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Por Nuestra Mayúscula América: Camino a La Paz

Fiesta multicolor boliviana. Foto: Kaloian.

Fiesta multicolor boliviana. Foto: Kaloian.

Podría parecer una locura querer viajar un 31 de diciembre, a las cuatro de la tarde, en transporte público desde un intrincado lugar hacia un destino a cientos de kilómetros de distancia. Pero esta aventura por Latinoamérica comenzó por un sueño y luego, con los pies en la tierra, nos parecía justamente una locura (por los pasos burocráticos a seguir para conseguir visas para dos cubanos en los diferentes países por donde pasaríamos, o la economía para el viaje cuando nuestros ahorros eran inexistentes). Hasta que un día, en que iba en bicicleta por alguna diagonal de la ciudad de La Plata, me crucé con una pintada en un viejo muro: Seamos realistas y hagamos lo imposible. Che

De este modo, no se sorprendan si les cuento que siete locos nos aparecimos en la minúscula terminal terrestre de Valle Grande con intenciones de llegar a La Paz para, una vez allí, esperar el año 2014. Esa era nuestra meta el último día de 2013 y... la cumplimos a medias.

Sabíamos que a esa altura del calendario, cuando todos estaban en los preparativos para la fiesta de fin de año, era iluso de nuestra parte pretender encontrar algún transporte que nos llevara de forma directa a nuestro destino. Tuvimos la suerte de que algunas choferes de combis y guaguas volvían a su lugar de origen para estar con sus familiares en año nuevo y aprovechaban a llevar pasajeros desperdigados por esa geografía, como nosotros. Así llegamos casi a media noche a Santa Cruz, hicimos transbordo rumbo a Cochabamba y de ahí continuamos a La Paz.

Como costumbre casi religiosa, por esos parajes las guaguas paraban en cada pueblo. Subían y bajaban lugareños y vendedores ambulantes de todas las edades. Lo mismo ofrecían sopas en bolsitas de nylon, pollo, helados, revistas y hasta un tratamiento de higiene bucal (estos últimos eran los más curiosos pues se montaban en un pueblo y antes de ofrecer la mercancía, a garganta limpia, disparaban todo un discurso de marketing durante casi una hora sobre las “bondades” de su producto. Luego se bajaban en un pueblo cercano no sin antes saludar a todos los pasajeros, a los cuales ya a esas alturas se los habían echado en un bolsillo).

Los fuegos artificiales de algún caserío nos anunciaron la llegada del 1ero de enero de 2014. Estábamos en medio de la ruta, arriba de una guagua, cansados, dormidos, camino hacia la capital boliviana. Despertamos por unos minutos. Nos felicitamos entre nosotros y continuamos enroscados en nuestros asientos, quizás soñando cada uno con sus seres queridos. Mi primer pensamiento fue compartido para mis dos familia que entre La Habana y La Plata, sobre esa hora, estaban reunidas, fundidas en un abrazo tan fuerte que a la distancia podía sentirlo. (Días después recibía en La Paz un mensaje de mi madre donde me mandaba fotos de la reunión familiar cubana. Decía que el primer brindis del año fue para mí y mis compañeros).

Los primeros rayos de sol que se colaron por la ventanilla, muy temprano en la mañana, me despertaron. Mis amigos aún dormían. Desayuné un par de páginas de Historia de la Nación Latinoamericana, de Jorge Abelardo Ramos, uno de los libros de la biblioteca ambulante con la que cargábamos. Pero el paisaje reclamó toda mi atención. Entonces, como de costumbre cuando viajamos de día, no paré de hacer fotos. Y es que particularmente disfruto sobremanera “robar” de la realidad esas escenas que pasan fugaces por la ventanilla en mi tránsito por los pueblos. Algunas de esas fotografías las comparto en esta nueva entrega de Nuestra Mayúscula América.

PD: Sobre las cuatro de la tarde del 1ero de enero de 2014, la ciudad de La Paz nos recibía.

Feria boliviana. Foto: Kaloian.

Feria boliviana. Foto: Kaloian.

Niño con flores en la terminal de Cochabamba. Foto: Kaloian.

Niño con flores en la terminal de Cochabamba. Foto: Kaloian.

Camino a La Paz. Foto: Kaloian.

Camino a La Paz. Foto: Kaloian.

Niña ofrece confituras en una de las paradas. Foto: Kaloian.

Niña ofrece confituras en una de las paradas. Foto: Kaloian.

El barrio tiene leyes propias. Foto: Kaloian.

El barrio tiene leyes propias. Foto: Kaloian.

Venta de maderas a la orilla del camino. Foto: Kaloian.

Venta de maderas a la orilla del camino. Foto: Kaloian.

Rostros pasan fugaces por la ventanilla en el tránsito por los pueblos. Foto: Kaloian.

Rostros pasan fugaces por la ventanilla en el tránsito por los pueblos. Foto: Kaloian.

Desde El Alto comenzamos a ver la majestuosidad de una ciudad como La Paz. Foto: Kaloian.

Desde El Alto comenzamos a ver la majestuosidad de una ciudad como La Paz. Foto: Kaloian.

 La Paz. Foto: Kaloian.

La Paz. Foto: Kaloian.