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Fidel hace 60 años: “Los que luchamos por la paz, luchamos por el bien de todos los pueblos”

"A favor de la paz". Foto: Roberto Chile.

Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz en el homenaje que le tributara la CTC revolucionaria y el Movimiento Nacional por la Paz, con motivo de habérsele otorgado el premio “Lenin por la paz", efectuado el 19 de mayo de 1961.

Señores embajadores de países amigos que nos acompañan esta noche;

Visitantes;

Delegaciones;

Compañeros y compañeras de la Revolución:

A lo largo de la historia de la humanidad, las causas constantes de las guerras han sido la explotación y el pillaje. Desde que el hombre tiene conciencia de la evolución histórica, todas las guerras han tenido por causa esas dos razones.

Para comprender quiénes son los culpables de las guerras, y para comprender quiénes son los que luchan por la paz, quiénes son los partidarios de la guerra y quiénes son los partidarios de la paz, es necesario comprender eso perfectamente bien.

Y los partidarios de las guerras, los culpables de las guerras, han sido siempre los explotadores, han sido siempre los que intentan apoderarse de las riquezas de los demás, de los recursos naturales de los demás pueblos o del esfuerzo de las clases humildes del propio pueblo.

Y así, la explotación y el pillaje han costado a la humanidad mares de sangre.  El deseo de apoderarse del trabajo y de los recursos de otros pueblos ha sido la causa de ese flagelo que ha acompañado la historia del hombre, desde los orígenes mismos de la humanidad. Las guerras han tenido, pues, esas causas y las guerras han tenido esos culpables.

En nuestra comparecencia en las Naciones Unidas, en nombre del pueblo de Cuba declaramos que cuando desapareciera la filosofía de la explotación y del pillaje, desaparecería la filosofía de las guerras.

Y eso, que ha sido un hecho cierto y constante a lo largo de miles de años, es algo que en este minuto que vive la humanidad lo podemos comprobar de una manera muy clara.

Los peligros de guerra que amenazan hoy a los pueblos y a la humanidad no provienen de los hombres amantes de la justicia, no provienen de los hombres amantes del progreso de la humanidad, no provienen de los hombres que desean una vida mejor para el hombre, un destino mejor para el género humano; no provienen de los hombres que luchan por la libertad, por la soberanía y la independencia de los pueblos, por el derecho a la autodeterminación de cada nación, por el derecho de los pueblos a disfrutar de sus riquezas naturales y disfrutar del fruto de su trabajo.

Las amenazas para la paz de la humanidad vienen, precisamente, del lado de los que defienden el coloniaje, de los que defienden el imperialismo, de los que se oponen al derecho de las colonias a ser libres, de los que se oponen al derecho de los pueblos a desarrollar su economía, de los que se oponen al derecho de los pueblos a su soberanía y a su autodeterminación; de los que se oponen al derecho de los pueblos a ser libres y a disfrutar de una vida mejor.

Las amenazas de guerra hoy en el mundo, como siempre a lo largo de la historia, provienen de los que quieren seguir manteniendo sobre el hombre el derecho al pillaje y a la explotación.

El mundo se encuentra más cerca que nunca de la oportunidad o del minuto en que la guerra podría ser erradicada para siempre; el mundo se encuentra también más cerca que nunca del minuto en que la explotación y el hambre podrían ser erradicados para siempre de la sociedad humana.  El mundo se encuentra en uno de esos momentos culminantes del proceso humano y, sin embargo, el mundo también ve constantemente perturbadas su tranquilidad y su esperanza en ese mundo mejor por la terrible amenaza de la guerra.

¿Y quiénes son los culpables de las guerras?  ¿Quiénes son los que amenazan con las guerras?  ¿Quiénes son los que hacen negocio con las guerras?  ¿Quiénes son los que amenazan constantemente a la humanidad con ese flagelo?  y para responder esa pregunta bastaría el raciocinio de un niño de cinco años:  son los colonialistas y los imperialistas los que amenazan la paz del mundo, los que amenazan con las guerras, los que constantemente ponen a la humanidad al borde del abismo de la guerra.

¿Y por qué?  ¿Por qué los imperialistas y los colonialistas tienen que amenazar con la guerra?  ¿Por qué tienen que acudir a la guerra?  ¿Por qué?  Tienen que acudir al peligro de guerra y tienen que acudir a la amenaza de la guerra por varias razones.

En primer lugar, porque representan a un mundo que sucumbe, representan a un mundo en decadencia, representan un sistema social caduco, representan normas de vida condenadas a desaparecer.  Están condenados por la historia; la historia los condena a la desaparición, la historia natural del hombre, la historia natural de la sociedad humana, los condena a la desaparición.

