La obra del artista cubano más universal, Wifredo Lam, se expone desde hoy y hasta el 7 de febrero en las salas del Centre Cultural Caixa Girona-Fontana d'Or.
Primitivismo, surrealismo, cubismo, mitos y mestizaje conforman la muestra retrospectiva del máximo exponente de la vanguardia cubana a través de setenta pinturas y grabados datados entre 1939 y 1976.
La exposición "Wifredo Lam: L'esperit de la creació 1939-1976", propone un recorrido retrospectivo por 4 décadas de trabajo del pintor y grabador cubano, desde su estancia en París, entre 1938 y 1940, hasta sus obras más íntimas que realizó como grabador en los años 50 y 60.
Esta propuesta, que subraya el carácter experimental de la obra de Lam y el crecimiento progresivo a partir de sus diversas etapas artísticas, cuenta setenta obras entre oleos, acuarelas, pasteles, tintas y grabados, que han sido cedidas por el Museo de Bellas Artes de La Habana.
En los trabajos que reúne la muestra, comisariada por el historiador del arte Roberto Cobas, se aprecia el estilo propio de un artista que supo conjugar de manera única las influencias surrealistas y cubistas modernas, que aprendió en sus etapas en Francia y España, con las visiones fantásticas y la espiritualidad de la cultura afrocubana, el arte primitivo africano y la poesía latinoamericana del siglo XX.
Lam fue elaborando un discurso poético abierto a todas las culturas, fruto de su confianza en un diálogo intercultural.
La actitud moral política y cultural es indisociable de la obra de Wifredo Lam, que desde sus primeras obras ya demostró una consciencia social activa y atenta hacia los acontecimientos convulsos que vivió de cerca, como la Guerra Civil española y la II Guerra Mundial.
O también por otra parte de las lamentables e injustas condiciones de explotación y opresión en que vivían los cubanos en el continente americano, de las que él fue espectador.
A través de figuras recurrentes como la maternidad, la mujer o la pareja, que se convertirán en figuras totémicas, fantásticas, antropomorfas o andrógenas, Lam adaptó las formas cubistas procedentes de África a su mundo natal americano, imbuyéndolas del entorno mágico afrocubano, y de su cultura ancestral.
De esta manera expresó de forma moderna sus mitos, a la vez que generó una nueva visión, fresca y mestiza, que supuso una interpretación estética inédita de la compleja realidad americana de su tiempo.
En el proceso creativo del autor, la luz del Caribe tiene un papel muy importante, no sólo porque la entenderá como elemento común y esencial a todas las cosas y culturas del mundo, materializando así su espíritu sincrético, sino también porque significó para el autor el reencuentro con su país, desde la posición de emigrado, lo que cargará de un tono de gravedad su obra.
Hacia el final de su trayectoria, el artista se fue consolidando como un excelente grabador por la calidad y los matices de los colores que consiguió mediante la técnica del aguafuerte.
La inspiración en esta última etapa la encontró en la poesía, que le permitió sintetizar las ganancias conceptuales y formales que habían ido enriqueciendo su pintura a lo largo de las dos décadas precedentes.
(Con información de EFE)