guillermo de Cum y yo hacíamos una pareja esporádica en el programa, ya desde antes, desde que surgió.

Amaury. ¿Y sería qué año, 57, 58, por ahí, no?

Marta. Bueno, Jorge era, ¿era Jorge el que lo hacía, Jorge y Normita? No, no me acuerdo exactamente. Bueno, el caso es que Guillermo y yo hacíamos de una pareja, un matrimonio de amigos de la casa, que salíamos esporádicamente en el programa. Pero cuando ellos se fueron, la acción pasó a la casa de Finita y Guardiola, que era como se llamaba el personaje de Guillermo. Después, cuando se fue Guardiola, porque a mí se me iban los maridos así..., menos mal que fue en la televisión nada más. (risas)

Amaury. Menos mal que fue en la televisión. (risas)

Marta. Entonces cuando se fue Guillermo, entró Rivero.

Amaury. José Antonio Rivero.

Marta. José Antonio, que fue el que lo terminó conmigo. Y ya entonces al personaje, en vez de decirle Guardiola, se le decía Ignacio. Y entonces bueno, siguió el programa, 14 años estuvimos en el aire.

Amaury. ¿Y por qué? Bueno, yo recuerdo que te pregunté hace rato y te lo voy a preguntar al aire -yo te hice una entrevista afuera y otra adentro porque estaba desesperado por saber, hacía mucho tiempo que no te veía.

Marta. Tú no eres chismoso, ¿eh?

Amaury. No, no, ese es mi trabajo de ahora, mi segundo trabajo aunque se ha convertido en el primero, increíblemente. Pero bueno, uno no sabe dónde se la tienen preparada.

Marta. Para bien, para bien.

Amaury. Para bien, yo creo. Ahí estaba Ana Lasalle, que hacía de Tecla.

Marta. Tecla, que era la mamá mía.

Amaury. Coqui García...

Amaury. ...Coqui García, que hacía de Domingo, un personaje que... Ese programa nunca se pensó que los niños lo vieran, que vaya, les llamara la atención, y fue increíble la telelaudiencia de niños que logró ese programa.

Amaury. ¿Por qué ese programa desapareció? ¿Por qué desaparecen los programas de la televisión? Porque también pasó con Si no fuera por mamá, del que hablaremos un poquito más adelante.

Marta. Sí.

Amaury. Pero esos programas que tienen mucha aceptación  y de repente desaparecen. ¿Por qué desapareció Casos y cosas...?

Marta. Mira, ese programa, bueno, como Núñez Rodríguez...

Amaury. ...Nuestro magnífico y maravilloso, inolvidable escritor...

Marta. ...Sí, señor. Lo escribieron cuando estaban los otros actores, lo escribían varias gentes. Pero después que se fueron también los escritores, y eso Núñez Rodríguez (Enrique) lo agarró y él creó esos personajes que eran Finita, Ignacio, Domingo, Tecla, que eran los fijos, porque nosotros nos reuníamos y aportábamos cosas de la vida, que como seres humanos que somos y que vivimos en este planeta, y que tenemos circunstancias en la bodega y en esto y lo planteábamos a Núñez y Núñez agarraba todo lo que se le presentaba y lo volcaba, porque esa era una familia cubana.

Amaury. Claro.

Marta. Era un hogar cubano.

Amaury. Sí, si, eso es lo que era.

Marta. Y entonces las incidencias de una familia cubana llevada al humorismo. Y Núñez dejó de escribirlo por situaciones, que sabemos, de burocratismo, de cosas absurdas que surgieron y entonces empezaron a escribirlo otras personas con toda la buena intención del mundo, pero no.

Amaury. No tenía la chispa aquella.

Marta. Fíjate que el público, que a nosotros, que éramos a quienes veían en la calle, nos decían: ¿Qué le pasa al programa? Ay, ¿qué le pasa? Y el colectivo de actores, o sea, los cuatro protagonistas planteamos a la dirección de la programación quitarlo del aire antes que el público dejara de verlo.

Amaury. Ah, bueno, en este caso, entonces ¿fueron ustedes mismos?

Marta. Nosotros lo pedimos.

Amaury. Eso se llama pundonor, orgullo.

Marta. Claro chico, si era una cosa que teníamos ahí, mantenida tantos años, con un raiting, con un cariño. Y ya la gente empezaba a no gustarle el programa. ¿Tú sabes lo que es eso? Perder el programa, a quién estaba dirigido el programa; al público.