Y entonces se rebelan o pretenden rebelarse contra ese hecho inexorable de la historia; pretenden detener el curso inexorable de la historia; pretenden establecer un valladar y un freno al progreso de la sociedad humana.  Y entonces quieren impedir, mediante la fuerza, lo que no podrán impedir de ninguna forma, porque es una ley invariable de la historia.

Entonces se rebelan contra ese destino inexorable, se rebelan contra ese hecho que inevitablemente tiene que ocurrir.

Los que luchan a favor de la historia, los que luchan de acuerdo con las leyes del proceso histórico, no tienen que imponer la historia por la fuerza.  Los que están de acuerdo con la historia, saben que esas leyes de la historia no se pueden detener por la fuerza, y que esas leyes de la historia se cumplirán inevitablemente.  Los que actúan de acuerdo con las leyes de la historia, no se desesperan; no se desesperan, como no se desespera el joven o el niño que crece.

Los que actúan contra las leyes de la historia sí se desesperan; se desesperan contra la muerte inevitable del régimen social que representan.  Y frente al ansia de libertad de los pueblos se empeñan en mantener el dominio colonial sobre los pueblos; frente al ansia de progreso de los pueblos, frente a la sed de justicia de los pueblos, se empeñan en mantener la opresión política y económica de los pueblos; se empeñan en mantener la explotación de un pueblo por las oligarquías de otros pueblos, o la explotación del hombre por otros hombres.

Y como al hombre solo se le puede mantener por la fuerza en la explotación, como al hombre solo se le puede mantener por la fuerza en la sumisión, como a los pueblos solo se les puede mantener por la fuerza en el coloniaje, como a los pueblos solo se les puede mantener por la fuerza bajo el dominio económico o político de otros pueblos, los únicos que necesitan de la fuerza, es decir, los únicos que necesitan de la violencia, los únicos que necesitan de los ejércitos, los únicos que necesitan de las armas destructoras, son aquellos que defienden la opresión, son aquellos que defienden la explotación del hombre por el hombre, son aquellos que defienden el coloniaje, son aquellos que defienden al monopolio, son aquellos que defienden al imperialismo.  Porque imperialismo, monopolio, coloniaje, explotación del hombre por el hombre, explotación de los pueblos por otros pueblos, solo se puede mantener en este siglo por la violencia, por la fuerza y por las armas.

y cuando se plantea el desarme, cuando se plantea el desarme total de las naciones, cuando se plantea la destrucción de las armas nucleares, cuando se plantea la desaparición de los ejércitos, como tales ejércitos, y su sustitución por simples cuerpos de policía interna, cuando se plantea la desaparición de las escuadras aéreas militares y de las escuadras navales, cuando se plantea la destrucción de todas las armas destructoras que la técnica del hombre ha podido crear, los únicos que se oponen a ese desarme son los que no pueden renunciar al uso de la fuerza, al uso de la violencia, al uso de las escuadras, al uso de los aviones, al uso de las armas nucleares.

Porque si los imperialistas se desarmaran, si los colonialistas se desarmaran, entonces ¿quién podría impedir la libertad de las colonias?, ¿quién podría impedir la libertad de los pueblos?; ¿cómo podría mantener Portugal el coloniaje sobre la pequeña colonia de Angola si no tuviera un ejército para estar combatiendo allí contra los patriotas?; ¿cómo podría mantener Francia su dominio sangriento sobre Argelia si no tuviese allí un ejército poderoso para imponer su dominio colonial?; ¿cómo podrían los países imperialistas mantener el dominio colonial del Congo, si no tuviesen los ejércitos coloniales para mantener allí el imperio de sus intereses por encima de las aspiraciones más legítimas del pueblo congolés?; ¿cómo podrían mantener el control monopolista del petróleo, de los recursos naturales de otras naciones, si no fuese a través de sus escuadras, de sus aviones, de su infantería de marina, de sus ejércitos, de sus amenazas de guerra?; ¿cómo podrían mantener la intervención en Lao, si no dispusiesen de sus escuadras, de sus ejércitos coloniales e intervencionistas, de sus fabulosos presupuestos de guerra, de sus cuerpos de espionaje, de sus medios de subversión internacional?  ¿Y cómo podrían haber intervenido en Nicaragua, en Guatemala, en México, y en otros países hermanos de América, sin sus escuadras, sin su infantería de marina, sin sus ejércitos poderosos?; ¿cómo podrían mantener cercenada la soberanía de tantas naciones del mundo, sin sus bases militares, sin sus ejércitos, sin sus escuadras?

