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Actor mexicano Gael García Bernal expresa en twitter pesar por muerte de Granado

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Fotografía de archivo de Gael García Bernal, Alberto Granados, y Aleida Guevara, hija del Che Guevara, durante la presentación de la película "Diarios de Motocicleta" en La Habana

Fotografía de archivo de Gael García Bernal, Alberto Granado, y Aleida Guevara, hija del Che Guevara, durante la presentación de la película "Diarios de Motocicleta" en La Habana

El reconocido actor mexicano Gael García Bernal, quien interpretara al Che en la premiada película "Diarios de motocicleta", de Walter Salles, transmitió en su cuenta de twitter su sentir por la muerte en La Habana de Alberto Granado, el amigo de Ernesto Guevara en su aventura en motocicleta por América Latina.

Granado fue el asesor principal de la película estrenada en el 2004 e hizo una linda amistad con Gael y con el actor argentino Rodrigo de la Serna, quien interpretó su personaje en la gran pantalla. De aquellos días de filmación del largometraje salió también un emotivo documental donde Granado cuenta las peripecias del viaje con el Che.

En su cuenta de twitter, Gael García Bernal escribió: "Falleció hoy por la mañana el mejor compañero de viaje: Alberto Granado. Descansa en paz Mial querido-sigue viajando con Fuser y la Poderosa."

Se han publicado 6 comentarios



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  • Jacques-François Bonaldi dijo:

    GRANADO, Y NO GRANADOS

  • H. LO dijo:

    GRANADOS UN TREMENDO PERSONAJE / GAEL UN TREMENDO ACTOR .
    De Gael Garcia Bernal he visto muchas de sus peliculas y sus actuaciones son realmente de un profesional increiblemente dedicado a su profesion. Es uno de mis actores favorito y donde quiera que el haga presencia como actor es garantia de una buena pelicula. En la interpretacion del Che fue fenomenal. Felicitaciones.

  • maria ayala dijo:

    Gael García Bernal escribió: “Falleció hoy por la mañana el mejor compañero de viaje: Alberto Granado. Descansa en paz Mial querido-sigue viajando con Fuser y la Poderosa.”
    NO SE ME OCURRE MEJOR DESPEDIDA A ESTE QUERIDO COMPAÑERO

  • Olimpio Rodriguez Santos dijo:

    Gael García Bernal hizo un doble homenaje con su excelente pelicula y con sus palabras de hoy "honrar honra"

  • Daylen dijo:

    Se me han aguado los ojos de tristeza al enterarme del fallecimiento de Granado y al leer el emocionante mensaje de Gael, creo que está claro el sentimiento de afecto y admiración del actor hacia Granado. Los cubanos amamos al Che, y a través de Gael lo vimos personificado, quizá entonces ya amamos a Gael también, muy linda la película, excelente actuación, al igual que la del actor que interpretó el personaje de Granado.
    Mi novio es de apellido García y cuando tenga un bebé con él, si eso ocurre, le pondré Gael, que me disculpe el actor, pero es que lo admiro mucho, sería un homenaje de mí para él.
    Saludos.

  • Andres Castillo Bernal dijo:

    Por Andres Castillo Bernal

    Que pesar la muerte para todos los guevarianos, cheistas, la muette de Granados. Tuve el privilegio de conocerlo en el año 2003 y compartir con el varias horas cuando lo entreviste para el libro The Che handsbooks, publicado en Inglaterra posteriormente. Luego esa misma entrevista la publique en uno de mis libros sobre el Che, que titule Ellos cuentan sobre el. Aqui se ha publicado la version en español de la referida entrevista. Primero en en una edicion pequeña que titule Minienciclopedia de la Revolucion Cubana. Se hicieron 4 impresiones una en Cuba y las demas en Mexico, en pequeño formato. A partir del pasado año, ese titulo lo enriqueci con nuevas extrevistas y textos, incluida una carta de uno de nuestros 5 heroes prisioneros en USA...el compañero Gerado Hernandez. Ahora se ha publicado en 5 ocasiones en un formato mayor. Este se ha presentado en distintos escenarios en Mexico y en la recien concluida de la Feria de La Habana y en la de mi pueblo natal Sancti Spiritus.
    Aqui esta la entrevista....