Amaury. Sí, era una época en que no se podía improvisar tampoco.

Marta. Estás loco. Fíjate que yo leía y decía: esto no lo dice Finita, esto no lo hace Finita. Pues yo sabía quién era Finita, yo la cree.

Amaury. ¿Qué tiempo duró?

Marta. 14 años.

Amaury. Hablemos de los dramáticos. Yo puedo decir, con una sinceridad total, que yo me he emocionado pocas veces en televisión, como con tus actuaciones. Hay algo en ti contenido, no es esa tristeza -en el momento dramático, ¿no?-, en que se desparrama uno en gestos y en cosas. No, es la cosa de la contención. Yo siempre que eso llega más, el tener ganas de llorar que llorar, el aguantarse.

Y hablemos de los programas dramáticos, Una luz en el camino, Iris Dávila escribió varios.

Marta. No, la primera novela que yo hice en televisión, era de Iris.

Amaury. ¿Cuál era?

Marta. Rosa María.

Amaury. Rosa María.

Marta. Es la primera novela que hice en el espacio de Una luz en el camino, así se llamaba el espacio.

Amaury. Ah, era el espacio y tenía distintas novelas.

Marta. Sí, y entonces después Aleida Amaya fue quien siguió escribiendo, porque Iris no escribió más y Aleida Amaya fue la que hizo distintas novelas; se terminaba una y empezaba otra. Y yo trabajaba en todas.

Amaury. ¿Y qué pasó con Ofelita Núñez? Te sustituyó un día.

Marta.  Porque mi mamá murió.

Amaury. Ah, ya.

Marta. Mi mamá murió un día de transmisión de Una luz en el camino. Y la gente de Sabatés, que era quien patrocinaba el programa, quería que yo fuera a hacer la novela. Y el elenco en el que estaban, Candita Quintana, Ramón Veloz, Coralia dijeron. ¡Cómo Martica va a venir si su mamá se murió! Era en vivo.

Amaury. Y era diario, ¿no?

Marta. Era martes y domingo la transmisión y fue un domingo, precisamente, que mamá murió y yo estaba en el hospital, yo estaba con el libreto en la mano al lado de mamá. Entonces Ofe, hablaron con Ofe y me sustituyó. Lo dijeron.

Amaury. Ah, lo dijeron.

Marta. La locutora lo dijo antes de empezar, que me sustituía.

Amaury. Qué maravilla, cuánto respeto, qué maravilla, para el público, quiero decir.

Marta. Sí, dijo que Ofelia me iba a sustituir porque había fallecido mi mamá. Y entonces la sentaron en la silla, con la colita de espaldas, más o menos.

Amaury. Sí, no, pero así y todo le explicaron al público.

Marta. Sí, le explicaron al público, fíjate que todo el mundo se enteró de lo mío, por el mismo programa y después que terminaron la transmisión todos los compañeros fueron al velorio.

Amaury. Y además, eso es respeto al público.

Marta. Seguro, seguro.

Amaury. El público tiene que saber por qué un actor salió, por qué el otro entró.

Marta. Exacto, seguro, todo eso.

Amaury. Por qué un programa se suspende.

Marta. sí se hizo.

Amaury. ¿Y la radio?

Marta. Ah, la radio, Radio Progreso. Los años de Radio Progreso fueron maravillosos. Yo había hecho mucha televisión, ya papeles protagónicos en clásicos y todo en teatros que se hacían, con Vázquez Gallo.

Amaury. Vázquez Gallo, con él trabajaste muchísimo.

Marta. Hay que recordarlo con tanto cariño.

Amaury. ¡Como hay que recordarlo!

Marta. Con tanto cariño, con tanto respeto, un director maravilloso.

Amaury. Por suerte nos duró muchísimos años.

Marta. Sí. Que yo le agradezco tanto, tanto, tanto, porque yo trabajé mucho con él, y me dio muchas oportunidades.

Amaury. El teatro y La novela.

Marta. Las novelas, teatros, los cuentos, todo, todo, yo trabajé mucho con él, adaptación de novelas de la Literatura Universal, Teatro adaptado a la televisión. Clásicos en versos, Lópe de Vega, Moliere, todo eso.

Amaury. ¿Y no te fue complicado? Hay actores, por ejemplo, Enrique Molina dijo que él no podía con el radio, que la radio lo superaba.

Marta. ¡Ay, pero el radio es maravilloso! Porque, espérate, no es fácil, porque el problema es que no es fácil, por eso él no puede.

