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Juegos Olímpicos: ¡Y así comenzó la gloria! (I-V edición)

Olimpia, el sitio primitivo donde habían nacido los juegos en la antigüedad, no existía ya en 1896. Pero siempre se pensó en ese suelo griego para el renacimiento de los Juegos Olímpicos en la era moderna. Problemas económicos de última hora amenazaron esas ansias y faltó muy poco para que Budapest aplaudiera a los primeros campeones olímpicos, o en su defecto, París, en el año 1900.

Pero una vez más, la inteligencia y esfuerzo de los hombres puso orden a la historia. La mano firme del príncipe Constantino, y sobre todo el aporte monetario del mercader nacional, George Averoff, echaron a andar el motor de la cita con la reconstrucción del estadio Olímpico en la propia capital helénica. Los espectadores abarrotaron el estadio Panathenaicos y hasta en los montes cercanos vieron la inauguración.

La segunda versión sería nuevamente en Europa con una sede especial, París, toda esplendorosa a propósito de la Exposición Universal. La misión de prolongar lo iniciado cuatro años atrás en Grecia se cumplió, pero hubo mucha desorganización, los espectadores fueron escasos y los medios de comunicación prácticamente no dieron cobertura al evento deportivo, visto como algo menor o secundario.

Para 1904, la ciudad estadounidense de Saint Louis tomó el batón olímpico y se convirtió en la primera fuera de Europa que acogía estas justas. Aunque pasó a la historia como la segunda versión de más baja concurrencia de todos los tiempos, con apenas 651 deportistas de 12 naciones, no por eso se les debe restar méritos a los campeones y mucho menos al tercer lugar de Cuba en la tabla de medallas con balance de 4-2-3, todas en esgrima.

La cita cuatrienal de 1908 estaba prevista para Roma, pero tras la erupción del Vesubio, los italianos retiraron su candidatura para destinar los fondos a reconstruir la zona arrasada. Por tanto, Londres dispuso de muy poco tiempo para organizar la justa, que incluyó por primera vez el desfile de los atletas tras la bandera nacional en la ceremonia de apertura.

A pesar de la gran cantidad de protestas por la escasa imparcialidad de los jueces británicos y del tiempo casi siempre lluvioso, esta versión en la capital británica se consideró un gran éxito deportivo y popular, con magníficas instalaciones. A pesar de celebrarse una Exposición Franco-Británica, esta vez no hubo interrelación entre ambos eventos.

Poco más dos meses y medio duró la quinta edición de los Juegos Olímpicos en 1912, con sede en la ciudad sueca de Estocolmo. El propio Barón Pierre de Coubertin, titular del Comité Olímpico Internacional, definió la lid como fascinante. Aunque la idea de una villa olímpica todavía no existía, los deportistas se alojaron en diferentes barrios de la ciudad. Solo los estadounidenses se quedaron en el transatlántico que habían llegado desde Nueva York.

Para anotar: curiosidades y anécdotas

I Juegos:

- El 6 de abril de 1896, el estadounidense James Connolly, de 27 años, se convirtió en el primer campeón olímpico de la era moderna al ganar el triple salto (13,71). Al día siguiente terminó tercero en el salto de longitud (6,11) y el 10 de abril fue plata en el salto del altura (1,71).

- Spiridón Louis, joven cartero y habitante del pueblo de Marusi, fue la gran estrella griega al ganar la última prueba celebrada: la maratón. En el 2004, el estadio olímpico de Atenas fue bautizado con su nombre.

- Los países fundadores de los Juegos fueron Alemania, Austria, Australia, Bulgaria, Chile, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Hungría, Italia, Suecia, Suiza y Grecia.

II Juegos:

- En esa edición debutaron las mujeres y la tenista estadounidense Charlotte Cooper ganó el honor de ser la primera monarca olímpica. Otro norteña, Helen de Pourtales había triunfado el 20 de mayo, pero como parte de la tripulación de su esposo en la clase de vela de 1-2 toneladas.

- Los remeros holandeses Francois Brandt y Roelof Klein se encontraban sin timonel para su embarcación. En el último instante consiguieron a un niño francés de 8 o 9 años y participaron. Ese niño desapareció sin dar su nombre, aunque sí se hizo una foto con sus compañeros y se convirtió en el campeón olímpico de menor edad.

- Alvin Kraenzlein es el único atleta que ha ganado cuatro medallas de oro en pruebas individuales de atletismo en una misma edición. Conquistó oro en salto de longitud, 60 metros planos, 110 metros y 200 metros vallas y su gesta se inmortalizaría.

III Juegos:

- El gimnasta estadounidense George Eyser pasó a la historia como uno de los atletas más valerosos de todos los tiempos. Tenía una pierna de madera tras sufrir una amputación a causa de haber sido arrollado por un tren en su juventud, pero eso no fue impedimento para que lograra oro en paralelas, salto de potro y la subida a la cuerda; plata en potro con arcos y en la combinada de cuatro pruebas; así como bronce en barra fija.

- Las pruebas de natación tuvieron lugar en un lago artificial construido expresamente para la Exposición Universal. Las salidas se daban desde una balsa, que se hundía por el peso de los ocho tritones, por lo que muchos ya estaban dentro del agua en el momento de la salida.

