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EEUU infectó a presos con células vivas de cáncer

En la década del 50, un médico de Ohio inocula células cancerígenas en un prisionero. Foto:

En la década del 50, un médico de Ohio inocula células cancerígenas en un prisionero. Foto: The Colombus Dispatch

En la década de los 60 y 70, a 15.000 marines se les invocó al "deber patrio" cuando los científicos de la Universidad del Estado de Ohio probaron una vacuna de neumonía en ellos

Henry Langlois fue uno de los soldados a quienes se les dijo en 1955 que ellos estaban sirviendo a su país cuando fueron voluntarios para inhalar un agente biológico que el gobierno estaba probando. Un año después, a presos de la Penitenciaría de Ohio fueron "voluntarios" a los que se les inyectó células vivas de cáncer.

En la década de los 60 y 70, a 15.000 marines se les invocó al "deber patrio" cuando los científicos de la Universidad del Estado de Ohio (OSU por sus siglas en inglés) probaron una vacuna de neumonía en ellos.

Estos y otros experimentos financiados por el gobierno en el personal militar, prisioneros y pacientes mentales están conduciendo a una investigación sobre las normas que tienen por objeto proteger a voluntarios para estudios específicos.

La investigación sobre el cáncer concluyó sin ningún resultado exitoso. Foto: The Colombus Dispatch

La investigación sobre el cáncer concluyó sin ningún resultado exitoso. Foto: The Colombus Dispatch

La Comisión Presidencial para el Estudio de Asuntos de la Bioética se reunió la semana pasada para discutir la "protección de seres humanos" luego que el gobierno se disculpara en octubre por la era de experimentos de los años 40. En la investigación, soldados de Guatemala, prisioneros y pacientes mentales fueron infectados con sífilis para probar tratamientos de penicilina.

La vocera de uno de los tres comités de la OSU, que revisó las propuestas que involucran a seres humanos, Karla Zadnik expresó: "Fue algo como ‘gratis para todos'. Parece que no fue regulado y controlado". Cada año los investigadores de la OSU conducen unos 5.000 estudios que involucran seres humanos.

"Hay personas aquí que trabajaron realmente duro cada día para evitar que nada ni siquiera cerca de los eventos del pasado vuelvan a ocurrir", dijo.

Una revisión de los archivos de Dispatch reveló varios estudios en los años 50 y 60 que utilizaron a prisioneros de la Penitenciaría de Ohio. Ellos incluyen una prueba de vacuna en la cual los prisioneros eran infectados con tularemia, o fiebre del conejo, y una prueba de pastillas de fluoruro para determinar su efecto en la sangre humana.

En 1958, tranquilizantes fueron probados en 90 prisioneros. Quizás la más famosa fue la prueba de la vacuna de cáncer. Hasta 160 presos fueron inyectados con células de cáncer vivas.

El estudio, copatrocinado por el Estado de Ohio y el Instituto de Investigación Sloan-Kettering, operó desde 1.956 hasta 1.961. Eventualmente, investigadores indicaron que perdieron el rastro de la mayoría de los prisioneros y por lo tanto no tuvo resultados.

Zadrick expresó que experimentos como esos no serían aprobados en la actualidad. Habrían demasiadas preocupaciones en torno al valor científico, riesgos y si los prisioneros y tropas fueron empujados para ser voluntarios.

"Esa es una población vulnerable de la que usted podría aprovecharse', dijo.

Actualmente, los investigadores deben asegurar que los comités de revisión que prueban a humanos están plenamente conscientes de los potenciales riesgos y beneficios.

Arthur Caplan, director del Centro de Bioética de la Universidad de Filadelfia, dijo que se necesitan protecciones aún más estrictas. Indicó que las investigaciones en EEUU implican cada vez más pruebas a seres humanos en otros países, y no siempre está claro si las mismas reglas son aplicadas ahí.

Y mientras industrias tales como las compañías farmacéuticas aumentan el financiamiento para esfuerzos de investigación, hay crecientes preocupaciones en torno a que si el financiamiento están influenciando los estudios.

"La investigación en sí está cambiando", dijo Caplan. "Usted no quiere supervisar una empresa de investigación del siglo 21 con un sistema de guía de la década de los 70".

(Tomado de Thecolumbusdispatch.com)

Texto traducido por Ivana Cardinale para El Correo del Orinoco