Amaury. Por eso él lo dijo.

Marta. No, es que no es fácil.

Amaury. Y él es un actor maravilloso...

Marta. Te estoy haciendo este preámbulo, porque después de haber hecho tantas cosas en televisión, yo había hecho esporádicamente en radio cosas, pero cuando a mí me llaman de Radio Progreso, porque Martica Velazco, la compañera actriz.

Amaury. Cómo no, claro que sí.

Marta. A la cual yo quiero tanto, también.

Amaury. Es que estas hablando de gente muy buena.

Marta. Sí, maravillosa compañera, que fue a la Unión Soviética a hacer un trabajo allá en Radio Moscú, y entonces en el espacio de la Novela de las dos, que ella era la protagonista y me llaman para yo trabajar. Mira, Amaury, cuando yo cogí el libreto de la novela, las manos me temblaban como una hoja de qué sé yo, como un ventarrón, así: Taca, taca, ta. Y ya yo había hecho, ya te digo, mucha televisión, pero el radio es dificilísimo... hasta que a la semana ya cogí, ya, porque el medio no es fácil. Tú tienes que interpretar, tienes que situarte en tiempo y espacio, el estado anímico, todo, a través de la voz.

Amaury. Y además, los actores no se están mirando, los actores están leyendo un libreto.

Marta. Leyendo y yo en todo lo que había trabajado era en mi memoria. ¿Tú entiendes? Y además, con movimientos escénicos.

Amaury. Con movimientos. Apoyándote en todo eso.

Marta. En todo eso. Después hice infinidad de novelas, donde hice novelas de Joaquín Cuartas, tremendo escritor.

Amaury. ¿Y en la televisión? Pasión y perjuicio, recuerdo.

Marta. Ah, Pasión y perjuicio.

Amaury. Si me pudieras querer, de las más recientes.

Marta. Sí, no, la más reciente, pero Pasión y perjuicio.

Amaury. ¿Las huérfanas de la Obrapía?

Marta. Las huérfanas..., El rojo y el negro.

Amaury. El Rojo y el negro.

Marta. Hice La madre; hice Fortunata y Jacinta; hice El alma encantada, con otra maravilla... yo tuve la suerte de estar...

Amaury. ...Con Margarita Balboa, con Margot...

Marta. Otra hermana querida, yo, de verdad tuve la suerte... con Gina también, cuando yo entré trabajé mucho...

Amaury. ...Gina Cabrera...

Marta. En el programa de Gina, con ella, y de verdad fueron maestras que me ayudaron mucho y que quise mucho y que de verdad me. Me siento orgullosa de haber trabajado con ellas.

Amaury. Ay, qué bueno. A ver, entonces nos vamos ahora a tu familia. Ha estado apareciendo desde el principio de la entrevista. Y yo he estado tratando de atajar eso para llegar al final y cerrar con la cosa más familiar, más íntima tuya, ¿no?, para que todos los programas no sean empezar hablando de la familia, y terminamos hablando de otra cosa.

Marta. Sí.

Amaury. Hablamos de Rodolfo León, yo sé que así con ese nombre estoy perdido, Macho León, ¿cómo se conocieron ustedes?

Marta. Bueno, en la casa de huéspedes donde yo vivía. Cuando mi mamá murió, yo me quedé, como te dije, mamá me dijo tú vives... Tú no te vayas a vivir con nadie, tú vives según tu conciencia, tú tienes tú vida hecha ya. Ya yo trabajaba en televisión. Y ahí se hospedó la hermana de él con el esposo.

Amaury. ¡Qué bárbaro!

Marta. Pero claro, a mí me conocían, sobre todo Rosalba, la hermana, me conocía de la televisión. Supo, sabían, porque lo habían dicho, como te conté, en la televisión que mi mamá había muerto. Eso fue en el 60 y mi mamá murió en el 59 y me invitaban a  salir para qué sé yo. Y un día, Rosalba, vamos a ver la película, creo que era El último cuplé.

Amaury. Sarita Montiel.

Marta. Sarita Montiel. Y entonces ella: Ay, mi hermano, porque ella empujó como loco; mi hermano y mi hermano, ella tenía adoración conmigo.

Amaury. Porque tú no lo habías visto todavía.

Marta. No, yo no lo conocía. Ella me hablaba de su hermano, ella tenía locura con su hermano. Y entonces; ay, mi hermano va a venir. Yo iba a ver mi película, qué cará.