Es decir que no pueden renunciar a sus escuadras, a sus ejércitos y a sus amenazas de guerra, sin renunciar al imperialismo, al coloniaje, al intervencionismo; al apoderamiento de los recursos naturales de otros pueblos, al apoderamiento del fruto del trabajo de otros pueblos, sin renunciar a la explotación del hombre por el hombre.

Y esta verdad, la verdad de que hoy los ejércitos y las armas nucleares podrían ser suprimidos, si no fuese porque los únicos que se oponen a la desaparición de las armas nucleares, de los ejércitos y de las guerras, son los que se oponen a la consagración de los derechos más sagrados de los pueblos, de las naciones y de los hombres.

Cuba ha luchado por la paz

Este análisis nos permite comprender qué significa la lucha por la paz, y qué quiere decir luchar por la paz.  Luchar por la independencia de los pueblos contra el colonialismo, es luchar por la paz; luchar por la liberación de los pueblos del imperialismo, es luchar por la paz; luchar por la liberación del hombre, es decir, luchar y trabajar para que cese la explotación del hombre por el hombre, es luchar por la paz;  oponerse al coloniaje, oponerse al imperialismo, oponerse a la explotación del hombre, es defender la paz; luchar contra los guerreristas, es defender la paz; denunciar y desenmascarar a los guerreristas, es defender la paz.  Y defender la independencia frente al coloniaje, es defender la paz; defender el derecho de autodeterminación del pueblo, defender el derecho de todo pueblo a decidir su propio destino, defender la soberanía del país, es luchar por la paz.

Y Cuba ha luchado por la paz combatiendo la tiranía; Cuba ha luchado por la paz combatiendo la explotación del hombre por el hombre; Cuba ha luchado por la paz defendiendo su derecho a la autodeterminación; Cuba ha luchado por la paz defendiendo su soberanía.  ¡Y los hombres que cayeron en la península de Zapata defendiendo su tierra, defendiendo su bandera, defendiendo la dignidad de la nación cubana, cayeron luchando por la paz!

Y merecen este reconocimiento, merecen este premio, primero que nadie, los que por estos derechos han dado sus vidas, los que por defender la paz —y paz significa libertad, paz significa independencia, paz significa soberanía, paz significa justicia— los que por defender la paz frente a la tiranía, frente a la explotación, frente al imperialismo han entregado sus vidas.  Para ellos, para los que por la paz han luchado más que nadie en nuestra tierra, para los que por la paz de Cuba y de América lucharon, merecen en primer lugar este premio, y lo merece el pueblo que tan unidamente, tan firmemente y tan heroicamente, ha defendido su derecho a la soberanía, ha defendido su derecho a la libertad y ha defendido su derecho a la justicia:  el pueblo que, a 90 millas del imperio poderoso, no se dejó intimidar por la amenaza de agresión directa, no se dejó intimidar por los guerreristas, no se dejó intimidar por la triste fama de su infantería de marina, no se dejó intimidar por el poder de los cañones de sus escuadras, o el tamaño de las bombas de sus aviones, o el poder destructivo de sus armas modernas, y no se dejó intimidar por el tamaño y el poder de los que nos amenazaban.

Si el pueblo cubano se hubiese acobardado ante los guerreristas, se hubiese doblegado ante los imperialistas, se hubiese rendido ante las agresiones económicas, ante el boicot y el bloqueo imperialistas, y ante los reiterados amagos de invasión, el pueblo de Cuba no se habría merecido este Premio por la Paz que le acaban de otorgar.

Pero el pueblo ha sabido resistir, el pueblo ha sabido mantenerse unido y firme, el pueblo ha sabido organizarse, y el pueblo ha sabido prepararse.  Si frente a las amenazas de agresión imperialista nuestro pueblo no se hubiese unido, nuestro pueblo no se hubiese organizado; si frente a las amenazas de agresión imperialista contra nuestra independencia y nuestra soberanía, el pueblo no se hubiese armado hasta los dientes, el imperialismo no habría vacilado en atacarnos, el imperialismo no habría vacilado en bañar en sangre, de una forma o de otra, a nuestra tierra; y si el pueblo de Cuba no se hubiese preparado para resistir a la invasión en cualquiera de sus formas, directa o indirecta, o semidirecta como ocurrió, todavía se estaría combatiendo en el territorio nacional, el país se habría visto envuelto en larga y terrible guerra, la sangre se habría derramado a raudales y cientos de miles de vidas se habrían perdido.