    AMIGO HISTÓRICO
    Entrevista con Alberto Granado sobre su amistad con el Che
    Fecha: 23 de diciembre del 2002
    Sobre la amistad, nosotros tenemos un concepto, y es que la
    misma está por encima de todo. Si hay alguna situación de
    infidelidad, siempre se dice lo siento por vos que eres mi amigo y no
    por ella que te engaño. Otro que dice: la hermana del amigo es
    inviolable y, la esposa del amigo es intocable, lo cual cumplimos al
    pie de la letra. También tenemos un dicho que lo leí en una revista
    humorística y que yo lo usaba mucho. Decimos la vaca no habla...
    res non verba, hecho no pagada... y cuando le preguntábamos al
    Che, es decir a Ernesto, como te fue con la piba, respondía… la
    vaca no habla. Yo tenía una serie de refranes, como yo era mayor,
    además, yo tengo un temperamento muy jovial...
    SER SU AMIGO, NO ERA FACIL
    Ser amigo de Ernesto Guevara o del Che Guevara, no era fácil
    porque tu sabes que existe un poco la condescendencia hacia el
    amigo y muchas veces se dice, será borracho o mujeriego y trata
    mal a la mujer pero el es amigo mío, o yo lo defiendo porque es mi
    amigo. En eso el Che no entraba. El amigo era amigo mientras se
    mantenía como él lo había conocido, honrado, buen amigo, capaz
    de brindarle al que no tenía. Desprenderse de las cosas materiales
    para ayudar a los demás. Era muy vertical y auto-exigente consigo
    mismo, siempre se vislumbró de esa manera, desde joven. Si tu no
    admitías crítica, si a ti te gustaba que estuvieran halagándote. Si tu
    te automentías, era muy difícil que fueras amigo del Che, porque el
    siempre te buscaba las cosquillas, llegaba el momento que te
    molestabas, te daba rabia. Tu le hacías un cariño y el era seco
    muchas veces. Tengo una anécdota especial. Yo trabajaba en un
    Leprosorio que era en San Francisco de Chañear y Ernesto hizo un
    viaje en bicicleta, con un motor, por toda Argentina, por las catorce
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    provincias de nuestro país. Unos 4,500 kilómetros y pasó por el
    Leprosario para estar conmigo. Se le rompió la bicicleta. Uno de
    esos instantes quedó grabado en una fotografía donde también hay
    un leproso conocido por el chino Cen. Esta sentado en una silla de
    rueda. Bueno es un detalle. Hablamos de todo lo que estábamos
    haciendo en el Leprosorio. Arreglamos la bicicleta y el día de la
    despedida que iba a seguir viaje, hicimos una fiesta. Eso fue en
    1950. Él todavía era estudiante de medicina. Hicimos la fiesta,
    estuvieron unas amigas y la estábamos pasando muy bien, pero
    cuando fuimos a tomar unos tragos recordé que a él no le gustaba y
    de hacerlo solo era con bebida dulce. Entonces sin decirle a donde
    iba, me fui como a cinco kilómetros, en una moto a buscar una
    bebida dulce para él. Como le gustaba con hielo voy a la casa del
    senador del Departamento, ese que era el único lugar donde había
    una nevera de gas, de kerosina. Le digo mire señora, mi amigo que
    ha venido de Buenos Aires está bastante mal, le duele la cabeza y
    usted no me podría dar un poquito de hielo. Era para hacerle el
    coctel a él. Bien empezamos a tomar y en eso apareció la señora del
    senador y Ernesto se tiró en el suelo, y empezó a fingir que le dolía
    la cabeza. Así era él, un ser humano común y corriente, porque
    luego quieren olvidarse de eso, por que trascendió como un hombre
    excepcional. Si no tenemos presente momentos como ese nos
    alejamos de él y será imposible imitar su ejemplo. Lo mistificamos.
    La señora se dio cuenta que no era cierto. El simplemente dejó de
    fingir y río. Eran como las seis de la tarde, el estaba muy contento y
    habíamos quedado que yo lo iba a llevar arrastrándolo desde la
