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Cienfuegos rinde tributo al músico Felito Molina

Felito Molina en Cienfuegos.

Felito Molina en el parque Cienfuegos. Foto: Orlando Silvio Silvera

Cuando me encontraba reuniendo imágenes para dar los últimos toques a mi libro Donde vive la música, recibí  como regalo este retrato que mucho agradezco al fotógrafo Orlando Silvio Silvera. He dicho retrato porque no bastan las palabras para abarcar, con la elocuencia y profundidad de la imagen que tenemos delante de nuestros ojos, tanto rasgo capaz de definir al hombre, al músico y al cubano ("sureño"-aclararía él si pudiera enmendarme la plana) que fue Felito Molina. En medio del parque de su Cienfuegos, vestido de guayabera, con toda la carga de su timidez concentrada en un poco de susto y el valor repartido entre el amparo que le dan, a su espalda, el Apóstol y la bandera; a su derecha, los sillones verdes de hierro testigos de su corretear,  soñar y suspirar cada vez que regresaba de cualquier punto del planeta adonde le hubieran llevado el bajo que hizo bailar a tantos mortales desde las filas de la orquesta de Barbarito o esa guitarra firme que sirvió de soporte a Ñico Membiela: esa misma que le ayuda a empuñar el acorde de Sol Mayor con la novena en la cuarta cuerda, registrado para siempre a su manera, en esta foto, por el lente de una cámara digital.

La vida entera de Felito fue un acto de entrega a la música. Nacido el 15 de diciembre de 1920, le tocó vivir su infancia y adolescencia hermanado con otros grandes como lo fue Rafael Lay, ser contemporáneo de Marcelino Guerra (Rapindey) y de René Hernández, ese grandísimo pianista y arreglista nacido en Cruces que llegara a convertirse en un personaje imprescindible en la historia del jazz latino y de la música popular cubana del siglo xx a través de sus trabajos con la orquesta de Machito así como en la discografía de estilistas como Vicentico Valdés y Panchito Riset. Cuando en los años 40 -en compañía de sus hermanos Eloy y Miguel Ángel--decidió probar suerte en la capital, quiso la vida ponerlos a compartir  una habitación en pleno barrio de Cayo Hueso donde comenzaba ya a ejercer su atracción musical el llamado "grupo del feeling". Atento al vuelco que estaba dando el lenguaje de la guitarra por obra de Vicente González Rubiera (Guyún), sin perder pie ni pisada a este gran músico, no solo vivía pendiente de los programas radiales desde donde se proyectaba la labor del Maestro sino que recorría las emisoras y se las arreglabaa -quieto y calladito como era-- para apreciar en vivo el arte de cada ejecutante. Había fundado el trío Los sureños, conocía al dedillo el modo cienfueguero de la charanga, vivió de cerca en la capital el hervidero provocado por la emisora Mil Diez, donde hubo sitio para todo lo que ya era grande así como impulso para toda corriente nueva que trajera luz propia. Tiempo de Arcaño, Mántici, Guerrero, Guzmán, la primera Guillot y el naciente feeling que asomaba la cabeza en la voz y guitarra de Portillo de la Luz.

A lo largo de su fecunda y hermosa vida, Felito Molina anduvo con los ojos y el corazón vueltos hacia Cienfuegos, desde donde podía proyectar, para beneficio de los demás,   su dominio de la guitarra acompañante o el bajo característico del mundo de la charanga; allí fundó y dirigió su propia orquesta Revelación; siempre estuvo dispuesto a prestar su experiencia a empeños novedosos y brillantes que afloraran en otros puntos de la Isla, como las orquestas Aliamén y Maravillas de Florida. Su labor como compositor fue incesante, sobre todo en los dominios del bolero y el cha cha chá (fue autor del exitoso Salsita y cariño, que popularizara la Orquesta Aragón).

Uno de sus discípulos más queridos, el trovador Lázaro García, se cuenta entre los numerosos deudores de su ejemplo y buen hacer. Fundador de Los Aragoncitos, junto a otro de sus seguidores, el violinista Iván García,  Felito creó el tema, así como buena parte del repertorio que ha contribuido a mostrar el perfil único de esta juvenil agrupación. Ambos discípulos encabezan la lista de amigos y colegas que, con el apoyo de las instituciones culturales y el gobierno de su ciudad natal, se disponen a conmemorar de la manera más sentida, así como él mismo lo hubiera querido, el aniversario 90 de su fecha natal. Un conversatorio en la Biblioteca a las 4 de la tarde el martes 14, hará posible que salgan a relucir anécdotas y semblanzas del querido Felo coronadas -con toda seguridad-con la interpretación de alguna que otra de sus piezas favoritas o de sus composiciones más reconocidas; un concierto lleno de amor,  amplia y variada muestra de su quehacer autoral,  coronará, por todo lo alto, la segunda jornada de este ejemplar acto de tributo que tendrá lugar la noche del miércoles 15 en el Teatro Tomás Terry. Encabezados por Los Aragoncitos, aparecerán en escena destacados solistas y agrupaciones vocales así como la Orquesta Revelación. El testimonio grabado de esa noche se convertirá en la más auténtica base para armar una oferta discográfica memorable que -ojalá-pueda materializarse y llegar muy pronto a nuestras manos.

Almendares, 12 de diciembre de 2010

Conjunto de sones "Los Naranjos" interpreta "La rumberita de hoy", de Felito Molina