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All we need is… wifi

Foto: Ladyrene Pérez / Cubadebate

"¡Hola!". Foto: Ladyrene Pérez / Cubadebate

La niña sonreía ante la cámara. No lograba articular una oración sin sonreír, y esa alegría contagiaba al resto de la familia que no paraban de mirarla. En ocasiones se escuchaban murmullos y de vez en cuando, la pequeña hablaba en voz alta. La avidez por intercambiar con otras personas, la alegría por reencontrarse con un viejo amigo o descargar, había predestinado el encuentro de todos estos desconocidos que solo tenían una prioridad: conectarse a la red de redes.

-¿De dónde eres?– preguntó vía Facebook un joven internauta arrimado a la orilla de un contén. Segundos después, la respuesta encendió de azul el cuadro de diálogo. Continuó la conversación sin mirar a los lados,  la vista fija en la pantalla como si en el acto se le fuera a acabar la vida de pronto. Nosotros lo observábamos. Mi compañera proyectaba en imágenes el raro acontecimiento mientras continuábamos la búsqueda de alguien que no se encontrara perdido en la navegación.

-Buenos días. ¿Ya se conectaron a la Wifi?– preguntamos a una pareja que recién accedía a su laptop.

–Todavía, estamos en eso, es nuestra primera vez-, contestaron dejando cierto picante en su respuesta.

-¿Pero ya tienen la tarjeta y todo?-, indagué.

-Acabamos de comprarla por tres CUC porque en el punto de venta están agotadas. Tal vez ustedes sepan cómo conectarse-, agregó el hombre.

–¡Vamos a ver!– respondió mi compañera al percatarse que a la pareja se le había hecho un poco tarde en eso de las redes sociales.

Cinco minutos después el parque parecía llenarse a una velocidad increíble. Ya no quedaba un banco a salvo de los internautas, algo que parecía ilógico teniendo en cuenta que el único punto cerca carecía de las tarjetas necesarias para aliviar la demanda. Los jardines de los alrededores, las aceras, los portales de las casas aledañas al parque, se encontraban repletos de personas que solo tenían como objetivo desaparecer en Internet.

Sin embargo, en el lugar se encontraban especímenes que no encajaban en la ecuación persona-cordón umbilical-Internet. Algunos llevaban una laptop, pero miraban a todas partes menos a la pantalla. Otros se agrupaban con dos o tres personas que conversaban mientras se pasaban por debajo de la cintura lo que parecían tarjetas de cartón, como si estuvieran escondiéndose de algo, o de alguien.

Pegado a la acera, con la moto dispuesta como escritorio de trabajo y una laptop encima del asiento, un curioso personaje se hallaba rodeado de 4 mujeres. Rápidamente pensé en una nueva moda con la que llamabas la atención de las féminas, algo no muy raro teniendo en cuenta que en nuestros días el reggaetón, los pelados extravagantes, las “pintas” a lo Lady Gaga… sirven de gancho para ganarte más que un beso en la mejilla. Sin embargo, la operación de dicho sujeto no tenía nada que ver con conquistas, más bien aprovechaba los “vacíos legales” que había dejado el proceso de satisfacer los reclamos de conectividad.

-Hey, ¿quieres conectarte más barato?- susurró una de las muchachas que conformaba el grupo del sujeto.

-¿Cómo es la cosa?- respondí adentrándome en el personaje de cliente desesperado por esquivar los precios de la wifi oficial.

-Si compraste una tarjeta guárdala para después. Él te conecta a su laptop una hora por un CUC-, dejó caer un guiño.

-¿Ah sí?- simulé asombro, aunque ya había escuchado las alternativas a la wifi de Etecsa.

-Sí. Contigo ya somos cinco. Así que ya podemos empezar-, dijo mientras me empujaba a pagar.

Me escapé del lugar con el pretexto de encontrar a mi compañera, que se daba banquete con las fotos. Al parecer, cada conexión/hora, permite enlazar a cinco personas mediante un programa que distribuye la señal de internet para otros dispositivos. Un negocio redondo que sirve, tanto para echar 3 CUC en el bolsillo del negociante, como para escapar de los precios que dispuso Etecsa para el público, que aunque más bajo que los anteriores, todavía altos, de acuerdo con la opinión de los propios usuarios con los que hablamos en el lugar.

Nos alejamos mientras mil ojos se ponían sobre nosotros. Nuestra “tapadera” de internautas en busca de soluciones más económicas había sido descubierta. Sin embargo, nadie se inmutó en perseguirnos más que con la mirada, y al instante, volvieron a sus dispositivos y se adentraron nuevamente en el ciberespacio.

Recorrimos varios puntos de conexión de La Habana, ubicados en la Calle 23, del Vedado; en el parque de la Avenida 51, de La Lisa, y en el parque Fe del Valle, en Galeano y San Rafael. En todos constatamos lo mismo. La wifi, un acercamiento a la información, la cultura, la comunicación entre familias lejanas o mero entretenimiento, también ha servido para la aparición de nuevos negocios, como los “facilitadores de software” que venden aplicaciones de todo tipo a un “módico” precio. Un servicio no regulado por las autoridades, pero que ha ganado en adeptos no solo entre quienes buscan información o se comunican vía correo electrónico, también gracias a programas como IMO, que facilita la video-llamada entre personas de todo el mundo.

Mientras las contradicciones surgidas con la llegada a la Isla de la era digital se resuelven, además del precio, otros hablan de la necesaria ampliación de la anhelada tecnología hasta llegar a todos los hogares cubanos. Por lo pronto, habemus Wi-Fi, y eso muchos, particularmente los jóvenes, lo agradecen.

35 puntos en todo el país

Desde julio pasado la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa) abrió 35 salas de navegación de Internet con tecnología wi-fi en espacios públicos de todo el país, con un precio por hora de navegación de hasta 2.00 CUC. El  nombre que utiliza es WIFI_ETECSA, y pueden acceder todas aquellas personas que tengan una cuenta de acceso Nauta, temporal o permanente, utilizando sus dispositivos móviles, ordenadores personales o tabletas que poseen funcionalidades wi-fi. ETECSA anunció también la posibilidad de ir incrementando la cantidad de accesos de forma efectiva entre la población cubana.

Foto: Ladyrene Pérez / Cubadebate

Un servicio que hace furor entre los jóvenes. Foto: Ladyrene Pérez / Cubadebate

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En el boulevar de San Rafael. Foto: Ladyrene Pérez / Cubadebate

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Cada cual a lo suyo. Foto: Ladyrene Pérez / Cubadebate

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Te escucho muy bien. Foto: Ladyrene Pérez / Cubadebate

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En el parque de La Lisa. Foto: Ladyrene Pérez / Cubadebate

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En el contén. Foto: Ladyrene Pérez / Cubadebate

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Las colas para comprar la tarjeta. Foto: Ladyrene Pérez / Cubadebate

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La señal desde las alturas. Foto: Ladyrene Pérez / Cubadebate

Foto: Ladyrene Pérez / Cubadebate

Ya se aprecia la puesta en marcha de las 35 áreas de navegación inalámbricas abiertas en el país, y su repercusión en los cubanos, que se congregan en ciertos espacios y protagonizan el camino hacia una mayor informatización de nuestra sociedad. Foto: Ladyrene Pérez / Cubadebate