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Santiago de Cuba: intranquilidad de la tierra

santiago_de_cubaLa semana que finaliza deja a los habitantes de esta ciudad con el sobresalto de dos sismos perceptibles y la certeza, a veces olvidada, de que esta tierra tiembla, aunque por el momento lo haga sin demasiados aspavientos.

Primero fue en la mañana del miércoles 28, cuando pocos minutos pasadas las 10:00 horas, una sacudida leve puso los pelos de punta a muchos en la urbe y en otros municipios santiagueros, donde a esa hora la vida transcurría con habitual normalidad.

Como sucede en estas circunstancias, una suerte de espontáneo sistema de aviso, mediante llamadas telefónicas, se puso en marcha entre vecinos y familiares en diversos puntos de esta geografía oriental. De esa forma, quienes no sintieron el movimiento, se enteraron en segundos de lo sucedido.

A inicios de la tarde del jueves 29, sin apagarse aún los comentarios acerca del temblor anterior, otro estremecimiento bajo los pies indicaba el reajuste de las entrañas de la tierra. Con algo más de intensidad, tampoco este causaba daños notables, pero sí sumaba adrenalina a los lugareños.

Mientras, en las afueras, los especialistas del Observatorio Geodinámico del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas(CENAIS), con sede aquí, aportaban los elementos necesarios al sistema de la Defensa Civil.

Ellos, acostumbrados a registrar constantemente con equipos movimientos que escapan de la percepción humana, afinaban con precisión los datos en una red que traspasa las fronteras nacionales.

Se conoció así, en breve tiempo, que el primero de los eventos fue de baja intensidad y una magnitud de 3, 4 grados en la escala de Richter, con el epicentro a unos dos kilómetros al suroeste del poblado de El Cobre.

El segundo, apenas a unas 28 horas de aquel, devino el sexto perceptible durante el año en Cuba y fue de una magnitud de 4, con el epicentro ubicado aproximadamente a seis kilómetros de esa localidad.

A diferencia de los fenómenos meteorológicos, que pueden seguirse y pronosticarse con relativa eficacia, los telúricos escapan a la predicción humana y la preparación para enfrentarlos queda como el mayor recurso para aminorar sus daños.

Por eso, en Cuba funciona un aceitado engranaje para detectarlos y evaluarlos, con la puesta en funcionamiento desde 1992 del CENAIS y estaciones distribuidas por todo el país.

Desde el surgimiento de la primera de esas instalaciones en 1964 en Soroa, en la occidental provincia de Pinar del Río, y un año más tarde la de Río Carpintero en las inmediaciones de esta ciudad, esa infraestructura ha crecido notablemente y permite una cobertura mayor del territorio nacional.

Así, el sistema de medidas de la Defensa Civil, con la colaboración de los expertos, las autoridades y la población, se alista constantemente para una contingencia de ese tipo y los ejercicios Meteoro, que se realizan cada año, son un momento importante en esas previsiones.

Los más remotos orígenes de esa labor están en el primer sismo reportado en la Isla, que ocurrió en 1528 y no se dio precisamente en esta zona sismogénica, sino en la ciudad nororiental de Baracoa.

La actividad telúrica en Cuba es de tipo tectónica por darse en fallas geológicas, es decir, en zonas de contacto de bloques de la corteza terrestre y su mayor incidencia en esta franja suroriental obedece a la cercanía de la estructura Bartlett-Caimán, frontera de las placas litosféricas de Norteamérica y del Caribe.

En este punto se da uno de los mayores desniveles del planeta, entre las alturas de unos dos mil metros de montañas de la Sierra Maestra y honduras mayores de seis mil de la fosa de Bartlett.

Para dar una idea de la potencialidad sísmica de este territorio, baste decir que de los 28 reportes de terremotos fuertes en Cuba, 20 fueron en el sector comprendido entre el poblado de Chivirico y Baconao, en esta provincia.

Aunque los temblores de tierra no les quitan totalmente el sueño a los pobladores del suroriente cubano, sin dudas se lo hacen más inquieto y al despertar, cada día, desean en silencio que el suelo se esté tranquilo.