- Cubadebate - http://www.cubadebate.cu -

Sueño pesado y moral de espuma

Foto: Invasor

Mientras la directora comercial del Grupo Empresarial de Comercio me explicaba sobre la existencia en los almacenes del detergente líquido que se entrega como parte de la canasta normada —y era muy exacta cuando decía que no tenía en su poder lo que en el sistema del Ministerio de Comercio Interior se conoce como “política de distribución”; por tanto, no apuntaba cuándo y en qué cantidades sería comercializado—, el detergente Limtel ya estaba en la calle.

Ese propio día en varios “portales” y en el gran mercado de las redes sociales en Internet se ofrecía a 350.00 o 400.00 pesos (14-16 veces su precio oficial), sin recato alguno, el producto que todavía no se distribuía en las bodegas, poniendo de relieve, una vez más, los graves problemas de control en el sector estatal y la corrupción que provocan el desvío de recursos, la malversación y el robo.

Obviamente, yo no puedo establecer la relación de procedencia. El hecho de que una parte del detergente estuviera ya en los almacenes de la Empresa Universal no es proporcional a que de allí saliera el que está en el mercado informal. Verde con puntas no siempre es guanábana y esto no es una denuncia a alguien en específico, sino a todos en general, porque no solo “aparece” detergente en Revolico, también chícharo, azúcar, café, fertilizante, paquetes de hojas, tabaco, papas prefritas, medicamentos, toallas sanitarias…

Y no hablo tampoco de quien toma su cuota y la vende para comprar otra cosa más urgente, una “defensa” permitida en un contexto de crisis económica que obliga a hacer malabares para llegar a fin de mes —robar y malversar no clasifican como malabares, por cierto—. Mi queja, de momento, no es siquiera por quienes, aprovechando las brechas del mercado cambiario y el profundo desabastecimiento del comercio en moneda nacional, importan o compran en MLC y revenden en CUP, lucrando con la necesidad de quienes no pueden esperar la cola interminable mediante Ticket en Cadeca, donde el tiempo parece haberse detenido y la divisa esfumado —usuarios en sala de espera desde abril último todavía no han podido comprar.

Mi problema es la impunidad como consecuencia y la corrupción como causa. Mi problema es con la merma y el faltante naturalizados, al parecer hijos legítimos de toda actividad comercial. Mi problema es intentar comprender cómo se “cuadran” las contabilidades y se lleva a gasto lo que sale del almacén por la derecha y por la izquierda, cómo se “arreglan” las tarjetas de estiba, cómo en la cadena logística puerto-transporte-economía interna cada eslabón se queda con su tajada.

Y después de todo eso, mi problema es ver que todo lo desviado o robado de almacenes, bodegas y rastras va a parar a los portales o a las redes, incluso a los vendedores ambulantes, que proponen a voz en cuello el salfumán a 300.00 y el Alprazolám a 850.00 pesos. Como lo más normal de la vida: los ancianos madrugando para comprar Enalapril en la farmacia y el “luchador” ganándose 100.00, 200.00, 300.00 pesos sobre la salud de los demás.

Las noticias sobre cadenas delictivas desactivadas, casas-almacén intervenidas, o delitos de malversación y corrupción en el sector estatal juzgados y con sentencia firme no llegan, al menos, a esta Redacción. No podemos decir, como suele resignarse el ciudadano común frente a las “ofertas” en Revolico o en puntos de venta improvisados, que “no pasa nada”, pero no es menos cierto que al final del día va quedando un regusto amarguísimo en la boca.

Si yo fuera el responsable de una entidad desde donde pudiera estarse abasteciendo el mercado ilegal con productos que, en buena lid, tienen nombre y apellidos —porque lo poco que llega mediante las bodegas o las farmacias, viene contra un censo, son personas esperando su pomo de detergente o su tirilla de Enalapril—, no podría dormir en las noches.

Pero, evidentemente, hay unos cuantos con el sueño pesado y la moral hecha espuma.

(Tomado de Invasor)