Texto: Magalys Chaviano
Recién estrenado el siglo XX llegó a Cienfuegos el empresario estadounidense Edwin F. Atkins, quién había adquirido en central azucarero Soledad del Muerto. Pero más que un empresario, Atkins era un científico filántropo, que junto a la fábrica de azúcar compró un terreno cercano para fundar el Harvard Botanical Station for Tropical Reserarch and Sugar Cane Investigation (Estación Botánica de Harvard para la Investigación Tropical y de la caña de azúcar), porque quería producir con ciencia.
De este legado, Cienfuegos conserva el Jardín Botánico más longevo de la isla de Cuba, declarado en 1989 Monumento Nacional. Más que un centro para el disfrute -se encuentra situado a unos quince kilómetros de la ciudad de Cienfuegos, en la carretera que conduce hacia la Villa de Trinidad, en la vecina provincia de Sancti Spíritus- esta es una institución para investigar y hacer ciencia.
Atesora una de las mayores colecciones de palmas en el mundo, considerada entre las 10 más importantes de América Latina, custodiada celosamente por los especialistas Duany Suárez Oropesa y Milián Rodríguez Lima. Entre la colección del vergel cienfueguero destaca la avenida de palmas reales, con más de 100 años, que preside la entrada de esta institución que conserva el patrimonio botánico universal.