Y el hermano se aparece con una muchacha. Oye esto, con una muchacha se aparece el hermano en el cine, cuando ya íbamos a entrar. Y entonces yo me senté con Rosalba ahí, y él con la muchacha, y yo comiendo rositas de maíz y viendo la película.

Amaury. Pero tú lo viste, tú sentiste que había un algo.

Marta. No, no, no, en ese momento no, porque además, él estaba con una mujer. Entonces él con su novia ahí, qué sé yo, sentados en el asiento de atrás y nosotras adelante. Se acabó la película y nos fuimos para la casa de huéspedes y él se fue, porque él vivía en Palacio, él estaba allí en la guardia. Y entonces.

Amaury. Sí, porque él es militar.

Marta. Sí, sí, ya él está jubilado pero lo fue.

Amaury. Sí, yo sé.

Marta. Médico, además.

Amaury. Médico, médico militar. Ortopédico.

Marta. Entonces, nada, pasó. Pero vino otro día. Él viene, ya él fue, no fui yo, fue él.

Amaury. Claro, claro, ya él vio a la muchacha del cine.

Marta. Él dice que no, pero bueno. Y entonces, la responsable de la casa de huéspedes, Claudia, que era una vieja encantadora, le dice: mira, el cuarto de Martica, ella a todo el mundo le enseñaba el cuarto mío, qué sé yo y Martica. Ella tenía un lío conmigo. Entonces él le dice a la hermana que me invitara a mí, que iban a pasear.

Amaury. ¿Y la otra, la desapareció?

Marta. Yo no sé. Rosalba viene y dice: Martica, vamos. Yo estaba acostada. Vamos Martica, que mi hermano nos invitó. Ay, Rosalba. Vamos, chica, para que salgas y te distraigas.

Bueno, al fin hizo que me vistiera y saliera con ella. Entonces fuimos a Barlovento. Es lo que es ahora...

Amaury. La Marina Hemingway.

Marta. Marina Hemingway. Era Barlovento. Y me paseó en lancha, en bote.

Amaury. Pero era un romántico, un gondolero.

Marta. Ay, sí, en bote, porque él era un galán. Él no es actor, pero quiero decirte que le falta poco, le ha faltado poco en la vida para ser actor. Y entonces así empezó la cosa.

Amaury. Así empezó el romance.

Martha. Después la hermana ya estuvo un tiempo más y después se fueron para Camagüey y él siguió visitándome ahí, hasta el día de hoy. 50 años.

Amaury. 50 años. Ahora. ¿Cómo se puede mantener un matrimonio 50 años? ¿En base a qué?

Marta. En base al respeto, al respeto mutuo y al amor, por supuesto.

Amaury. Y al amor, sí, sí.

Marta. Por supuesto, eso está descontado.

Amaury. Eso está descontado, si no hay amor, no se puede estar ni un año, ni un mes, ni un día.

Marta. Pero ha habido mucho respeto, tanto yo hacia él y a todo su ideal de vida, a su motivo de vida. Y él a mi carrera, a todo, y entonces eso nos ha mantenido, nuestros hijos.

Amaury. No has tenido que ser especialmente tolerante, no ha sido necesario.

Marta. Bueno, en todo. Decir eso es ilusorio, por supuesto.

Amaury. Pero hay matrimonios idílicos, el tuyo tiene que ser uno, ¡50 años, Martica!.

Marta. Sí, pero bueno, ha sido así y he estado sola mucho tiempo, él en misiones, en todo, pero eso ha sido así. Yo lo admiro mucho, lo admiro mucho y entonces eso ha sido.

Hay que sobrellevar muchas cosas, ahora, la convivencia no es fácil. Pero hay cosas muy por encima de otras que sobreviven a una pareja. Y eso es lo que uno tiene que mantener.

Amaury. Qué bonito, me ha encantado oírte hablar de eso, yo siempre sueño con esos matrimonios largos. En mi familia nadie tuvo matrimonios largos, y ha sido como una asignatura pendiente. A ver, ya llevo 28 años, a ver si puedo llegar.

Marta. Bueno, ya tienes bastante. Ya con la edad que tú tienes.

Amaury. Sí, quiero decir, con la edad que yo tengo, a los 50 no llego, pero, bueno, estoy luchando, que es lo que quisiera.

Marta. ¡Cómo no vas a llegar!

Amaury. Ahora, háblame de tus hijos.

Marta. Ay.

Amaury. Porque yo sé que tú eres una madraza.