    moto mía para ganar terreno. Y entonces este tipo, me dice: “Petiso,
    te voy a decir una cosa antes de irme. Se ve que a vos te gusta tanto
    la lepra, las investigaciones o será que aquí vos sos el rey de los
    pajaritos y te tiras todas las minas2 que querés y tomas todo el vino
    que te da la gana...y le digo: “vos porque no te vas a la mierda...”
    Pienso que esas cosas hablan del Che, de su sentido del humor, de
    la amistad.
    2 Mina. Expresión utilizada por los argentinos para nombrar a las mujeres.
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    LOS AMIGOS VERDADEROS SIEMPRE DICEN LA
    VERDAD
    Otra prueba grande en el sentido de la amistad es la carta de
    despedida que le deja a Fidel cuando parte hacia el Congo en abril
    de 1965”. ¿Tú crees que hacía falta que él dijera que su única falta
    de alguna gravedad, con relación a Fidel, era no “haber confiado
    más en ti desde los primeros momentos de la Sierra Maestra y no
    haber comprendido con suficiente celeridad tus cualidades de
    conductor y de revolucionario”? Un hombre que viene en un barco
    que se hundía solo, que viene con 81 hombres a iniciar una
    Revolución, que lo sigue donde quiera y que eso luego fue tomado
    por los contrarrevolucionarios para atacar a Fidel. Para mí eso
    demuestra su concepto tan firme de la amistad y que no se podía
    quedar con nada por dentro. Así son los verdaderos amigos, siempre
    dicen la verdad, en el momento oportuno. Eso es lo más importante,
    él siempre te obligaba a ser mejor de lo que uno es. Te confieso que
    aun hoy yo no puedo dejar de pensar que diría Ernesto de esto, que
    diría Ernesto de lo otro. Eso me ocurre hoy todavía cuando voy a
    adoptar una decisión que considero importante, o muchas veces en
    cualquier otro instante de la vida diaria. Porque realmente te puedo
    decir que casi siempre tenía la razón. Muchas veces discutíamos en
    el viaje, sobre quien tuvo la culpa que la vaca se ahogó,
    discutíamos sobre cosas así, muy formales, muy directas, para que
    todo saliera lo mejor posible, nunca tuvimos dudas, siempre
    analizábamos como íbamos hacer las cosas, para zanjar alguna
    diferencia.
    Sin lugar a duda en el curso del viaje nuestra amistad se
    profundizó más aún. Era un viejo sueño que yo tenía. Esa era una
    idea que bullía en mi mente desde los 14 años. Desde entonces me
    leía todo lo que se escribía o casi todo lo que se publicaba sobre
    este tipo de viajes en el mundo. Tenía un libro que se llamaba Los
    tesoros de la Juventud, unos 20 tomos. Me los conocía de memoria,
    tenía hasta mi táctica y estrategia de como haría. Si algo no me
    interesaba mucho me decía “eso lo haré después del viaje” y si era
    algo que me interesaba de verdad, pues me ordenaba doblemente y
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    lo hacía antes del viaje. Hasta eso preveía, pero además yo iba
    valorando el viaje. Digamos si me encontraba con un candidato de
    viaje y le gustaba la literatura yo le decía: “vos te imaginas que
    nosotros llegamos a Roma y empezamos a leer los incunables y
    empezamos a leer toda la filosofía griega directamente”. Si al tipo le
    gustaba la cacería le decía “si fuéramos a Uganda donde hay 145
    mil cocodrilos, y me decía “hay que bueno”, le ponía hasta la
    cifra”. Todo el mundo quería venir conmigo Pero al final me
    encontré al mejor, no podía ser otro: Ernesto Guevara de la Serna.
    Mejor que ese no lo podía esperar.
    LUCHA CONTRA LA LEPRA
    Y así partimos con una ventaja a nuestro favor y es que ni el,
    Ernesto, ni yo, le teníamos miedo a la Lepra. Esta no era muy
    estudiada, pero si muy temida y nosotros íbamos cargado de mucha
    sensibilidad y ternura para ayudar a los enfermos. No creíamos en
