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Los fígaros de Moa

Listo para todo, día y noche. / Siempre ocupado y siempre aquí. / Algo mejor para un barbero. / Una vida más noble no se puede encontrar. / Rastrillos y peines / navajas y tijeras, / a mi disposición están aquí. / ¡Fígaro! ¡Fígaro! ¡Fígaro! ¡Fígaroooo!/ ¡Ah, bravo Fígaro! ¡Bravo, bravísimo!

Seguro que el pregón le es familiar. Así canta el barbero de Sevilla, el más famoso de todos los tiempos. Es un personaje de fines del siglo XVII salido creado por el compositor Gioacchino Rossini para una comedia bufa y, luego, inmortalizado por el mismísimo Wolfgang Amadeus Mozart en una célebre ópera.

Pero óigame, si estos ilustres italianos resucitaran y llegaran hoy, en pleno siglo XXI, al holguinero municipio de Moa, de seguro el barbero ya no fuera más de Sevilla sino de esas tierras, una de las mayores reservas de níquel del mundo. Y no es que este poblado se parezca a las románticas calles medievales donde transcurre la obra, sino que es quizás la urbe cubana donde más fígaros existen. En una misma cuadra llegas a encontrarte tres o cuatro barberías. No sé a qué se deba tal fenómeno. Por más que pregunté nadie me supo responder. Solo un señor de unos cincuenta años, sentado en un bicitaxi, a la espera de su turno para afeitarse, respondió a modo de broma: «A lo mejor el níquel hace crecer el pelo».

Barberos en Moa, tierra del níquel. Foto: Kaloian

Barberos en Moa, tierra del níquel. Foto: Kaloian

Barberos en Moa, tierra del níquel. Foto: Kaloian

Barberos en Moa, tierra del níquel. Foto: Kaloian

Barberos en Moa, tierra del níquel. Foto: Kaloian

Barberos en Moa, tierra del níquel. Foto: Kaloian