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El alma de Waldo Mendoza

Por Oni Acosta Llerena

CD de Waldo MendozaHace ya un tiempo que Waldo Mendoza viene ganándose un espacio en la vida cultural cubana, y ello sostenido por varias razones, una de las cuales es su pasión por la canción romántica. El cantante, quien ya atesoraba una producción discográfica con Egrem titulada Bendito Tiempo, no ha ocultado nunca su predilección por la línea romántica, más allá de críticas o valoraciones que subyugan, incoherentemente, este tipo de música.

Y así lo plasma en su nuevo disco, llamado Hojas del Alma, también con Egrem, el cual nos lo reafirma como uno de los músicos jóvenes más comprometidos con una estética que aunque para muchos no es significativa, lo cierto es -al menos para mí-  que sí aporta desde varios puntos de vista, engrandeciendo diversos discursos musicales bien apropiados, alejándose del fenómeno mediático que nos envuelve por estos años y que está, por demás, ligado al mal gusto en muchos de nuestros centros nocturnos y culturales. ¿Por qué se ataca entonces en ocasiones a la canción romántica cuando no tenemos variedad musical para el esparcimiento sano? ¿Por qué tenemos que padecer en casi la totalidad de sitios nocturnos la misma fórmula de pantallas, karaokes, malos humoristas y mala música?

Las interrogantes las dejo, para centrarnos en Hojas..., un excelente producto discográfico que resulta atractivo en muchos sentidos. En él, Waldo vuelve a confiar en el guitarrista y compositor Amed Medina como productor musical, vertiendo este último una serie de recursos musicales y expresivos extraordinarios, como el uso de determinados instrumentos para enfatizar o remarcar una idea. Así, nos llega el fliscorno con un excelente solo, el cual con su tesitura media nos recalca melancolía, suavidad y sosiego; luego el cello, el cual también es usado en estas lides de romanticismo por su timbre cálido. También hay recursos extra-musicales como el uso del scratch en el tema Luz de un ángel, un bolero que asume una sonoridad de victrola, sostenida por el mencionado solo de fliscorno, además de los coros. En el caso de estos, fueron utilizados con inteligencia, sin abusar y sobre todo bajo los códigos de cualquier disco del mercado foráneo actual, a lo Chayanne o Ricardo Arjona, síntoma entonces de la actualidad musical de un productor como Amed Medina. Y en esta cuerda creo se inserta el fonograma, pues tanto algunos procesos tecnológicos como lo son mezcla y masterización, así como el diseño y la fotografía, pueden competir en el más exigente mercado discográfico internacional. El trabajo de grabación se hizo en La Habana, mientras que la producción, las guitarras, teclados y demás se hicieron en Ciudad de México. La fotografía corrió a cargo del inmenso Ángel Alderete, y el diseño gráfico fue concebido por Moltó, el cual captó y tradujo con una sugestiva interpretación el estilo de Waldo.

Sobresalen en este disco temas como Cuéntale, rozando la cuerda de la canción, con un arreglo bien contemporáneo pero que deja entrever el gusto de Waldo por este género. También existe espacio para temas movidos, como Chiquitica, en coautoría con Amed Medina, con aspecto y legado cubano pero al que se suman elementos de la música caribeña. En esta línea se encuentra Abre caminos, con influencia afro, uso de tambores Batá y cuya temática está enfocada en dichos secretos.

Ahora bien, lo que une e hilvana tanto esfuerzo de arreglos, mezclas, diseño etc, en primer lugar es la singular capacidad vocal de Waldo, que le permite abordar sin complicaciones toda esa amalgama sonora y de estilos, e imprimirles una visión muy suya e inteligente. Este cantante aún conserva su estilo salsero y sonero de su etapa junto a Tumbao Habana (dirigido por Pascualito Cabrejas) y que ha explotado muy bien en sus dos producciones con Egrem, además de un disco inédito que espera pronto ver la luz, y del cual proviene su éxito De La Habana a Madrid. En segundo lugar, el otro factor clave en la grandeza del disco es el repertorio, con temas del propio Waldo, así como la repetición del binomio Waldo-Alex Rodríguez. Gracias a una serie de temas que van pasando por diversos estadíos, el CD logra un acertado equilibrio que le brinda al oyente la posibilidad de disfrutar de un trabajo romántico, pero no igualitario ni en extremo cansón; muy por el contrario, tenemos elementos que nos permiten afirmar que el disco posee una estructura progresiva, en cuanto a intencionalidad y clímax por el orden de los tracks y la intercalación de temáticas opuestas o contrastantes en el mismo.

Waldo Mendoza es un cantante seguro, con una afinación excelente, poseedor de una peculiar voz de tenor ligero, lo cual hace que pueda asumir los agudos y los melismas con bastante tranquilidad y con una soltura de mil quilates. Creo que es un disco necesario y valiente, felizmente nomiadno a Cubadisco 2010 en la categoría Cancionística, aún cuando Waldo represente la antítesis de lo que está de moda en la Cuba de estos años.