    contagio, ni guantes llevábamos y eso nos abría mucho camino.
    Sabíamos que seríamos bien acogido, a veces teníamos nuestras
    diferencias con los médicos, no querían que pasáramos a donde los
    enfermos sin los guantes o que nos comiéramos un melón de agua,
    pero lo hacíamos. Ninguno de los dos le hacíamos rechazo a la
    lepra y eso nos ayudó. Yo a veces me pongo a reflexionar, a
    recordar aquellos momentos y allí encuentro la ternura, la
    sensibilidad que le han querido negar al Che, olvidándose de que el
    era un ser humano como otro cualquiera, al margen de su
    trascendencia en el campo de las ideas militares, económicas,
    políticas, sociales, filosóficas y artísticas, pues no se debe olvidar su
    afición por la fotografía y la poesía, donde también
    incursionó.
    Recuerdo una vez que en una visita a un leprosario, él llegaba
    todas las mañana a trabajar, hacer bioxias, en fin y había una
    muchacha, muy bonita, pero muy enferma, con unas manchas por
    todo el cuerpo, pero tenía la cara perfectamente limpia y las manos
    completamente sanas y una mancha en un brazo, pero ella siempre
    andaba con blusas de mangas largas. Y cada vez que llegaba un
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    médico, ella le decía “míreme doctor usted sabe que aquí no me
    quieren dar de alta, pero yo ya estoy bien. Y en mi casa me están
    esperando. Es allá en Tucumán”. Ernesto se impacta y me dice “no
    será verdad, no será que vos estas muy exigente, ella está sanísima”.
    Le digo, vamos te voy a demostrar cómo está la muchacha, ven
    conmigo. Empiezo a revisarla, la desnudo, le pongo una bata.
    Comienzo hacerle una prueba llamada de sensibilidad con un tubo
    de agua helada y un tubo con agua hirviendo que se lo voy
    poniendo en las zonas no afectadas alternativamente y el paciente te
    va diciendo, frío, caliente.
    El me miraba como diciendo, “viste que yo tengo razón”. En un
    momento tomo una aguja intramuscular y la pongo a mi lado, sin
    que ella me vea, pues estaba de espalda a nosotros y la pincho
    donde yo sé que ella no sentía y la pobrecita responde: “caliente”,
    tratando de adivinar. Ella no podía responder nada, le apliqué la
    aguja a una parte que ya estaba insensible por la enfermedad. Y
    Ernesto puso una cara, esa cara que él ponía, así... sin la barba y me
    dijo: “hijo de puta, como no te da vergüenza, te has
    desensibilizado”, le contesto Ernesto yo te quería demostrar cuál era su
    verdadero estado. Eso fue algo que le llegó a lo más profundo de su
    sensibilidad y a mí también, lógico, me sentí mal. Yo le pedí
    disculpa y el me insistía...También quiero recordar el día que los
    leprosos de San Pablo nos despiden. Ese día en la orquesta va un
    una persona que le faltaban los dedos y se había puesto unas cañitas
    para poder tocar el instrumento y entonces Ernesto le hace una carta
    a la madre donde describe como unos leprosos se van acercando y
    otros alejando. Para mí en ese momento el se sintió muy sensible
    por el cariño de la gente y ahora yo, medio siglo después, lo veo un
    poco como que ya el se va alejando del concepto de la medicina
    privada para irse insertando en lo que pudiera ser un concepto de la
    medicina para el pueblo, para los humildes. Tal vez sea es algo un
    poco romántico pero es el análisis que yo hago.
    Y abundando un poquito más sobre el concepto de la amistad o
    el trato que el tenía para las personas cualesquiera que fueran,
    también recuerdo que mucho tiempo después el mantenía
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    correspondencia con algunos que fueron pacientes suyos. Lo estuvo
    haciendo con uno a quien le había hecho una pequeña operación en un