Pero al no escatimar esfuerzo el pueblo en organizar y fortalecer sus unidades de combate revolucionarias, al no haber escatimado sacrificio el pueblo, al no haber escatimado valor y heroísmo, fue posible destruir en embrión a la agresión, fue posible poner fuera de combate, en menos de 72 horas, la cabeza de playa invasora y así, aunque a un costo elevado de vidas, porque siempre nos parecerán muchas las vidas que se tronchen, de todas formas el pueblo ha salvado a cientos de miles de vidas; el pueblo, con su valor, con su heroísmo, con su preparación y con su previsión, derrotando fulminantemente al enemigo, evitó un mar de sangre sobre el suelo de la patria, e hizo posible la destrucción en pocas horas de lo que se habría convertido en un foco de amenaza gravísimo para la paz mundial, lo que se habría convertido en tremenda fuente de conflicto en el mundo, en lo que habría dado origen a una seria y grave complicación en el campo internacional.

Luego, nuestro pueblo con esa victoria brindó un aporte a la paz mundial, nuestro pueblo con esa victoria eliminó un foco de conflicto, y nuestro pueblo con esa victoria dio como una clarinada a los demás pueblos hermanos de América, y dio como una voz de alerta a la conciencia universal, y despertó la solidaridad de todos los hombres amantes de la paz, despertó la solidaridad de todos los pueblos y de todos los gobiernos que defienden la paz, y con ese acto de solidaridad universal lograron frenar e impedir que continuaran adelante, o al menos amainar los peligros de nuevas agresiones imperialistas.

Los hombres y las mujeres, los obreros y los campesinos, los estudiantes, que en largas e interminables horas, de día y de noche, se organizaron, se prepararon y se armaron, estrechamente unidos, para defender la soberanía del país, para defender la independencia nacional, el derecho de Cuba a la autodeterminación, el derecho de nuestro pueblo a la justicia, el derecho de nuestro pueblo a cumplir la hermosa consigna de poner fin a la explotación del hombre por el hombre, han hecho una contribución efectiva a la paz mundial.

Cuando, al comenzar estas palabras, ustedes nos felicitaban, en nuestra mente no había más que un solo pensamiento:  a quien hay que felicitar es al pueblo; a los que hay que felicitar, en primer lugar, es a los que han caído, porque este premio honroso es un premio a la Revolución, es un premio a nuestro pueblo, y como tal lo hemos recibido, sintiendo nosotros la misma alegría que sienten ustedes pensando que ha sido, no la victoria de un hombre o de un grupo de hombres, sino la victoria de un pueblo entero unido, firme y heroico.

La fecha nos trae el recuerdo de aquel gran luchador por la independencia de Cuba, por la soberanía de nuestro pueblo, por la paz y la justicia entre los hombres, que cayó un día como hoy, nuestro inmortal José Martí.

Para él también, para todos los que se sacrificaron y cayeron como él para edificar la nacionalidad y la soberanía enteramente libre, la soberanía sin mancha y sin menoscabo de la patria; para ellos y para los que cayeron después que ellos, para todos los cubanos que luchando por la justicia social, que luchando contra el imperialismo, luchando por la soberanía y luchando contra la explotación del hombre por el hombre, para ellos también, en primer lugar, este Premio por la Paz.

Premio Lenin por la Paz

Porque el actual minuto que vive nuestra patria no es sino la culminación del esfuerzo de nuestro pueblo durante más de un siglo para llegar a ser lo que es hoy; más de un siglo de lucha por la independencia plena, más de un siglo de incesante batallar, de incesante lucha, de incesantes caídas y de incesantes levantamientos, de incesantes reveses y de incesantes nuevos esfuerzos por alcanzar la meta; más de un siglo de sacrificio, de dolor, de lágrimas, para llegar a lo que somos hoy, para llegar a lo que tenemos hoy.

Nosotros no somos más que los últimos en la larga serie de los hombres que han luchado por esto, y somos, los de esta generación, la generación afortunada que le ha correspondido ver coronada la obra de la nación cubana en su lucha de más de un siglo; somos la generación afortunada que ha tenido el privilegio de recoger los frutos de ese largo esfuerzo y de sembrar a manos llenas la semilla cuyos frutos recogerán las generaciones venideras; somos la generación que ha tenido el privilegio de recibir este reconocimiento y esta solidaridad del mundo; ¡somos la generación que ha tenido este orgullo de exhibir sobre su pecho el Premio Lenin por la Paz!

