Por Nuestra Mayúscula América: Nuestra Señora de La Paz

Los que fundaron Nuestra Señora de La Paz, allá por el siglo XIV, solo buscaban un lugar de paso, de descanso, para los viajeros que iban y venían de Potosí a Cusco y viceversa.

Hoy, con una extención de 133 985 kilómetros cuadrados y una población de casi tres millones de habitantes, esta urbe es la sede del Gobierno y de los Poderes Legislativos y Ejecutivos (según dicta la Constitución Política del Estado la capital es Sucre) del Estado Plurinacional de Bolivia.

A más de 3 mil métros sobre el nivel del mar, en esta ciudad que, según estudios y excavaciones arqueológicas, fue erigida sobre asentamientos tiwanakotas, collas e incaicos, la vista se pierde por las calles empinadas, entre el inmenso caserío que se alza sobre una topografía irregular, que guía hasta las laderas que conforman el municipio de El Alto (conocido también como la capital "cósmica andina de América del Sur").

La vida transcurre entre la aparente imperturbabilidad de los paceños y el caos de un tránsito nunca antes visto, que trastorna la dinámica diaria; donde no son los rostros de las bolivianas y los bolivianos, ni sus multicores, elaborados y originales vestidos típicos los protagonistas de los anuncios publicitarios. Las propagandas que cubren los negocios de ropa, barberías y peluquerías o las gigantografías desparramadas en las azoteas de edificios son caras Europa y de “yankilandia”.

Es una sensación inusitada estar en esta gran y enigmática ciudad; convivir con su pueblo humilde, trabajador y coordial, donde predominan aimaras, quechuas y mestizos. En nuestro plan inicial pensábamos dedicarle a La Paz solo dos días. Nos quedamos cinco y unas ganas inmensas de más. Irremediablemente habrá que volver.