Marta. Esos son mi gran tesoro.

Amaury. Eso siempre se ha dicho en la vida, la madraza Martica.

Marta. Eso, bueno, lo aprendí de mi madre.

Amaury. Ahí está.

Marta. Por encima de esas tres criaturitas no hay nada.

Amaury. ¿Cómo se llaman?, a ver, porque tienen unos nombres bien curiosos.

Marta. Yoanka, Dunieski y Yaumara.

Amaury. A Dunieski es el que yo conozco. Ah, claro, a ese sí yo lo conozco. Ese iba por la casa, era amigo de mi hermano.

Marta. Sí, era amigo de tu hermano, sí, muy amigo de tu hermano.

Amaury. A Dunieski sí, ese sí lo conozco yo. A ese lo recuerdo como bien vivo.

Marta. Uf, demasiado, eso es candela.

Amaury. Tú dijiste Martica, ahora hace un ratico, dijiste una cosa que a mí me llamó la atención, quizás porque nadie lo había dicho en el programa. Tú dijiste que te unía con Macho, tu esposo, te unía el amor. Pero dijiste una palabra que hacía rato que yo no escuchaba decirla con tanta sinceridad. Estamos unidos en el amor y en los ideales. Y ahí yo quiero que tú me hables del valor que tiene la lealtad de uno hacia sus propios ideales.

Marta. Cómo no, eso es importantísimo, eso es importantísimo. Porque puede uno equivocarse, pueden las cosas no salir como uno quiera, pero hay un ideal y hay una firmeza de pensamiento y hay principios y hay ética. Y esos son valores que únicamente una gente con ideales de verdad, genuinos puede tener y eso es lo que yo admiro en mi esposo.

Amaury. Lo que pasó de alguna forma de él hacia ti.

Marta. Hacia mí, que sí porque él es combatiente, pero yo no, yo me incorporé a la Revolución cuando triunfó.

Amaury. Tú no tenías nada que ver con eso antes.

Marta. No, pero yo me incorporé de lleno, porque, además, muy humilde como yo soy y era. ¿Cómo no me voy a abrazar a una obra que es para los humildes, entiendes? Yo la sentía de verdad y ahí estoy. Pero aprendí mucho de él y él me ayudó mucho en eso. En ver las cosas, en sentir las cosas. En luchar por las cosas.

Amaury. Eso es muy importante. Porque hay personas que quieren que las cosas caigan mientras están sentados ahí.

Marta. No, no.

Amaury. Por suerte yo conozco pocas personas que son así, pero conozco a algunas personas que no quieren luchar por las cosas que merecen.

Marta. No, no.

Amaury. Que quieren que las cosas se las regalen.

Marta. Qué va, no es fácil.

Amaury. Ya sabemos que en esta vida no es así. Martica. A mí me gustaría que estas entrevistas nunca se acabaran. Y entonces yo podía, no solo tomar café...

Marta. ...Por cierto, que yo no he tomado ni un buchito de café.

Amaury. ...Y no está malo, no está malo.

Marta. Yo soy cafetera.

Amaury. Ah, bueno, pues.

Marta. Como buena cubana.

Amaury. Podemos hacer una cosa que nunca se me ha ocurrido.

Marta. ¿Brindar con café?

Amaury. Brindar con café.

Marta. Bárbaro.

Amaury. Te quiero.

Marta. Y yo, mucho.

Amaury. Te adoro, me ha dado una alegría tremenda que vinieras y me ha dado una gran alegría que trajeras contigo a todos esos duendes maravillosos que te acompañaron, y que de alguna manera se han quedado jugueteando aquí entre nosotros. Y junto con ellos, en su silencio, y yo sonoramente, te aplaudo.

Marta. Gracias.

Amaury. Y te doy un beso.

Marta. Gracias, mi niño.

Amaury. Gracias, mi vida.

Con Amaury Pérez en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

Con Amaury Pérez en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

La actriz Marta del Río en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

La actriz Marta del Río en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

La actriz Marta del Río en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

La actriz Marta del Río en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

La actriz Marta del Río en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

Rafael Solís, Marta del Río y Amaury Pérez en "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

Saliendo del estudio. Foto: Petí

Saliendo del estudio. Foto: Petí

Con el equipo de "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

Con el equipo de "Con 2 que se quieran". Foto: Petí

Amaury acompaña a Marta a la puerta del estudio. Foto: Petí

Amaury acompaña a Marta a la puerta de los Estudios Abdala. Foto: Petí