Y el Premio Lenin simboliza los esfuerzos de la humanidad por redimirse de la esclavitud y de la explotación; significa los gigantescos esfuerzos que han librado otros pueblos por la liberación del hombre, por la justicia y por la paz; simboliza el esfuerzo de esa parte del mundo que ha tenido que pagar con millones de vidas, de sus mejores hijos, su amor a la justicia, su deseo y afán de progreso, su amor a la paz; significa el sacrificio de los que han tenido que pagarle al imperialismo un enorme tributo de sangre, un enorme tributo de dolor, de lágrimas, y de luto; significa los millones de vidas de rusos, de chinos, de checoslovacos, de rumanos, de polacos, de alemanes, de húngaros, de búlgaros, de españoles, de congoleses, de laosianos, de argelinos, en su lucha contra el nazismo, contra el fascismo, contra el imperialismo alemán, contra el imperialismo japonés, contra el imperialismo yanki, contra el imperialismo francés, contra el colonialismo, contra la reacción, contra la explotación del hombre por el hombre; el Premio Lenin nos recuerda que otros pueblos han tenido que pagar tributos iguales, y mayores, que el tributo que nosotros tenemos que estar pagando al imperialismo y a la explotación en nuestro esfuerzo por ser libres; nos recuerda el líder del proletariado soviético, que tanto luchó por la paz, Lenin, cuya consigna de:  "Paz, Pan y Tierra" convirtieron aquella guerra imperialista en revolución socialista.  Socialismo quería decir:  "Paz, Pan y Tierra", frente al imperialismo, frente a la guerra imperialista, frente al hambre de los obreros y campesinos llevados a morir en las trincheras para defender los privilegios de aquellas clases sociales feudales, aristocráticas y burguesas que saqueaban y oprimían a las naciones y a los pueblos que después constituyeron la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Y con las lecciones que nos ha dado el imperialismo, con las lecciones que nos ha dado el imperialismo; con lo que nos ha enseñado acerca de sus actividades intervencionistas, terroristas y de espionaje —porque eso ya no lo niegan ni los funcionarios de los propios Estados Unidos, y ya es vox populi y es conocido de todo el mundo la forma en que organizaron la injerencia, el terrorismo, el hostigamiento, los ataques aéreos, las quemas de nuestros cañaverales, las bandas contrarrevolucionarias y la invasión de mercenarios—, con esa lección, nos ha enseñado lo que tuvo que soportar el pueblo soviético con la injerencia de los imperialistas en sus asuntos internos; y nos ha enseñado a comprender mejor la historia heroica de los obreros y los campesinos de la Unión Soviética, las batallas que tuvieron que librar.

Ahora admiramos más, ahora comprendemos mejor, al pueblo soviético; ahora apreciamos infinitamente mejor su heroísmo, sus esfuerzos, sus luchas; porque comprendemos el número de mercenarios que introdujeron en su territorio, las bandas contrarrevolucionarias que los imperialistas organizaron en el interior de su país, los años de lucha y de incesante batallar contra la intervención extranjera, el número de ataques mercenarios que organizaron contra aquellos obreros y campesinos que solos, y aislados del mundo por la mentira más cínica, aislados del mundo por una cortina de calumnias, por una incesante campaña contra ellos, por la prensa y por los sectores reaccionarios del mundo, por los enemigos de los obreros, y los campesinos, en todo el mundo, la campaña lanzada contra ellos, contra los obreros y campesinos de la Unión Soviética, por el clero reaccionario, por los terratenientes, por los monopolistas, por los colonialistas, por los imperialistas y por la prensa amarilla de todo el mundo, como hacen exactamente igual, hoy, con nuestro pueblo, con nuestros obreros, campesinos, hombres y mujeres humildes de la nación cubana.

¿Quiénes nos atacan?, ¿acaso los humildes?  ¿Acaso los campesinos explotados, o los obreros hambrientos de América?, ¿acaso el intelectual honesto, el intelectual progresista?, ¿acaso el artista brillante, el artista que es capaz de expresar el dolor y el sentimiento de los pueblos, el artista que es capaz de mostrar la entraña de la miseria y del dolor humano?  No, esos no nos atacan.  Los humildes, los explotados, los honrados, los honestos, nos defienden, mientras nos atacan los poderosos, los millonarios, la prensa amarilla y mentirosa, el clero oscurantista y reaccionario, los falangistas de América, los nazistas de América, los fascistas de América, los reaccionarios de América, los militaristas de América, los esclavistas de América, los discriminadores de América, los terratenientes de América, los monopolistas de América, los torturadores de América, los calumniadores de América, los partidos politiqueros de América, los ladrones de América, los pillos de América, los asesinos de América, los farsantes de América, los vendidos de América.

Los vendepatrias, los vendidos al oro yanki, los vendidos al Departamento de Estado yanki, los sumisos, los que se inclinan lacayunamente ante el norte poderoso, las plumas mercenarias, los espíritus corrompidos, son los que atacan a la Revolución gloriosa y heroica del pueblo pequeño del continente americano que ha sido el primero en romper definitivamente y para siempre las cadenas que lo ataban al imperialismo explotador; son los que atacan a los obreros y campesinos del pequeño país de América que han roto las cadenas.

