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Abril sin censura

"Abril sin censura: Golpe de Estado en Venezuela", de Germán Sánchez Otero (Ediciones Correo del Orinoco, 2012)

Abril sin censura, del ex embajador de Cuba en Venezuela, Germán Sánchez Otero, aporta un relevante testimonio de la historia del golpe de Estado de 2002 que se perpetró en contra del mandato legítimo del presidente de la República, Hugo Chávez. Particularmente reseña el asedio de la Embajada de Cuba en la capital venezolano por grupos fascistas que intentaron entrar por la fuerza en ese recinto.

El libro fue presentado en el Teatro Principal, de Caracas, el 12 de abril de 2012.

Prólogo de libro, a cargo de José Vicente Rangel:

"Testigo de excepción"

-I-

Germán Sánchez Otero, exembajador de Cuba en Venezuela -de grato recuerdo y larga permanencia en el país-, define el propósito testimonial de este libro al titularlo Abril sin censura. golpe de Estado en Venezuela. Mi amigo me envió el texto con el pedimento de que le hiciera el prólogo, y tan honrosa distinción avivó el recuerdo de los incontables episodios a los que se enfrentó el pueblo venezolano durante el proceso subversivo -enmarcado en el odio y el revanchismo- que atizó el gobierno norteamericano y desencadenaron políticos, empresarios, la jerarquía de la Iglesia y medios de comunicación desplazados del poder por la Revolución Bolivariana. He revisado papeles y refrescado momentos inolvidables que compartí con quienes estuvieron en posiciones clave en ese entonces, y la verdad es que resulta imposible deshacerse del cúmulo de vivencias que nos tocó vivir.

-II-

El relato de Sánchez Otero es apasionante. Está expuesto con un estilo transparente, que combina la anécdota con la reflexión profunda acerca de lo que sucedió en Venezuela. Además, él tiene la autoridad que le confiere el protagonismo que asumió durante los acontecimientos, por lo que estoy convencido de que se convertirá en un éxito editorial dadas las revelaciones que contiene y la capacidad narrativa del autor.

Me interesa destacar que el libro aparece durante la conmemoración de un nuevo aniversario de aquella felonía, en la que Venezuela corrió el inmenso riesgo de un baño de sangre por culpa de gente irresponsable sin sentido de patria. La trama urdida tanto por la derecha del país como por el imperio norteamericano tuvo la siguiente particularidad: la conjura operó en dos planos. Uno, el visible, mediante la estimulación de la calle con acciones de agitación y de terrorismo mediático, combinadas con reiteradas invocaciones de la paz y contra la violencia; otro, aquel donde se hizo el trabajo para enganchar a los mandos militares, prelados de la Iglesia y gente pesada del mundo empresarial. Este diseño subversivo lo registra con claridad el libro de Sánchez Otero. Porque su autor lo vivió. Porque lo captó sobre la base del conocimiento que tenía del país y las relaciones que consolidó durante su exitosa gestión al frente de la embajada de Cuba en Caracas.

-III-

Ese accionar logró su objetivo el 11 de abril de 2002 y lo capta con absoluto rigor Sánchez Otero. La lectura de la obra pone en evidencia que la planificación del proceso desestabilizador logró, por una parte, distraer la atención de los organismos de seguridad e inteligencia del gobierno; y por otra, la realización de un trabajo conspirativo que prácticamente pasó inadvertido, determinante en el momento en que se decidió el golpe. La combinación de las acciones de calle y el papel de los medios el 11 de abril, con el pronunciamiento de los mandos militares en Fuerte Tiuna y el caos en los servicios de inteligencia, logró el objetivo de derrocar ese día el gobierno constitucional de Hugo Chávez. A lo largo del libro se accede a los aspectos fundamentales de la estrategia que utilizaron los conjurados, sin duda concebida por expertos norteamericanos en desestabilización y ejecución de golpes de Estado. El protagonismo de la Misión Militar de EE.UU., que operaba dentro de las instalaciones de Fuerte Tiuna, y el papel que jugaron oficiales venezolanos vinculados al Pentágono, entre los que figura un agregado militar en Washington, explica muchos desarrollos de la conspiración que sorprendieron a la inteligencia y seguridad del gobierno nacional.

