Cubadebate

Presentación de Silvio Rodríguez, Trovarroco, Niurka González y Oliver Valdés, con Tanmy López y Hector Hernández como invitados, en Cayo Hueso, Centro Habana.

Si se quiere tener una vista panorámica del parque Trillo y sus alrededores, un lugar preciso es el balcón de Aguelia y su hermana Regla, justo al lado del Palacio de la Rumba. La suya puede describirse como una casa-templo, llena de altares y ofrendas, donde se rinde culto a los santos afrocubanos. El lugar inspira cierto respeto, como de contacto con algo sagrado, cuando menos de contacto con quienes lo consideran así, lo saben así (basta un sacralizador para que lo sagrado sea). Hay una suerte de fuerza ancestral, algo de vieja sabiduría, de conocimiento de esencias y secretos, de pistas para la vida buena (que no necesariamente la buena vida.

Entonces, por alguna razón, espero de ellas algo revelador, como luces en código, cierta metáfora cargada de sentido, un poco de filosofías de vigor y fuerzas naturales de lo africano, no sé... Pero Regla y su hermana Aguelia hablan más de cosas cotidianas. Y está bien.

Regla se realiza en la felicidad de los suyos; ella es un poco todos ellos, vive sus alegrías, sufre sus penas... Nada disfruta más que estar en familia, y gozar de la unión los caracteriza. Aguelia tiene setenta y nueve años, trabaja desde los doce, y los últimos cincuenta los ha vivido en Cayo Hueso. A propósito de la presentación de Silvio, recuerda que este cantó en la fábrica de canastilla en la que ella trabajaba en el Vedado, precisamente en los bajos de la casa en que vivía entonces el trovador. "Siempre me ha gustado porque lo que canta, lo canta con el alma".

Abajo, la esquina llena de gente, especialmente niños muy extrovertidos, muy independientes y seguros, retadores, desafiantes y provocadores; entre ellos y con los demás.

En la cuadra contigua, sin llegar muy lejos del parque, está "el 9", solar de más de setenta años de existencia, según calcula un vecino que lo habita desde la década del cuarenta. Hoy en él conviven como pueden veintisiete familias, aguas albañales, tendidos eléctricos semicaídos y mal olor.

En El 9 vive Juanito, babalawo y plomero, ahijado del esposo de Regla. Ha podido mejorar el estado constructivo de su vivienda, pero advierte que la mayoría de sus vecinos no se encuentra en condiciones de hacer lo mismo. En los altos están Margarita, martiana "por sus ideales y por haber nacido el 28 de enero". Al lado, Greysi, estudiante de Inglés y Derecho, quien piensa, no obstante, trabajar como gastronómica. (De acuerdo con sus perspectivas, así ganará más dinero). En el fondo viven Emma y su nieta, caso social debido a una enfermedad, molestas por la inutilidad de gestiones que han hecho para mejorar su situación. Casi a la entrada, también en los altos, está Leyvis, recién llegada al solar, actriz, quien trata de adaptarse a la dinámica del lugar. Reflexiona profundamente a propósito del carácter inmediato con que se vive en ese entorno. Según ella, esto no permite el crecimiento de la gente en su condición humana, ni la vida con alegría.

Es ese criterio el último que escuchamos antes de salir, nos quedamos rumiándolo un poco, dándole algo de vueltas hasta estar de regreso en la esquina del parque.

Y otra vez se nos cruzan los niños correteando, riendo, demasiado "vivos" para su edad; otra vez una mirada casual encuentra gente en el parque, desenfadada, feliz. Al menos eso parece.

Llegamos al barrio con el concierto como "pretexto", queremos saber cómo es la gente en los lugares por donde transita la gira. Pero un breve paso no basta para decir algo que valga como generalidad, es complicado formular un juicio que aprehenda todos los aspectos de una realidad, o al menos la mayoría de ellos. Acaso es demasiado pretensioso, no domino los métodos de investigación sociológica, no conozco los requerimientos de lo que se llama muestra significativa... estoy condenada a la aproximación. (¿Condenada?).

En definitiva, ¿cuál es Cayo Hueso?:¿El de los impasibles moradores del parque?... ¿El del pesimismo de Leyvis? ¿El de la indignación de Emma? ¿Es el que profesa la fe religiosa, o la militancia política? ¿Ambas? ¿Es el artista, el borracho, la niña desdentada y simpática...? ¿Es el viejo triste? ¿Es el solar en ruinas o la próspera casita? No me atrevo a contestarlo, no tengo el derecho. Prefiero decir que Cayo Hueso es todos ellos, y que es lo que sea para cada uno.

En medio de todo, el escenario; en medio de monumentos a héroes y a la rumba, tradición histórica, alcohol, política nacional e internacional. En medio de ese espacio de confluencias, de vida a toda hora, un escenario sobre el que caen hojitas a menudo, como si las ceibas enormes que lo rodean, entre tantas tantas cosas, quisieran hacerse notar.

Cayo Hueso. Vista del parque. Foto: Alejandro Ramírez/Cubadebate

Aguelia. Foto: Alejandro Ramírez/Cubadebate

Niñas en “El 9” Foto: Alejandro Ramírez/Cubadebate

Cuentapropista Foto: Alejandro Ramírez/Cubadebate

Regla da la bienvenida Foto: Alejandro Ramírez/Cubadebate

Greysi conversa con vecinas del frente. Foto: Alejandro Ramírez/Cubadebate

Atisbando Foto: Alejandro Ramírez/Cubadebate

Tanmy López, invitada. Foto: Alejandro Ramírez/Cubadebate

Conjunto Foto: Alejandro Ramírez/Cubadebate

Oliver Valdés Foto: Alejandro Ramírez/Cubadebate

Rashih López Foto: Alejandro Ramírez/Cubadebate

Maikel Elizarde, magistral en el tres. Foto: Alejandro Ramírez/Cubadebate

Acogida Foto: Alejandro Ramírez/Cubadebate

Silvio, cerca del barrio de su adolescencia. Foto: Alejandro Ramírez/Cubadebate