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Las manos unidas de una pandemia

Solangel López Cruz, del departamento de Comunicación Social de la Universidad de Cienfuegos, uno de los centros que más personal ha aportado a las llamadas tareas de enfrentamiento a la COVID-19. Foto: 5 de Septiembre.

Cuando llegó a la zona roja no se le veían ni los ojos. Un traje de “cosmonauta” le hacía más difícil el andar, como si llevara una jaba de arena atada a los pies. Una talla, dos pares de guantes, nasobucos, espejuelos, careta, y el ajuar “espacial” era suficiente para desdibujar su apariencia cotidiana. La profesora que todos conocían había quedado colgada al armario del Centro Ambulatorio Especializado (CEA) de Cienfuegos.

La lucha contra la COVID-19 en la provincia borra la distancia entre alumnos y educadores, los coloca en la misma línea del horizonte, sin distinciones ni jerarquías. Se unen en una semántica que describe la solidaridad por el compañero, por aquellos que respiran con o sin dificultad.

“He trabajado dos veces en la terapia: una de regidora, limpiando los cubículos de los pacientes positivos y las áreas comunes por donde transita el personal médico. La ropa sanitaria da mucho calor y es incómoda para moverte, hacen el quehacer un poco agotador (…) La última vez fue de ropera, asistía a pacientes, intensivistas y enfermeras que entran y salen de aquí a diario (…) Ver y sentir como la muerte a causa de este nuevo coronavirus no entiende de edad, sexo, raza o clase social, ha sido de las cosas que más han dolido”, relató la Licenciada Solangel López Cruz, del departamento de Comunicación Social de la Universidad de Cienfuegos, uno de los centros que más personal ha aportado a las llamadas tareas de enfrentamiento a la Covid-19.

Historias parecidas a esa ya se acumulan en la cotidianidad de una pandemia gris. Muchas manos solidarias unen esfuerzos para empujar la esperanza y ponen el cuerpo, así, tan literalmente.

En la recta más reciente, once brigadas de la Unión de Jóvenes Comunistas, con una representación de varios sectores económicos y sociales, prestaron servicios en los 22 centros de aislamiento activos en la provincia, ello significa que más de 100 estudiantes han colaborado allí de una forma u otra desde que mayo abrió calendario.

Sin contar que 3 126 jóvenes realizan la pesquisa diaria en zonas urbanas y rurales, algo importantísimo en el control de eventos epidemiológicos.

Los educadores han sido columna fuerte en el enfrentamiento a la Covid-19. Foto: Universidad de Cienfuegos.

Según explicó la MsC Marilín Pérez Toledo, jefa provincial de la enseñanza técnico-profesional en Cienfuegos, unos 200 profesores han dejado las actividades de la docencia para apoyar en prestaciones vitales en la llamada zona roja y centros de aislamiento, entre ellas, limpieza, labores de cocina, mensajería, atención a los pacientes, lavandería y desinfección de las áreas comunes. Ese nivel educativo sostiene bajo sus hombros humanistas la mayor cantidad de instituciones del sector que ahora fungen como lugares para aislar los contactos de casos positivos al nuevo coronavirus.

“Debo reconocer el altruismo de nuestro personal; muchos tienen familias vulnerables y aun así están al frente de brigadas o en la administración de estos lugares que son importantes para cortar la cadena de contagios en las comunidades (…) Cubren las necesidades que se presentan en estas escuelas, ahora convertidas en sitios sanitarios y estamos muy orgullosos de ellos, todos debemos estarlo”, agregó la directiva.

Intensas jornadas, donde el cloro ahoga y el contagio llega al cuerpo de quien cuida. Aun así las listas de voluntarios crecen como pompas de jabón. Los centros de aislamientos siguen su ritmo a golpe de voluntades unidas.

Al decir de algunos estudiantes vinculados a la zona roja, vía redes sociales, el trabajo en esos espacios es duro y riesgoso, pero a la vez gratificante, pues ayudan a las personas que sienten miedo desde su llegada a la institución. Tiene mucho que ver con el carácter humanista de cada cual.

“Entramos una semana entera. De viernes a viernes, luego nos sustituye otra brigada (…) Hacer una labor que te reconforta y ayuda a alguien más es muy importante en estos momentos de pandemia (…) El cubano tiene buen corazón”, dijo a la prensa Solangel López Cruz, una joven educadora que tres veces ha servido en zona roja.

En tiempos difíciles los educadores y alumnos se conjugan a favor de la vida.

(Tomado de 5 de Septiembre)