Pinar del Río, a la izquierda de la capital, rodeada por las aguas del Golfo de México y vecina de Artemisa. Estirada pero sin altanería, tímida pero determinada.
Una porción de tierra que vive la paradoja de lo construido por sus habitantes y la virginidad de ciertos lugares de su geografía más peculiar.
La pasividad de sus paisajes de pinares convive con la algarabía de la fauna y flora costeras.
Algunas de sus particularidades seguro las conoces. De que es la tierra del mejor tabaco del mundo. De que Viñales encanta con su naturaleza distintiva. De que los portales anchos identifican la arquitectura de sus casas. Así cada uno de los visitantes o naturales retienen recuerdos de los 11 municipios de la provincia.
Once municipios que permanecen con carne de identidad pinareño. Mas los otros aún tienen parte de la idiosincrasia de una población conocida por noble y que el tiempo ha demostrado que tiene de ilustre, que tiene de amabilidad, que tiene de sabia, que tiene también de maldad y picardía.
Pinar del Río es también las aguas claras del Cabo de San Antonio, el eclecticismo del Museo de Ciencias Naturales, el parque La Güira, la autóctona bebida Guayabita del Pinar, el Martí yacente de Viñales, la Ruta del tabaco y sus vegueros, la constancia de uno de los equipos de béisbol más ganadores del país y una cultura a la altura de Miguelito Cuní.
(Tomado de Guerrillero)