Los oscurantistas, los que mantienen en el retraso y en el analfabetismo la América, son los que atacan al pequeño país que está librando la más grande batalla que se ha librado nunca contra la ignorancia y la incultura.  Todo lo podrido de este continente ataca a la Revolución que ha sacudido la mata de la podredumbre en este país de América.

Las frutas podridas, las frutas podridas que no se resignan a caerse, tiemblan ante la sacudida continental que ha sido la Revolución Cubana; y las frutas llamadas a caerse no se resignan a que se cumpla esa ley de gravedad de la historia, ley de gravedad de la historia en virtud de la cual colonialismo, imperialismo, explotación, están llamados a caer irremisiblemente.

Todo lo podrido de América lucha contra la savia mejor de América, contra lo mejor de América.  Y lo mejor de América son sus obreros, son sus campesinos explotados, son sus intelectuales progresistas y honestos, son sus artistas, son sus estudiantes inquietos.  ¡Y lo mejor de América es lo que libra la batalla por Cuba!, ¡lo mejor de América es lo que sale a la calle ante la agresión imperialista!, ¡lo mejor de América es lo que sale a la calle para expresar su repulsa a los Nixon, a los Eisenhower, y a los agentes del imperialismo! 

Lo mejor de América es lo que sale a la calle, desafiando la policía represiva y abusadora, y deja en las calles de las capitales de América un rosario de heridos y de víctimas; lo mejor de América es lo que ha dejado, incluso, muertos en los pavimentos de algunas capitales de este continente, mientras caían en la recuperación del territorio invadido nuestros heroicos soldados y milicianos; lo mejor de América fue lo que fundió su sangre generosa con la sangre generosa de nuestros combatientes el 17 de abril; lo mejor de América es lo que se agita y se levanta para apoyar, sin que nosotros tengamos millones ni miles de millones de dólares.

Cuba representa el ansia de justicia de América

Porque mientras el imperialismo quiere resolver el problema insoluble y quiere mantener su dominación colonial e imperialista a base de millones y miles de millones de dólares, los pueblos no lo respaldan.  Los pueblos no los respaldan a ellos, que vienen con sus dólares miserables, que han extraído y continúan extrayendo del sudor y del trabajo de los pueblos de América Latina.

Los pueblos no se venden a las migajas del imperialismo; los pueblos están con Cuba, que no tiene miles de millones de dólares que ofrecer, que no tiene oro que ofrecer, pero que tiene algo mucho más poderoso que el oro, que tiene algo mucho más poderoso que los miles de millones de dólares.

Y cuando aquellos que se inquietan ante el despertar de América, cuando aquellos que en los propios Estados Unidos quieran explicarse el porqué, el porqué los pueblos se movilizan a favor de Cuba, que no tiene miles de millones de dólares y apedrean a los agentes de los que tienen miles de millones de dólares, la respuesta es esta: ¡Porque Cuba representa el ansia de libertad de América!, ¡porque Cuba representa el ansia de justicia de América!, ¡porque Cuba representa el dolor de los oprimidos de América!, ¡porque Cuba representa el hambre sedienta de justicia, sedienta de pan, sedienta de trabajo y sedienta de tierra de los campesinos y los obreros de América!

Y con montañas de millones de dólares no podrán sepultar la justicia y la razón que la Revolución Cubana entraña; y aun aquellos que a costa de Cuba se benefician, aun aquellos que a costa de Cuba reciben montañas de dólares, aun aquellas oligarquías latinoamericanas que le han cobrado al imperialismo en montañas de dólares, o aspiran a cobrarle en montañas de dólares, el susto y la inquietud que la Revolución Cubana ha despertado en el seno del imperialismo, aun esos comprenden y aun esos, en su fuero interno, reconocen que si hoy les lanzan unas cuantas migajas del oro que les sacan a la riqueza y al trabajo de América Latina, se la deben a una sola cosa:  a la simple existencia como hecho histórico de la Revolución Cubana.

Y cuando nuestros milicianos, cuando nuestros milicianos y soldados estaban cayendo y muriendo en la península de Zapata, defendiendo la causa justa de su pueblo, estaban elevando también la oportunidad de que les dieran las migajas a las oligarquías explotadoras de América.  Porque, obsérvese, que el Congreso yanki no aprobó el crédito de 500 millones de dólares, sino hasta después de la derrota de Playa Girón. Y eso indica bien claramente que con la invasión de los mercenarios, no solo trataron de destruir la Revolución, de destruir el ejemplo, de implantar aquí el imperio de sus intereses y monopolios, sino que con la invasión mercenaria de Playa Girón, hasta trataron de ahorrarse los 500 millones de dólares que ahora, después de la victoria, sí aprobaron en el Congreso y el Senado americanos, y sí se apuraron en ofrecer a las oligarquías de América Latina.  Sin la victoria de la Revolución Cubana en Playa Girón, la ley de los 500 millones todavía estaría durmiendo el sueño eterno en las gavetas y en los archivos del Congreso norteamericano.

