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Imágenes inéditas de la Mina San José de Chile tomadas por los rescatistas

"Me avisaron la mañana del martes que era el primero en bajar y el último en subir, así es que fue un orgullo (...) somos 54 brigadistas en El Teniente y había posibilidades de que viniera (...). Ensayamos toda la semana en la cápsula, ya estábamos acostumbrados. El hecho de pensar en bajar 600 metros...".

Manuel González, rescatista de Codelco

"Estaba navegando hacia Pto. Montt y no se permite el uso de teléfonos (...). Después vi que tenía siete llamadas perdidas del comandante Andrés Llarena. Me preguntaba si estaba dispuesto a venir a Copiapó a cooperar. Como buen enfermero naval, la respuesta fue que sí (...). Fue tres semanas atrás".

Sargento segundo Cristián Bugueño

"Estaba haciendo un curso en la Escuela Naval. Estaba en la sala de clases (...). Y si bien es un orgullo participar, la esposa no va a estar muerta de risa porque su esposo se va a meter a una cápsula en una mina que se está derrumbando".

Sargento Roberto Ríos, aspirante a oficial de la Armada.

"Yo estaba en mi casa, viendo tele, en Quilpué (...). Cuando me notifican, siempre soy muy reservado. Hasta el momento en que me vieron en la cápsula, (en mi familia) no sabían que iba a bajar".

Patricio Roblero, cabo primero de la Armada.

"Por ser el primero, no tenía que bajar con los ojos cerrados (...). Siempre fui pensando y mirando para ver si había algún tipo de anomalía en el tiro. El primero que bajaba tenía que hacerlo sí o sí. El tiro estaba en perfectas condiciones (...) conversé un buen rato con Luis Urzúa, el jefe y último en salir. Era un tipo muy pausado, que transmitía seguridad. Se notaba que era un líder innato y mantuvo a la gente ordenada. (Mientras), yo transpiraba parado. Había 40° y humedad".

Manuel González, rescatista de Codelco

"Yo he estado en Panamá, trabajando a 36 grados y con casi 100% de humedad y esa era la sensación (al bajar). Algo muy húmedo. Y uno piensa que de esa manera trabajan y lo encontré de bastante sacrificio. Un trabajo que no haría cualquiera (...). Era un clima hostil, con barro. De repente nos comentaban que las rocas crujían, que la mina estaba viva. Que se escuchaban como detonaciones, y como he trabajado con explosivos, trataba de imaginar lo que sentían ellos. Debe haber sido muy angustiante".

Sargento Roberto Ríos, aspirante a oficial de la Armada.

"Yo he tratado de comparar. Estuve en la cueva del Milodón el 95, y es como estar en la cueva, pero en menor escala. Se siente igual, húmedo y tierra y roca por todos lados".

Patricio Roblero, cabo primero de la Armada

"Al bajar, los movimientos de la cápsula eran dos: uno era el roce de la rueda, como un skate que iba pasando, y el otro cuando salía del casing. Luego había otro movimiento que era el cambio de diámetro, pero ni se notaba (...) la cápsula la detenían un rato antes de llegar abajo, y ahí empezaba a sentir todo el ruido de los mineros: '¡Viene el marino! ¡Viene el marino!'. Y otras palabras mineras que no se pueden repetir (...). Al llegar no quería que el encuentro fuera algo parco, militar. Había que romper el hielo. Entonces, como soy cristiano, les hablé un poco de Dios. Les dije que estaba muy agradecido, que esta era una bendición para mí (...). Estábamos mentalizados para que no sucediera nada, que el éxito de la misión fuera completo y estar presentes en todo momento, como lo hicimos".

Sargento Roberto Ríos, aspirante a oficial de la Armada.

"Florencio Avalos era la prueba de fuego para nosotros. Si ese resultaba, si llegaba bien arriba, era porque nos íbamos por un tubo (...). Pero hubo un par que se paseaba mucho, Edison Peña y Jimmy Sánchez, que eran de los más jóvenes (...). Sabían que iban a subir, pero se paseaban, ansiosos (...). A Jimmy Sánchez en un momento lo tomé y le dije un par de improperios: 'Estái con la presión alta', le dije. 'Si seguís así, vai a subir al último, no te puedo subir así', y ahí se empezó a calmar (...). Peña hacía gimnasia adentro, era como un atleta dentro de la mina y me llamó la atención que era un gallo muy acelerado: cuando llegamos, subió corriendo a saludarnos y luego bajó corriendo también. Era como una forma de botar tensiones. Para eso también bromeaban entre ellos. Al segundo rescatado, Mario Sepúlveda, cuando iba subiendo la cápsula le gritaban 'menos mal que te vai' y 'menos mal que echaron a este', porque quedaron más tranquilos".

Manuel González, rescatista de Codelco

"Mamani, el boliviano llegó y me dijo: 'Quiero llegar arriba y arrodillarme. Quiero dar gracias a Dios, ¿Puedo?' Y yo dije: 'chuta, va a llegar arriba y lo van a pescar y lo van a subir a la camilla". Entonces, hablé con la superficie. Estaba Pedro Gallo y le dije: 'Oye, sabes que Carlos Mamani tiene una petición' y dije que en la parte médica estaba bien, no tiene problema, para que lo autoricen a arrodillarse".

Sargento Roberto Ríos, aspirante a oficial de la Armada.

"Esto fue cuando estaba hablando por el teléfono. Iba subiendo Yonni Barrios, el enfermero, y alguien preguntó cómo le dicen y alguien atrás saltó y gritó: '¡Dos mujeres y un camino!'. De arriba me dijeron 'oye, se escuchó', porque el teléfono estaba abierto, pero yo no lo dije (...). No habría hecho algo así".