-IV-

Por cierto, Sánchez Otero cita en el libro una frase de José Martí que no tiene desperdicio, la cual recoge en cierta forma lo que sucedió: «En la política lo real es lo que no se ve». Esa lúcida observación del Apóstol cubano resume una enseñanza y se convierte en alerta permanente. En los tiempos de tormenta durante los cuales se ha desenvuelto el proceso bolivariano, tanto en los años 2002 y 2003 como en los actuales, hay que tener los ojos bien abiertos: no solo para ver la superficie, lo que aflora en determinados momentos, sino lo que subyace, lo que se mueve más abajo. En algo tan complejo -además de artero- como la política, muchas veces «lo real es lo que no se ve». Pero precisamente es ahí donde está el engaño. Esta precisión de carácter autocrítico tiene un efecto retroactivo respecto al 11-A y también, por lógica elemental, a la actualidad. Viene a ser consecuencia directa de la conjunción de múltiples factores, los que se perciben a simple vista y los que funcionan en la penumbra.

-V-

En el libro destacan el heroísmo y las convicciones democráticas y revolucionarias del pueblo venezolano. Destaca la dignidad de la oficialidad leal a la Constitución Bolivariana y a su Comandante en Jefe. Destaca el coraje de una dirección política que no se dejó amilanar por los golpistas y dio la cara. Y destacan el valor personal y la capacidad para la interlocución, para moverse en el terreno político, en medio de una crisis, del autor del libro y embajador de Cuba en Venezuela para esos momentos. Sánchez Otero no fue un embajador más, de esos que convierten la misión en mero protocolo. Entendió, porque es un estudioso, lo que pasaba en el país y cuál era su papel.

Sobresale también en este libro la transparente relación -tan satanizada por la oposición- entre Cuba y Venezuela, forjada con paciencia, con amor de pueblos, con sentido de hermandad y mutuo respeto.

En especial exalta la figura humana de Hugo Chávez, su extraordinaria habilidad política, su capacidad para sortear las celadas que le montan sus enemigos, su sentido de la oportunidad y la forma como reacciona, en una combinación de pragmatismo con idealismo, ante circunstancias adversas. Sánchez Otero asume al personaje directamente en ciertos pasajes del libro, y en otros lo insinúa, lo que revela capacidad de observación y voluntad para abordar el papel que juega el ser humano en momentos de crisis.

Y por si fuera poco en el análisis de esa etapa está el boceto que el autor hace de la conjura, la manera como fue preparada, sus debilidades y fortalezas, así como las debilidades y fortalezas del chavismo. También la participación de los Estados Unidos y de países como España en el golpe y la solidaridad internacional que se manifestó de manera espontánea.

Hay una observación en el libro que vale la pena poner de relieve. Es la siguiente: «Lo primordial es que todos los integrantes de la oposición participaron en la ejecución del golpe, y tenían consenso respecto a dos objetivos centrales: anular la Constitución Bolivariana y sacar por la fuerza al presidente Chávez». Toda la oposición estuvo comprometida y toda, sin excepción, siguió en la misma tónica después del fracaso. En lo personal me atrevo a decir que para esa oposición aún sigue siendo ese, diez años después, su objetivo, lo que debe servir de advertencia para no repetir errores, justo cuando Venezuela se apresta a una nueva prueba, probablemente decisiva. Este libro, escrito por un agudo observador, para el cual no escapa detalle alguno, constituye una buena carta de navegación en el proceloso mar de la política. Lo recomendable es leerlo con detenimiento y desentrañar sus códigos.

José Vicente Rangel
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