Y fue la victoria revolucionaria de nuestro pueblo lo que hizo apurar al imperialismo la aprobación de esos créditos, y lo que hizo acelerar sus planes para la llamada Alianza para el Progreso entre el "tiburón" y las "sardinitas" de América Latina.

Y cuando los dólares yankis lleguen a los bolsillos de las oligarquías latinoamericanas, lo menos que podrán decir si tienen un poquito de honradez es:  "Gracias Revolución Cubana, que por ti nos han mandado estos millones; gracias Revolución Cubana, porque hasta hoy el 'tiburón' yanki no se había acordado de las 'sardinitas' de América Latina; gracias Revolución Cubana, porque hasta ahora el 'tiburón' yanki nunca se había encargado de ayudar siquiera a los grupos reaccionarios que los hemos estado sirviendo."  Porque en definitiva esos cientos de millones de dólares no van a llegar a los pueblos, esos cientos de millones de dólares se van a quedar en manos de las oligarquías.

Imagínense qué habría significado aquí 100 millones de dólares, en el régimen de explotación que vivía nuestro país.  ¿Y qué son cien millones de dólares, si la tiranía batistiana encontró quinientos millones de dólares en los bancos y los malbarató miserablemente?, ¿qué habrían sido cien millones de dólares bajo cualquier régimen anterior?  Habría significado más lujo para los club aristocráticos; más discriminación, por parte de los discriminadores, contra los negros; más derroche de lujo y de fantasía por parte de los ricos y los millonarios; más Cadillacs en las calles; más viajes a París; más montones de billetes sobre los tapetes verdes de los centros de juegos nacionales y extranjeros; más robo por parte del militarismo; más millones para los generales, para los politiqueros; más negocios sucios; más diferenciación entre los que lo tenían todo y los que no tenían nada.

¿Qué significan las inyecciones de millones de dólares a un país donde existe la más terrible explotación, donde existe una terrible explotación de clases, donde frente o por delante de los fabulosos palacetes de los ricos desfilan, hambrientos y desnudos, los indios explotados?

¿Cómo puede haber mejoramiento para el pueblo si no hay justicia; cómo puede haber mejoramiento para el pueblo si no hay revolución social; cómo puede haber mejoramiento para el pueblo si no cesa la explotación?  Inyectar dinero a las oligarquías significa fortalecer la explotación sobre las capas humildes del pueblo, hacer más grande el poder de las castas militares, hacer más grande el poder de la reacción y de los explotadores, hacer más ricos y poderosos a los ricos, y más débiles y pobres a los humildes.  Y eso es lo único que pueden significar los cientos de millones de dólares yankis, con los cuales tratan de apagar el eco de simpatía y de admiración que nuestra pequeña nación ha despertado en todos los pueblos hermanos.

Y el imperialismo está enseñando a esos pueblos también una lección:  que el imperialismo solo respeta a los pueblos que se rebelan, que el imperialismo solo teme a los pueblos que se levantan, se yerguen y luchan; que el imperialismo, con todo lo que nos calumnie, con todo lo que nos combata y nos ataque, le está diciendo a América que si hoy hay millones y cientos de millones de dólares, o dicen que va a haber, porque hasta ahora no ha habido nada, hasta ahora habían estado esperando los resultados de la invasión mercenaria, pero si hay dólares les estará enseñando de lo que es capaz un pueblo pequeño cuando tiene dignidad, de lo que es capaz un pueblo pequeño cuando defiende sus derechos.

Y así este pequeño pueblo de 6 millones de ciudadanos ha conmovido a todo el continente; esta pequeña isla de 111 000 kilómetros cuadrados, esta pequeña isla de 111 000 kilómetros cuadrados, ha conmovido al continente entero, y no lo habíamos conmovido cuando aceptábamos servilmente la explotación, no lo habíamos conmovido cuando aceptábamos ovejunamente el yugo imperialista; hemos conmovido al continente en el mismo momento en que nos hemos sacudido el yugo, en el mismo momento en que hemos sido capaces de hacer nuestra Revolución, en el mismo momento en que hemos sido capaces de declararnos un pueblo absolutamente libre, soberano; nacionalizar las empresas yankis, nacionalizar sus centrales azucareros, sus empresas de servicios públicos, sus refinerías y sus bancos.

