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Colombia: Más allá de la horrible noche (+ Podcast)

Paro nacional en Colombia. Foto: Telesur.

Miles de colombianos se movilizan  en las principales ciudades del país con el objetivo de potenciar las negociaciones que realiza el Comité del Paro Nacional con el Gobierno de Iván Duque.

Los integrantes del Comité aseveraron que la jornada del miércoles corresponde a la mayor de las movilizaciones en Colombia, los ciudadanos cumplen más de un mes desplegados en las calles en el marco del Paro Nacional.

Cinco tácticas oficiales

Ante los sucesos del 28 de mayo, en Cali la guerra sistemática contra las 25 barricadas, el régimen alcanzó el podio en cinismo y genocidio. Vale analizar su estrategia contra el paro que considero comprende cinco tácticas:

  1. Hostigamiento con armas de fuego a los puntos de resistencia, esto son los disparos a quemarropa contra resistentes, los de francotiradores desde edificios cercanos o desde las camionetas fantasmas. Aquí se combinan actores armados, tanto policiales y militares, como lo nuevo el paramilitarismo urbano.
  2. Cacería de pobladores barriales en la madrugada a quienes asumen marchantes de regreso a sus casas. Aquí también se combinan actores oficiales y paramilitares.
  3. Infiltración de las manifestaciones y plantones con policías de civil o paracos que disparan, vandalizan etc. También desde las oficinas y el microtráfico con algunos patrocinios y la búsqueda de controlar la protesta en algunos puntos.
  4. Dilación de las negociaciones nacionales. Si bien el paro cosechó éxitos tumbando reformas y ministros, en la negociación del pliego petitorio con las jerarquías sindicales el gobierno siempre tiene oídos sordos. Además, la negociación será coja o inválida, mientras no se incorporen voceros de la juventud popular.
  5. Dispersión de la negociación buscando localmente “arreglar” a la juventud popular, pasándole la responsabilidad a las alcaldías. Así, la culpa en Cali se recarga en el alcalde sin mando, mientras la representante del gobierno central se presenta como “observadora” en los diálogos facilitados por la arquidiócesis y la ONU.

Estas cinco tácticas: hostigar, cazar, infiltrar, dilatar y dispersar, desde el inicio del paro han estimulado el crecimiento de la indignación y con esto las barricadas se mantienen como acción de defensa, y a su interior es mayoritaria la creencia de paro = bloqueo. Lo que estoy diciendo aquí es que el régimen estimuló el caos y su continuidad. Siguiendo el principio de Goebbels de la transposición y la teoría del enemigo interno, busca echarle la culpa de todo a su oponente juvenil.

Al cumplirse un mes el gobierno cosecha del caos y del cambio de la correlación de fuerzas (los apoyos empiezan a deslizarse de un lado a otro), para militarizar más en pro de «la estabilidad que merece la ciudadanía«, luz verde para dispararle a civiles y sobre todo para bloquear la negociación política.

Tres tipos de liderazgo

Dentro de la juventud popular, considero que en la resistencia se dan tres tipologías de liderazgo.

  1. Las políticas. Dentro de las vocerías existe un grupo -mayoría femenina- con formación política, pero sin liderazgo militante en alguno de los movimientos o partidos de izquierda o progresistas. Son jóvenes consientes que la lucha no existiría sin la solidaridad barrial, ciudadana y nacional, que han entendido la necesidad de un salto cualitativo en la resistencia. Hoy buscan alternativas para evolucionar los bloqueos y barricadas hacia la movilización periódica que soporte una negociación política nacional, con ellas y ellos en igualdad de condiciones a los sindicatos.
  2. Los guerreros. Hoy las vocerías mayoritarias se concentran en valientes de 1ª línea -mayoría masculina- en tránsito de convertirse en mito gracias a loas externas y machismos internos. Esto puede ser perfecto para la literatura, pero en términos prácticos ancla a jóvenes honestos a la barricada y al imaginario de desbloqueo = derrota, con lo que terminan opuestos a buscar una negociación política. “Para lograr la paz hay que hacer la guerra”, lema de las legiones romanas que me repitió el miércoles pasado uno de ellos, solo armado con piedras.
  3. Las oficinas. En un artículo anterior nombré este título con que se llama las bandas de microtráfico, sicariato y delincuencia presentes en los barrios. Su abordaje a los puntos de resistencia en la mayoría de los casos ha sido “soterrado” algo en teoría “amigable”, viáticos para que sus miembros permanezcan en los puntos. En el único caso donde el liderazgo del punto lo ejercía un dirigente político de izquierda, la oficina optó por amenazas violentas hasta lograr su exclusión. En su discurso asimilan corrupción y política, con particular agresividad hacia la Colombia Humana que igualan a los partidos tradicionales. Vale reseñar que las oficinas no dirigen ninguna de las barricadas, se camuflan bajo liderazgos guerreros.

Las oficinas son otra modalidad del paramilitarismo urbano, mientras los capitalistas de la cocaína habitan urbanizaciones de estrato 6, su apéndice barrial toma la forma del lumpen juvenil, que juega en la misma dirección contra la salida política al paro, inflando el ego de los guerreros y confrontando a las políticas. El riesgo es que de la acción en la sombra que hoy ejercen las oficinas, de su patrocinio liviano, se pase al armamento de la 1ª línea, es decir a las balas que le justifiquen al régimen arrasar la protesta, sepultar todas sus reivindicaciones, y llegar hasta dilatar las elecciones, en el entendido de que sólo en dictadura puede perpetuarse.

Un nuevo contrato social

La única forma de salir de la crisis es construir un pacto dentro de la sociedad civil, donde participen los gremios empresariales, hoy en su mayoría excluidos del poder hegemónico, las organizaciones sindicales convocantes del paro, toda la población excluida y sin oportunidades, y sobre todo la juventud barrial que con su resistencia ha logrado poner al gobierno contra las cuerdas. En el plano político todos los partidos y movimientos, que no son expresión del feudo, del narcotráfico y del neoliberalismo también deben sumarse a este nuevo contrato social.

Las próximas semanas son claves, la micro, pequeña, mediana e incluso la gran empresa debe elegir entre hundirse con el régimen, o sumarse al pueblo para construir un nuevo país. Este mayo se ha escrito con M de masacre, esto no puede impedirnos ser creativos para pensar el país que queremos, vale citar aquella frase: “nunca es más oscuro que cuando está a punto de amanecer”, Colombia necesita de una cancha nueva donde los liderazgos empresariales, los liderazgos políticos, los viejos y nuevos liderazgos sociales se sienten en igualdad de condiciones, sin ninguna carta trucada, a diseñar un nuevo país que entierre la horrible noche.

Yo pisaré las calles nuevamente de lo que fue Santiago de Cali ensangrentada, confío en la fuerza de esta generación que nos ganó el futuro. Todas y todos tenemos derecho a la vida, la belleza y el buen vivir. Por eso contra toda evidencia soy optimista.

Podcast de Patricia Villegas: Paro nacional en Colombia. Día 34. Permiso para matar

(Tomado de Cuarto de Hora)