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El Hospital cambia… ¿y nosotros con él?

Terapia Intermedia, un sábado en la mañana. Fotos: Osvaldo Gutiérrez Gómez/Invasor

Alberto Moronta Enrique tiene el word abierto por si las dudas, pero puede recitar cada nueva medida sin mirarlo porque no las tiene. El director del Hospital Provincial General Docente Doctor Antonio Luaces Iraola solo las visibiliza para la prensa que, minutos después —él no lo sabe—, verá como solo una de ellas pone en riesgo a todas. Las enferma.

Pero antes de eso, él las esbozará a grandes rasgos, a sabiendas de que si han podido implementarse ha sido, en parte, gracias a los recursos humanos y a los insumos que han llegado.

Las va enumerando por plecas, sin obedecer a jerarquías, porque todas son vitales:

Justamente con esa última Invasor tuvo su repunte de dudas y el análisis fue sencillo: si los modelos matemáticos coinciden en que Cuba (y obviamente Ciego de Ávila) no ha alcanzado el pico previsible de confirmados para su peor escenario, ¿cuál podrá ser el pico de recursos para contenerlo?

¿Cuántas camas de más, medicamentos de más, enfermeras de más, médicos de más, ventiladores de más, oxígeno de más… harán falta si nos seguimos permitiendo que los acompañantes entren y salgan de la Zona Roja?

Porque sí, aunque a un centro de aislamiento la familia no puede entrar a llevar comida o a “visitar”, la Terapia Intermedia para pacientes con COVID-19 tenía este sábado las puertas abiertas de par en par, y había acompañantes con su nariz afuera. Literalmente, infestándose con tamaña irresponsabilidad. Y al menos a dos vimos bajar las escaleras y luego volver a entrar.

De modo que el cartel de Zona Roja era solo contención para quienes entendemos que el autocuidado es lo primero y es el único peldaño desde el que podremos luego aleccionar y juzgar a los demás. Pues no olvidemos que están los “demás” que, o tienen la suerte de no haber enfermado o haber perdido a un familiar o amigo… todavía, o tienen el egoísmo y la insensatez en su máximo esplendor.

Allí y en otras salas de la COVID-19 han existido pacientes que han tenido, incluso, relevo para sus acompañantes. Multipliquemos entonces por día, y por familias, esos posibles focos del “entra y sale”, dispersos además por el hospital, aun cuando se hayan incorporado brigadas para la limpieza cada día.

Pensemos a cuántos casos por día llegaremos si quienes deben cuidarle la retaguardia a médicos y enfermeros para que no se nos desplomen ante la indolencia son parte del problema y no de la solución.

Imaginemos al doctor Iván Moyano, por ejemplo, todos los días en su Terapia Intensiva, salvando y viendo morir, y entendamos, además, que no habrá oxígeno para cada uno de los que podríamos agravarnos porque la velocidad del virus supera la de la vacunación.

¿De verdad alguien cree que los cambios internos en el Luaces Iraola que desvelan a Alberto y a su equipo nos salvarán si otros siguen haciendo lo mismo?

Zona Roja. Fotos: Osvaldo Gutiérrez Gómez/Invasor

(Tomado de Invasor)