El día 20 de julio publique aquí un fotoreportaje con el título, “El hombre, principal destructor del ecosistema”, donde elogiaba los esfuerzos para que el emblemático Malecón habanero fuera de nuevo lo que otrora, azul y límpido, un lugar donde la naturaleza pueda ir devolviendo la fauna característica de la costa.
Hoy, bajo el imponente sol de verano de las 11 de la mañana, me decidí a dar un recorrido por ese tramo donde el habanero refresca el bochorno de las noches de verano.
Increíble y sorprendente lo que vi.
No escribiré más, no detallaré ni me detendré en lamentaciones. Dejaré que usted, lector, ponga las palabras que considere justas y valore el dramatismo de estos hechos.