Ayer se acabó la brujería: en menos de cinco días completos se controló el incendio más grande y complejo que haya vivido Cuba.
Como se esperaba, los odiadores se descolocaron y se derritieron de odio. Ha empezado a llover la desinformación.
Hubo quien dijo, sin titubear por la mentira, que sabía de un avión en el que los dirigentes de la Revolución abandonaban el país.
La desinformación como estrategia. Así lo definió Reinier Duardo, quien, además, alertó sobre lo que debe venir en las próximas horas desde esas mismas plataformas, que pasaron los últimos seis días apostando a la prolongación del incendio para ningunear la obra de cubanos, venezolanos y mexicanos y para inflar la tesis del Estado fallido.
Esa matriz de un Gobierno que huye está entre las más empleadas en la historia de la Revolución, apuntó Bárbara Betancourt, quien recordó el uso de videos y fotos de viajes de trabajo de Fidel, Raúl y ahora de Díaz-Canel a otras naciones, a actos de tomas de posesión o visitas oficiales, reciclándolos como supuestas pruebas de que llegan a Nicaragua, Venezuela y otros países amigos.
No importa que la realidad les desmienta enseguida, ellos volverán a hacerlo. También se advierten otras matrices orientadas a sembrar el pánico por presunta contaminación ambiental. Ni siquiera especulan en este caso. Ya afirman que les consta, que tienen enviados en el terreno confirmando. Hiperbolizan a tal punto, que cualquiera puede empezar a estornudar con solo oírlos.
Por suerte, hay una cámara permanente en el complejo Bahía, capaz de tomar panorámicas de la zona siniestrada. El relato de los odiadores califica para que les cierren los canales por incitar al caos.
Paralelamente, comienzan a proliferar las notas en esa línea, intentando atraer a sectores tradicionalmente sensibles a los temas ecológicos. La preocupación y ocupación del país en el asunto está fuera de dudas: la ministra del Citma lo ha explicado en los últimos días. Hay especialistas afincados en la zona para medir los niveles de contaminación y determinar cómo actuar. Hasta ahora no hay evidencias de daños. Lo cual no niega el impacto que seguramente tiene el evento en el ambiente, pero sin afectaciones confirmadas en los seres humanos.
Desde el primer momento, junto con los informes del Minsap, bomberos o la UNE, se presentan los resultados del monitoreo ambiental por parte del Citma. Este es uno de los temas con seguimiento que se debe prolongar más días en el tiempo.
Si bien se han reportado niveles de hollín tras las lluvias y se ha hablado de señales en el color o densidad de aguas cercanas a Versalles, los análisis de laboratorio arrojan mediciones dentro de los parámetros y ni en los hospitales ni en el monitoreo aparecen evidencias de daño, por ahora.
Lo confirmamos en un recorrido por la Universidad de Matanzas, en cuyas áreas de beca se albergan unas 644 personas evacuadas desde los primeros momentos del incendio. Todas residen en comunidades aledañas a la zona industrial.
Entre los albergados que atienden estudiantes y profesores universitarios hay hasta un bebé de 12 días de nacido y 78 niños en total, menores de dos años. También, ancianos y personas con discapacidad. Ninguno ha presentado problemas respiratorios. Por cierto, todos hablan muy bien del trabajo de atención allí, donde todo el consejo de dirección de la universidad, con su rectora al frente, ha organizado una atención de calidad.
No nos dejemos arrebatar la verdad. Cuba unida, con la solidaridad de países hermanos, está protagonizando otra gran hazaña.
Ya se apagó el fuego, se controla el impacto ambiental y se comienza a organizar la estrategia de recuperación. Hasta ahora, las fake news son el mayor peligro de intoxicación.
Seguiremos Chapeando