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Tomás, un día de las madres en Argentina

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Foto: Kaloian/ Cubadebate.

Madrugada del domingo. 5:32.

Llego a casa. Tengo un poco de rabia. Quizás conmigo mismo. Siento la urgencia de escribir, como reflejo, como reacción.

Al filo de las 00:00 horas caminaba por una diagonal de La Plata, Argentina, donde pululan restaurantes y bares.

Yo salía de un concierto sublime. Con versos y música aún en mi cabeza. Él iba cargado de flores. Apenas levantaba metro y medio del piso. Tendría unos 10 años.

Entraba y salía de los locales, copados a esa hora por consumidores. Pero detuvo su rutina delante de una de esas máquinas con muñecos de peluche encerrados en cápsula, donde parece sencillo alcanzar el premio. Dudó unos segundos, pero rápido –como para no dar tiempo al arrepentimiento– sacó de uno de sus bolsillos un billete de cinco pesos. Lo introdujo en el equipo y accionó con cuidado la palanca que guía la garra que, a su vez, levanta el peluche. Cuando casi lo tenía, se le cayó. Y así perdió la única oportunidad.

Se lamentó y siguió recorrido, ofreciendo sus flores.

En la esquina coincidimos.

-¿Cómo va la noche? ¿Se venden las flores?, le pregunto.

-Tranqui. Pero ya van a salir. Mañana es el día de las madres.

-¿Cómo te llamas?

-Tomás.

-Tomás, aquí tienes, para que pruebes un par de veces más con esa máquina.

-¡Gracias!... ¿Y vos?

-Kaloian. Soy fotógrafo.

Le muestro mi cámara, le hago un par de fotos y se las enseño. Que si quiere tirar una foto. Que le presto mi cámara. Se dibuja media sonrisa en su carita pero no se anima.

-¿Y de qué cuadro eres hincha?

-Del lobo.

Habla del Club Esgrima y Gimnasia de La Plata. Me lo dijo a modo de despedida, mientras enrumba hasta la puerta de un bar cercano donde lo pierdo de vista.

Claro, Tomás estaba trabajando. Tiene que juntar unos mangos para subsistir o quizás para festejar el día de la madre y yo le robaba su tiempo.

Ya amanece. Por este mundo de las redes comienzan los posts de felicitación a las madres. Seguro este domingo Tomás sonreirá y estará con la suya. No podrá regalarle el peluche (quiero fantasear que podría haber sido para ella), pero sí un abrazo que ninguna máquina truculenta o promesa política les podrá robar. Quiero pensarlo así. Quiero sentir menos rabia.

Buen día.

Tomas

Foto: Kaloian/ Cubadebate.

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Foto: Kaloian/ Cubadebate.