- El cartero cubano Félix “El Andarín” Carvajal, se presentó en la línea de salida para la maratón en manga larga y pantalón de vestir. Le recortaron los pantalones a la altura de las rodillas y participó. Acabó cuarto, pero pudo haber campeón si no llega a desviarse a coger unas manzanas que luego le provocaron dolores de estómago.

IV Juegos:

- El italiano Dorando Pietri era un perfecto desconocido hasta que entró al estadio en la final de la carrera de maratón. Pietri se desmayó varias veces y los jueces le ayudaron a ponerse en pie. Aunque cruzó primero hubo que descalificarlo, con el triunfo para el estadounidense John Hayes. No obstante, por su coraje la reina Alejandra de Inglaterra le entregó una copa de oro. Por cierto, Arthur Conan Doyle, el autor de Sherlock Holmes, fue uno de los jueces que ayudó a Pietri cuando cayó extenuado antes de la meta.

- El británico Richard Gunn logró el título en los pesos pluma con 37 años, por lo que es el boxeador de más edad que ha logrado ser campeón olímpico, dado que el reglamento prohíbe hoy participar a pugilistas de esa edad.

- Raymond Clarence Ewry entró en la leyenda olímpica al triunfar en salto de altura y salto de longitud sin impulso, lo que elevó a ocho el número de oros en Juegos Olímpicos. Terminó su carrera en Londres y su hazaña es mayor pues se dedicó al atletismo solo para luchar contra una poliomelitis infantil.

V Juegos:

- Por fin se fijaron fechas concretas para la celebración de los Juegos, hubo ceremonias oficiales de entrega de premios, se introdujo el foto-finish para las pruebas de atletismo, se construyó un estadio exclusivo para esa disciplina y por primera vez se cerró la lid con superávit económico.

- En ciclismo solo hubo una carrera, la más larga de todos los tiempos, en la cual Rudolph Lewis, de Sudáfrica, fue el primero en completar el recorrido de 320 kilómetros, en el cual invirtió unas 10 horas y 45 minutos.

- El estadounidense Jim Thorpe fue a la vez el gran héroe y villano. Ganador de pentatlón y decatlón, un año después le fueron retiradas las preseas tras demostrarse que había cobrado 25 dólares por semana en un equipo modesto de las ligas de béisbol de Estados Unidos. Aunque reclamó el despojo de sus títulos, el COI no rectificó la decisión hasta 1982, cuando ya había fallecido.

Cuba: dos presencias, Fonst y un tercer lugar histórico

Ramón Fonst, esgrimista habanero y primer campeón olímpico cubano. Foto: Archivo/Granma

La historia de Cuba en los primeros cinco Juegos Olímpicos de la era moderna se resume a dos presencias (1900 y 1904), un nombre de oro: Ramón Fonst y la más relevante actuación en Saint Louis, Estados Unidos, donde a pesar de no pocos inconvenientes y malas caras de las delegaciones visitantes finalizamos en el tercer escaño por países.

Por supuesto, la calidad de la justa dejó mucho que desear —sin que por ello se le deba restar méritos a los campeones—, pues apenas participaron 12 naciones, de las cuales 10 lograron medallas. El cómputo definitivo de las preseas durante décadas fue motivo de discordias y enconadas discusiones, dado que algunas pruebas se celebraron, pero no puntearon oficialmente; al tiempo que no todos los medallistas nuestros eran cubanos de nacimiento.

La esgrima llevó la voz cantante de Cuba en esa lid estadounidense —había sucedido así en 1900 con el oro de Ramón Fonst en la espada y el ya reconocido segundo lugar del propio esgrimista en el evento de Espada para Maestros y Amateurs—, con un desglose total de cuatro doradas, dos subtítulos y tres bronces.

El mejor “mosquetero” de la Isla en todos los tiempos conquistó las coronas individuales de espada y florete, además de los cetros en espada de combate y florete por equipos, pero la revisión del Comité Olímpico no las contempló en su cuenta oficial por razones disímiles, entre ellas, la poca presencia de países y la multiplicidad de naciones dentro de un mismo elenco.

Vale aclarar en este punto, que dada la calidad universal de Fonst —contaba con solo 21 años— y sus inmensas amistades en el mundo de las pistillas, los esgrimistas estadounidenses Albertson Van Zo Post (de origen alemán) y Charles Tathan no se inscribieron bajo la bandera de la nación norteña, sino que lo hicieron por la nuestra.

Y nada mal lo hicieron pues el primero se anotó el cetro en el bastón francés (conocido también como combate a una estocada), además de plata en florete y terceros escalones en espada y sable. Tathan, por su parte, discutió hasta el último asalto la porfía en espada, al tiempo que finalizó con bronce en florete.

Esos desempeños, más la corona en sable individual de otro fuera de serie en la escuela cubana de esgrima, Manuel Dionisio Díaz, permitieron a la reducida comitiva antillana anclar tercera de esos Juegos, un palmarés histórico, pero achacable exclusivamente a las excelentes relaciones de amistad y el prestigio de Fonst.

La confusión de los máximos galardones cubanos en esta cita se extendió durante todo el siglo XX y lo que va del XXI —sobre todo el oro de Van Zo Post, a quien solo le cargaban el primer puesto del florete colectivo y no este título personal—, pero finalmente fue aclarado el dilema y Cuba quedó con 1-1-0 en Paris 1900 y 4-2-3 en Saint Louis 1904.