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Por nuestra Mayúscula América: Potosí

Potosí: Foto: Kaloian Santos Cabrera

Potosí: Foto: Kaloian Santos Cabrera

De Uyuni partimos en guagua a la histórica Potosí, a donde llegamos en la noche del 24 de diciembre tras varias horas de desandar por carreteras. La urbe estaba desierta pues todos estaban guardados en sus casas celebrando la noche buena. Encontramos un hostel barato donde albergarnos, compramos un vino y, en una de las habitaciones Manuel, el actor, leyó el pasaje que Eduardo Galeano dedica a Potosí en Las venas abiertas de América Latina. Les va un fragmento:

“Dicen que hasta las herraduras de los caballos eran de plata en la época del auge de la ciudad de Potosí. De plata eran los altares de las iglesias y las alas de los querubines en las procesiones: en 1658, para la celebración del Corpus Christi, las calles de la ciudad fueron desempedradas, desde la matriz hasta la iglesia de Recoletos, y totalmente cubiertas con barras de plata. En Potosí la plata levantó templos y palacios, monasterios y garitos, ofreció motivo a la tragedia y a la fiesta, derramó la sangre y el vino, encendió la codicia y desató el despilfarro y la aventura. La espada y la cruz marchaban juntas en la conquista y en el despojo colonial. Para arrancar la plata de América, se dieron cita en Potosí los capitanes y los ascetas, los caballeros de lidia y los apóstoles, los soldados y los frailes.

Convertidas en piñas y lingotes, las vísceras del cerro rico alimentaron sustancialmente el desarrollo de Europa. «Vale un Perú» fue el elogio máximo a las personas o a las cosas desde que Pizarro se hizo dueño del Cuzco, pero a partir del descubrimiento del cerro, Don Quijote de la Mancha habla con otras palabras: «Vale un Potosí», advierte a Sancho. Vena yugular del Virreinato, manantial de la plata de América, Potosí contaba con 120 000 habitantes según el censo de 1573. Sólo veintiocho años habían transcurrido desde que la ciudad brotara entre los páramos andinos y ya tenía, como por arte de magia, la misma población que Londres y más habitantes que Sevilla, Madrid, Roma o París. Hacia 1650, un nuevo censo adjudicaba a Potosí 160.000 habitantes. Era una de las ciudades más grandes y más ricas del mundo, diez veces más habitada que Boston, en tiempos en que Nueva York ni siquiera había empezado a llamarse así.”

Tres días nos quedamos en Potosí pues la altura nos afectó especialmente a Amado y a mí, los dos cubanos. Y es que la ciudad está a 4 mil metros de altura sobre el nivel del mar. De este modo los fuertes dolores de cabeza no cesaban por la falta de oxígeno. Mascar hoja de coca todo el tiempo y la asistencia del doctor Edgar, de la Cruz Roja de Potosí, alivió mi malestar.

Así pudimos llegar hasta el gran cerro de Potojsi (los españoles no podían pronunciar ese nombre y derivó en Potosí), que significa: «Truena, revienta, hace explosión». Esa montaña reventada por los blancos conquistadores siglos atrás y donde exterminaron esclavizados -para sacar el rico mineral- a millones de personas.

Por una de las minas del cerro anduvimos y de la mano de Wilson, un ex minero y hoy guía, conocimos de los cerca de miles de trabajadores que cada día entran a las 180 minas que tiene el cerro. También que ahí ya no hay explotación infantil como antes aunque desde muy jóvenes trabajan en las minas. Precisamente nos cruzamos dentro con un chico de 15 años que, junto a un compañero, empujaban en una carretilla cerca de una tonelada de piedras y minerales hacia afuera.

Wilson, en un descanso, al pie del Tio, una especia de dios desnudo de los mineros al que se le ofrenda comida y bebida, nos contó de cómo ellos entran cada día a la mina pensando que su vida cambiará si tienen la suerte de encontrar una buena beta de plata entre las rocas para poder explotar. Del mismo modo reveló que el mejor minero no es el más fuerte y corajudo sino el que tiene mejor humor, el que más hace reír a sus compañeros cuando están bajo tierra.

Potosí: Foto: Kaloian Santos Cabrera

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«Vale un Perú» fue el elogio máximo a las personas o a las cosas desde que Pizarro se hizo dueño del Cuzco, pero a partir del descubrimiento del cerro, Don Quijote de la Mancha habla con otras palabras: «Vale un Potosí», advierte a Sancho. Vena yugular del Virreinato, manantial de la plata de América, Potosí contaba con 120 000 habitantes según el censo de 1573. Sólo veintiocho años habían transcurrido desde que la ciudad brotara entre los páramos andinos y ya tenía, como por arte de magia, la misma población que Londres y más habitantes que Sevilla, Madrid, Roma o París.

Potosí. Foto: Kaloian Santos Cabrera.

Potosí: Foto: Kaloian Santos Cabrera

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Potosí: Foto: Kaloian Santos Cabrera

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Potosí: Foto: Kaloian Santos Cabrera

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