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En Ciudad de Dios los haitianos lloran su abandono

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"Ya éramos muy pobres antes del sismo, ¿ahora qué somos?", se pregunta Frantz Saint Hilaire, estudiante de la barriada Ciudad de Dios, en Puerto Príncipe, cuyos habitantes aguardan desesperados el primer camión de ayuda internacional, rodeados de escombros y cadáveres.

Una grieta serpenteante ha partido en dos las calles de este paupérrimo barrio desde el violento terremoto del 12 de enero, que redujo a montañas de ruinas numerosas casas del barrio y mató a decenas de vecinos.

Desde entonces, sus habitantes se levantan cada mañana sin saber si podrán comer o beber agua durante el día.

"Nadie vino a vernos ni preguntó si necesitamos algo. Nuestra situación es desesperada. Nuestros hijos no tienen nada que llevarse a la boca", explica Jean Max Romeus, vecino del barrio.

Para comer, algunos vecinos han recurrido al saqueo de las casas y se han aventurado en el centro de la ciudad, donde numerosos comercios, domicilios e instituciones han sido desvalijados por centenares de personas que sienten que no tienen nada que perder.

"La tragedia nos ha convertido en ladrones", lamentan los vecinos.

En el riachuelo que atraviesa Ciudad de Dios, una villa miseria que vive gracias a la asistencia internacional, hay todavía cadáveres que nadie ha recogido, al igual que en numerosos hogares, en la iglesia y en dos escuelas primarias.

"No sabemos si la ayuda ha llegado a otras partes de la ciudad pero desde luego aquí no la hemos visto", denuncia Placide Jemais, padre de cuatro niñas de entre 10 y 3 años.

"No podemos ocultarles la verdad a nuestros hijos y estas imágenes son terribles para ellos", agrega este hombre.

La casa de su familia se derrumbó por completo el 12 de enero y desde entonces, viven en la calle, al igual que numerosos vecinos.

"Nos reunimos todos en el centro de Ciudad de Dios a partir de las seis para dormir. La oscuridad de la ciudad nos da miedo a partir de esa hora y es mejor protegerse unos a otros", cuenta Romeus.

El sismo de 6,1 grados en la escala de Richter que volvió a sentirse de nuevo en Haití el miércoles por la mañana sólo agravó el pánico de los habitantes de Ciudad de Dios.

"Todavía no hemos podido enterrar a los muertos y volvemos a sentir el miedo de morir", lamenta Saint Hilaire, señalando numerosas casas a punto de venirse abajo.

"Escriba que necesitamos urgente y en primer lugar agua, comida y medicamentos. El resto puede esperar. Pero al día de hoy no sabemos ni siquiera si hay planes para que la ayuda venga hasta aquí", pide Jemais a los periodistas de la AFP.

Debido a este "abandono" que los habitantes denuncian, la presencia de tantos dispositivos internacionales en el país les inspiran desconfianza.

"Tengo mis dudas sobre si han venido realmente a ayudarnos", dice misteriosamente Saint Hilaire, ante el gesto general de asentimiento de sus vecinos.

"No hemos visto un sólo soldado estadounidense dando protección a gente como nosotros. La radio dice que ya llegaron a la ciudad, al palacio presidencial y a dar seguridad a los hospitales pero no sé si están al lado de las víctimas", clama Nathalie, una madre de familia que pasea sin rumbo con sus tres hijos entre las ruinas.

(Con información de AFP)