El ex Beatle Ringo Starr desembarcó junto a otros históricos músicos del rock y el pop mundial en Buenos Aires, en la noche del domingo primero de marzo, para cerrar -con un recital gratuito- el Movistar Free Music.
Ante 80 mil personas de varias generaciones que se congregaron para verlo y escucharlo en los jardines del Planetario, Ringo, de 74 años y a quien hace unas semanas lo distinguieron con la entrada al Salón de la Fama del Rock And Roll (de los cuatro de Liverpool solo faltaba él), apareció vestido de negro, corriendo, con una amplia sonrisa y los dedos en V, su sello de "Paz y amor" desde los históricos sesenta.
En escena, lo esperaban sus compañeros, integrantes de legendarias agrupaciones y que, con frecuencia, acompañan al baterista bajo el nombre de All Starr Band: el cantante y guitarrista Steve Lukather (Toto), el cantante y bajista Richard Page (Mr. Mister), el tecladista y vocalista Gregg Rolie (Santana, Journey), Todd Rundgren (cantante y compositor), el baterista Gregg Bissonette (David Lee Roth) y el saxofonista Warren Ham (Toto).
Podría relatarles lo sucedido en este increíble concierto. Mas, prefiero apelar a los detalles de la crónica publicada en la revista especializada Rolling Stone por Diego Mancusi, periodista y crítico musical, creador del popular blog --y luego convertido en libro-- RockStar:
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Matchbox de Carl Perkins y It Don't Come Easy, un uno-dos a la memoria emotiva, dieron por comenzado el concierto. Pero inmediatamente después pasó Wings (corte de Ringo 2012) y comenzó la primera rockola, con una colorida versión de I Saw the Light de Rundgren, el ritmo dionisíaco de Evil Ways (responsabilidad del tecladista Gregg Rolie), Rosanna de Toto (Steve Lukather, sin dudas el Nº2 de la banda, demostró ser un guitarrista sólido o pirotécnico, según la ocasión lo pida), Kyrie de Mr. Mister (por Richard Page, claro) y demás. Cuando el clima Aspen empezaba a abrumar, Ringo se sentó en la batería, acomodó el micrófono y anunció una canción "que hacía en una banda en la que solía estar... Rory Storm and the Hurricanes". Y entonces sonó Boys, y luego Don't Pass Me By y todo fue un oasis de beatlealidad que culminó en la mencionada Yellow Submarine, el primer momento del show en el que uno realmente podía tomar conciencia de que estaba ante de los dos miembros vivos de la banda más importante de la historia. 80 mil personas permitiéndose ser infantiles, sonsos, lindos, entonando al unísono su oda a un submarino psicodélico. Momento clave.
Pero claro, Ringo tiene que descansar y vuelve el karaoke, eficaz y profesional, pero un tanto agotador para quienes van al concierto de un artista queriendo escuchar temas del repertorio de ese artista (no sonaron Octopus Garden ni You're Sixteen ni Only You ni The No-No Song, por ejemplo). Primero la banda ofrece una versión incendiaria de Black Magic Woman en la que por única vez se permite jugar, ser libre. Un intermezzo con Honey Don't y luego el dial a la 102.3 de nuevo: You Are Mine, un tema nuevo de Richard Page en plan soft rock con aires de world music; Africa de Toto; Oye como va de Tito Puente; Love is the Answer de Rundgren. Magistrales interpretaciones con sonido prístino, vale aclarar.
La metodología se repetía: I Wanna Be Your Man como puntita beatle y más hits ochentosos como Broken Wings y Hold The Line (de lo más cantado de la noche). Y por último el tandem Photograph (donde volvieron las sonrisas), Act Naturally y With a Little Help From My Friends, con una coda de Give Peace a Chance que sonaba mientras los presentes sostenían emocionados los dedos en V y la cámara que transmitía imágenes a las pantallas se posaba en la cúpula del Planetario, desde donde otra letra, la M, refulgía en la noche y miraba todo con la panza llena.