Patricio Roblero, cabo primero de la Armada

"En un momento estábamos todos ahí, cinco o seis de los mineros, y se sintió caer una piedra y esa piedra botó un cable de una de las cámaras. Así que al final quedamos con una cámara, justo cortó el cable y era de fibra óptica, así que no la pudimos unir (...). Era un planchón como de un metro y medio por dos metros. Afortunadamente, era el cable de una de las cámaras. Eso fue cuando íbamos como en la mitad de la operación".

Manuel González. Rescatista de Codelco.

"No fue tan puntual ni con lujo de detalles, pero nos manifestaban las sensaciones que tenían ellos: qué sintieron cuando caía la roca. Decían que cuando cayó una tremenda mole, los vacíos (de aire) que se formaron los chuparon hacia la roca. Se escondieron en unos camiones que tenían, y unos que iban saliendo se devolvieron (...). Lo otro que me llamó la atención es que cuando hicieron los sondajes, ellos escuchaban a lo lejos. Y cuando los dejaban de oír, por un cambio de martillo o cualquier otra cosa, sentían una angustia tremenda, de decir 'nos dejaron abandonados' (...). Yo me ponía en su lugar y debe ser muy fuerte la sensación de decir 'se olvidaron de nosotros'. Nos relataban eso, no quebrados, pero me ponía en el lugar de ellos y debe haber sido terrible.

Sargento Roberto Ríos, aspirante a oficial de la Armada.

"A mí también me contaban lo que había pasado, cómo había sido. Me querían mostrar, pero yo les dije que no, que no fuéramos a tener otra desgracia (...). Lo único que queríamos era cumplir nuestra misión, que era sacar sí o sí a los 33".

Patricio Roblero, cabo primero de la Armada

"No queríamos turnarnos, queríamos ir 'a morir' con la tarea, no queríamos perdernos de nada. Cada dos cápsulas nos mandaban una batería de agua".

Sargento Roberto Ríos, aspirante a oficial de la Armada.

"Nos ofrecían comida y otras cosas, pero lo único que queríamos era líquido, porque hacía mucho calor. De repente nos llegó un sándwich y comimos, pero poco. Estábamos a full. La adrenalina estaba muy alta".

Manuel González, rescatista de Codelco.

"A todos los chequeamos y los dejamos que hablaran antes de subir. Mientras, nosotros hablábamos: 'Ya, le llegó el segundo aliento, el tercer aliento', decíamos y nos mojábamos otra vez.

Patricio Roblero, cabo primero de la Armada

"'¡Go, go, go!', nos decíamos abajo, y en verdad logramos mecanizar el sistema. Esto fue como en la mitad. Empezamos a ver que teníamos también menos problemas (...). Al principio hubo pequeños problemas con la puerta, pero después, cuando se solucionó, ya le agarramos la mano, nos fuimos derechito (...). Con el único que teníamos un poco de temor era por Mario Gómez, el viejito que subió con una máscara, porque él tenía un poco de silicosis. Con él había que tener un trato especial. Pero se adaptó bien, lo veníamos preparando entre tres personas desde antes, con la idea de que se acostumbrara a la máscara. Afortunadamente no tuvo problemas, incluso se pegó unos gritos desde arriba cuando iba subiendo, '¡Estoy bien! ¡Estoy bien!'".

Manuel González, rescatista de Codelco.

"Ellos estaban súper preparados. Tenían sus duchas y se prepararon para salir bien. Uno de ellos me comentó: 'Quería dejarme barba, pero me di cuenta que no, porque se va a preocupar mi familia' (...). Si lo ven barbón, lo ven destruido, acabado, no hubiera estado bien. Así que dijeron que iban a salir bien afeitados, bañados".

Patricio Roblero, cabo primero de la Armada

"Durante todo el tiempo que estuvieron abajo, no sé si se dieron cuenta, tenían una polera encima. Primero era el buzo de la Asociación Chilena de Seguridad (Achs), así que iban a salir todos ordenaditos, pero después les llegó una polera que decía 'Gracias Jesús' y se pusieron de acuerdo para salir con esa. Ellos tenían una fortaleza tremenda en la parte espiritual".

"Cuando ya quedaba poco y faltaban dos o tres, Roblero se me acerca y me dice: 'Tenemos que hacer un letrero, un cartel que diga Misión cumplida. Nosotros en la Armada siempre celebramos el fin de las misiones, con una bengala o una detonación, lo que sea, pero ahí me dice: 'Oye, hagamos esto'. Y dijimos: 'Ya, ¿quién tiene buena letra?'".

Sargento Roberto Ríos, aspirante a oficial de la Armada.

"No encontrábamos papel, y uno de los mineros nos pasó eso".

Patricio Roblero, cabo primero de la Armada

"Yo partí haciendo la letra y llegamos a un consenso de lo que queríamos decir. Hicimos el cartel y la señal para el mundo era: una vez que estuviera Luis Urzúa arriba, ésa era la misión cumplida".

Sargento Roberto Ríos, aspirante a oficial de la Armada.

"Cuando se fue el último, que era el jefe de ellos, estaba muy contento. Era una persona muy pausada, muy buen jefe por lo que pudimos escuchar abajo. Cuando se fue y quedamos solos los seis rescatistas, nos abrazamos, nos felicitamos. El orden de salida nuestro ya lo sabíamos. Eso estaba ya mecanizado. Venía así de arriba (...). El mensaje de despedida se le ocurrió a uno de los marinos y nosotros quisimos que fuera desde allí, desde abajo, como cerrando la mina, porque después queríamos celebrar fuera de la mina con todos nuestros compañeros".

Manuel González, rescatista de Codelco.

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