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Norberto Borges Aldama, tabaquero devenido soldado internacionalista

Por Víctor Joaquín Ortega

Norberto Borges Aldama y un combatiente español junto a una pieza de artillería. Foto de archivo

Norberto Borges Aldama y un combatiente español junto a una pieza de artillería. Foto de archivo

El habanero Norberto Borges Aldama había llegado a Estados Unidos en 1928 para buscar  trabajo; edad, 21 años: nació el 28 de enero de 1907. Tabaquero desde los trece abriles hasta los veinte, emigró cuando la fábrica racionaliza fuerza de trabajo debido a la crisis que vive el mundo y golpea potente a su patria. Hijo de madre cubana y padre canario (entonces les decían isleños en la mayor de las Antillas a los naturales de esas islas), había dejado los estudios en tercer grado para aportar al hogar lo que sacaba limpiando zapatos o escaleras, vendiendo periódicos o viandas.

Volvió a las aulas en la Universidad Popular José Martí creada por Mella; ella fertilizó la ideología del joven trabajador. No en balde, en cuanto pudo se relacionó en Nueva York con el Club Obrero Español que "...desplegaba una constante y enérgica actividad en defensa de la clase proletaria, manteniendo un firme espíritu de lucha. Encontré ocupación en el sector gastronómico y me hice activista del Club Cubano Julio Antonio Mella, que desarrollaba una intensa labor social. Después ingresé en la Juventud Comunista de Estados Unidos, caracterizada por su incansable combatividad", según planteó en una entrevista que se le hiciera para el libro Cuba y la defensa de la República Española (1936-1938).

Lógica, pues, su positiva respuesta al llamado de lo mejor de Norteamérica de ir a la tierra hispana para luchar contra el golpe fascista, formando parte de la Centuria Antonio Guiteras, tropa integrante del Batallón Abraham Lincoln, organizado por el Partido Comunista de EE.UU. Buque Champlain. Desembarco en el puerto francés de Le Havre. Hacia París en tren. En la entrevista citada expresó Borges Aldama: "Al frente de nuestro grupo figuraba  el compañero Rodolfo de Armas Soto, que se había destacado en las actividades revolucionarias en Joven Cuba...Penetramos en tierra española por Figueras, en la provincia de Gerona, desde donde continuamos para Barcelona y de allí a Albacete."

Adiestramiento militar en Villanueva de la Jara. De allí, a pelear. Viaje en camiones, hostigados por la aviación enemiga. Febrero 23 de 1937: Jarama, bautismo de fuego. Muere en combate Rodolfo de Armas, comandante y jefe de la Centuria. Hasta el 27 continuó aquella batalla. Norberto participó en la defensa de la carretera Valencia-Madrid. "Hubo una ocasión que debimos pelear bajo lluvia torrencial y fuerte granizada, en que los granos helados golpeaban nuestros cuerpos como proyectiles. Aprovechábamos la densidad nocturna  para retirar de la tierra de nadie a los cadáveres de nuestros camaradas caídos. Encontrándome en esa labor con el comisario político, Juan Landeta, éste hubo de sufrir un accidente y debió ser recluido en el hospital y se me designó para sustituirlo como comisario, cargo que desempeñé hasta que, por padecer de úlcera gástrica,  se ordenó mi hospitalización", recordaba.

Aunque no restablecido del todo, exigió volver al frente: lo consiguió y lo destinaron a la base de entrenamiento de la Brigada Lincoln, en Tarazona de la Mancha, como ayudante del capitán español Valdés.

"La jefatura de nuestra Brigada tomó la decisión  de retirar del frente y proceder a la repatriación de algunos combatientes internacionalistas con la salud en precario. Se me incluyó en ese grupo y tuve que alejarme del escenario de la guerra en mayo de 1938, a los dieciséis meses de lucha en defensa de la República Española". Al poco tiempo, fue aceptado el proyecto de retirada de todos los voluntarios extranjeros, traición en la que fue determinante la presión de los imperios  abrazados a la no intervención, mientras las garras y colmillos de los gobiernos fascistas apoyaban el bandidaje del franquismo.

Borges regresó a EE. UU., después de pasar por grandes dificultades en París donde resolvió el pasaporte por la intervención del escritor revolucionario Félix Pita Rodríguez. Tuvo la dicha de no tener que conocer los campos de concentración creados por el gobierno galo. En los Estados Unidos se quedó como obrero. Enemigo del golpe del 10 de marzo, colaboró en Nueva York con el Movimiento 26 de Julio Retornó a la patria en 1961 y trabajó como marino mercante. Falleció en La Habana a  fines de los 70. Su vida, la lucha a la que se consagró, es luz que no puede apagarse jamás.