    codo. A el le gustaba escribir mucho, también se carteaba con
    Soraida Boloarte, que era la asistenta social del Servicio de Lepra de
    Perú.
    Le mandó una tarjeta de cuando navegábamos en una balsa. Le
    gustaba mostrar su cariño y mantener la amistad a través de la
    correspondencia.
    COMO CONSTRUIR UNA SINCERA AMISTAD
    Si fuera a darte una opinión sobre qué pilares debe construirse la
    amistad te diría que la misma para ser sincera debe erigirse en la
    intolerancia en las cosas de principio y la tolerancia en las
    pequeñeces que diferencian a un individuo de otro. Eso es lo que yo
    creo que es lo más importante de todo, ser intolerante en las cuestiones
    de principio, para mi eso es fundamental. Cuando él ha hablado de
    mi en sus libros de forma tan elogiosa, siento como que yo no fui,
    suficientemente indulgente con él en ciertas cosas. Yo lo admiré,
    pero podía estar más tiempo con él, por que él me buscaba, pero
    como el era Ministro a mí no me gustaba hacerle perder tiempo. Eso
    es lo único de lo que arrepentimiento. Debí haberlo buscado
    más. El cada vez que iba a Santiago de Cuba, cuando yo estaba en
    aquel tiempo de fundador de la Escuela de Medicina de Oriente,
    nunca dejó de verme. Yo cada vez que venía a La Habana lo
    llamaba, yo podía verlo sin llamarlo, le decía, “a qué hora te puedo
    ver que no te moleste”, con eso ya yo le estaba poniendo una traba
    y me decía, no ven a la una menos cuarto y vamos a tomarnos unos
    mates. Yo iba encantado, pero pasada una hora le decía: “me voy”.
    Pero el seguía conversando un poquito más, pero era decisión de él.
    Yo me limitaba porque no quería robarle su tiempo, claro, el lo
    sabía. Pero igualmente te digo que entre las personas que podían
    subir el ascensor del Ministerio estaba yo, que no tenía que estar.
    Eso demostraba hasta donde era su cariño hacia mí.
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    Antes de irse al Congo, en abril de 1965, creo que quiso
    despedirse de mi de una manera muy a lo Ernesto con pocas
    palabras y tal vez sin ponerse sentimental o por lo menos no
    aparentándolo. Me dejó un regalo muy preciado con compañeros de
    la dirección de la Revolución: los tres tomos de una de las obras
    fundamentales de la historiografía cubana: El Ingenio de Manuel
    Moreno Fraginals, historiador cubano ya fallecido. Los mismos me
    fueron entregados después de su captura y asesinato en Bolivia, el 9
    de octubre de 1967. El quid de lo que te digo está en la dedicatoria.
    Dice: Te espero gitano sedentario cuando el olor a pólvora
    amaine. Porqué te digo esto, porque algunas de nuestras discusiones
    eran referentes a la toma del poder revolucionario, porque él solo
    creía en la lucha armada y yo decía que debía haber otra forma.
    Claro, yo siempre respeté sus criterios como él los míos. Eso
    también es importante en la relación de amistad entre dos amigos
    sinceros. En estos casos yo siempre recuerdo lo que dijo Benito
    Juárez3: Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al
    derecho ajeno es la paz. Y no te quepa duda, en mí opinión, que
    Ernesto, primero y el Che después, era consecuente con este
    precepto y sus ideas, su manera de pensar las forjó a partir del
    respeto que sentía por él mismo y los demás. Lo demostraba en
    cada momento a riesgo de su propia vida si de eso se trataba.
    Consecuente con su manera de ver la vida, pienso que esa
    dedicatoria me llamaba a su lado cuando el tronar de las armas, es
    decir la llegada de la victoria, lo permitiera, porque siempre estuvo
    convencido de ello. Acórdate del final de la carta de despedida a
    Fidel: Hasta la victoria siempre.

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