A unos metros de la histórica Plaza de la Revolución y colindante con el majestuoso cementerio Colón está La Timba, un vecindario que a menudo atravieso para llegar hasta Juventud Rebelde, periódico donde trabajo. Tiene fama de "barrio malo", marginal y provocativo. Pero de eso solo le queda justamente la fama.
Es un lugar pintoresco y popular de la capital cubana. Allí, en sus solares y pasillos, tiene resguardo, por ejemplo, la rumba de cajón. La Timba es de esos lugares que, a pesar de las imperiosas necesidades materiales, la gente (como en toda Cuba) sueña, ama, trabaja y siente lo suyo como ese espacio intocable.
Hasta La Timba llegó, el pasado domingo, Silvio Rodríguez en su gira por los barrios. Como es habitual apareció acompañado de la flautista y clarinetista Niurka González, el percusionista Oliver Valdés y el trío santaclareño Trovarroco. En esta ocasión el escritor y profesor Guillermo Rodríguez Rivera, el guitarrista argentino Víctor Pellegrini, la cellista Amparo del Riego y el joven trovador Tony Ávila y su grupo, fueron los invitados.
PD: Uno de los detalles extraordinarios de este concierto fue la sorpresa de que alguien, en la medida que Silvio avanzaba en su repertorio, alzaba entre el público una reliquia: parte de la discografía del trovador en vinilo.