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Ternura gigante

Por Kaloian Santos

La embarcación que abordo parece una hoja en la inmensidad del Atlántico. Vamos al encuentro con una especie divina de la naturaleza. Es la ballena franca austral que, desde el mes de mayo, puebla las aguas de la península Valdés, en Puerto Madryn, provincia de Chubut, al sur de Agentina.

Dueño y atractivo absoluto por estos mares, este mamífero, declarado Monumento Natural por una ley nacional del gobierno argentino, presentan unas callosidades que, como las huellas dactilares, identifican a cada ejemplar durante toda su vida que puede ser de unos 50 años. Se alimenta de microorganismos que deja entrar a través de las barbas que revisten su boca pues no tienen dientes. Llegan hasta las costas de Chubut para procrear y amamantar a su cría que acompañan durante dos años. Luego, entre noviembre y diciembre, emprenden viaje hacia zonas cercanas a Sudáfrica en busca de alimentos.

A pocos metros alcanzo la suerte de retratar a una madre y su ballenato. Ella, de unos 17 metros y 60 toneladas de peso, juega durante horas con su cría, de 5 toneladas y unos 7 metros (este crece tres centímetros y medio cada día) que salta en el horizonte. Tal parece que, por instantes, posan para ser retratadas en estas escenas de ternura gigante.

Ballena franca austral en Argentina. Foto: Kaloian

Ballena franca austral en Argentina. Foto: Kaloian

Ballena franca austral en Argentina. Foto: Kaloian

Ballena franca austral en Argentina. Foto: Kaloian

Ballena franca austral en Argentina. Foto: Kaloian