Sueño de campeones

Por Yamil Lage

Grupos de niños entrenan cada día con la ilusión de ser campeones de Boxeo en numerosos espacios creados con ese fin en La Habana, Cuba. Es una meta larga y difícil pero, de cumplirse, recompensada con medallas, gloria y fama popular.

Soñar con el futuro es su derecho. Los cubanos somos dados a degustar la fama pública. Ser reconocido boxeador, es convertirse en Rey. El Rey del barrio. El Rey del pueblo. El Rey de la calle. Aplaudidos y vitoreado por multitudes. Salir en los periódicos y en la televisión. Ser aclamado en Cuba por unos años, equivale a ser famoso durante toda la vida. No importa el precio. No habrá tiempo para jugar en la calle. No habrá tiempo para ver animados en la tele, porque es el tiempo de entrenar, el tiempo de golpear sacos de arena, de hacer sparrring, de recibir las instrucciones del entrenador…

No importa cuantas veces les pongan la cara roja a golpes, no importa cuantas veces la ira de las derrotas en competencias locales venga a intentar disuadirlos. Estos niños insisten, después de largas jornadas de docencia, en hacer realidad su sueño de ser campeones.