Todos los pueblos necesitan paz

Le hemos enseñado la lección a América, y el imperialismo ha contribuido a enseñarle esa lección, ha contribuido a enseñarles el rostro imperialista a los pueblos de América, y ha contribuido a enseñarles a los pueblos de América el pánico del imperialismo cuando un país se decide a conquistar sus derechos.

Y eso es lo que explica y lo que explicará que por muchos millones de dólares que el imperialismo entregue a las oligarquías, el hambre seguirá, las simpatías a favor de la Revolución Cubana continuarán creciendo, y el despertar de América continuará adelante.  Y eso es lo que les cuesta trabajo que les entre en el meollo a los imperialistas yankis; eso es lo que les cuesta trabajo comprender, y bastaría que miraran y se convencieran de que este es un fenómeno histórico que alcanza a todos los rincones del mundo, y que no se puede frenar ni con armas nucleares, ni con intervenciones, ni con violencia, y que el destino inexorable de la historia los condena más tarde o más temprano a desaparecer.

Lo que deben hacer los imperialistas es leer historia, estudiar historia, si quieren acabar de entender qué es lo que pasa, qué es lo que les pasa, y por qué apedrean a sus Nixon, y a sus Eisenhower, cuando viajan por América.

Hoy era necesario meditar sobre esto para comprender lo que es la lucha por la paz, lo que significa la lucha por la paz, lucha que crece y se fortalece, lucha que gana simpatías en todo el mundo, como lo demuestra el formidable movimiento que en Inglaterra está teniendo lugar, dirigido por hombres de extraordinario prestigio, contra la instalación de bases nucleares en Inglaterra, y por la paz, porque los ingleses —con toda razón— no quieren que conviertan su isla en una base naval yanki, en una trinchera de vanguardia del imperialismo yanki, y que los errores, las estupideces y los desaciertos de los dirigentes imperialistas yankis, estén exponiendo continuamente a Inglaterra a verse convertida en una hoguera atómica como consecuencia de la política guerrerista, estúpida, agresiva e inconsulta, del imperialismo yanki, porque el imperialismo yanki no se toma muchas veces ni siquiera la molestia de consultar a sus aliados.

Y en esos países aliados de ellos, que los tienen llenos de bases, y que por lo tanto serían blancos en cualquier guerra, países a los que están exponiendo a la guerra, y con los cuales ni siquiera consultan, lo cual está dando lugar al auge del movimiento por la paz en todo el mundo, auge de conciencia por la paz, que se manifiesta incluso en los propios Estados Unidos a través de un grupo cada vez mayor de intelectuales progresistas y de escritores honestos, que están dando fe de vida en los propios Estados Unidos.

Y es alentador ver cómo en ese país ya se levanta una corriente de hombres que piensan, ya se levanta una corriente de hombres honestos, ya se levanta una corriente de hombres justos, que se están dirigiendo desde sus universidades al gobierno de ese país, condenando la intervención en Cuba como un acto injusto, arbitrario y violatorio de todas las normas internacionales.

Y es alentador ver que en el propio seno de Estados Unidos, líderes enteros, líderes valientes, que representan el ansia de justicia de los negros semiesclavizados de Estados Unidos, comparecen valientemente y se enfrentan en el Senado yanki al interrogatorio de los cazadores de brujas, como los llaman allí.

y es alentador ver cómo grupos numerosos de profesores, y aun estudiantes y jueces de distintos sitios de Estados Unidos, de distintas universidades de Estados Unidos, se han dirigido a la opinión pública, condenando la agresión a Cuba.

Y eso es alentador, porque implica que el gran pueblo de Estados Unidos empieza a despertar; implica que algún día el gran pueblo de Estados Unidos despertará también, y se erguirá contra esa pandilla de millonarios insolentes, contra esa pandilla de guerreristas irresponsables, contra esa camarilla agresiva, explotadora y odiada cada vez más por la opinión pública del mundo, porque el pueblo de Estados Unidos más tarde o más temprano irá abriendo los ojos a esta realidad, y más tarde o más temprano pondrá su parte para ponerle fin a toda la vergüenza y a todo el oprobio que significa el sistema imperialista.

Y el movimiento de paz crece en el seno de Estados Unidos.  Y eso es lo que hace falta:  que los hombres amantes de la paz, en todas partes del mundo, se levanten a luchar por la paz, a exigir el derecho de la humanidad a librarse de los horrores de la guerra atómica, a exigir el derecho de la humanidad a sobrevivir, el derecho de la humanidad de verse librada algún día de ese terrible y cada vez más terrífico mal que es la guerra.

Porque lo que queremos todos es, precisamente, que haya paz, por el bien de todos los pueblos del mundo, incluyendo el pueblo norteamericano; porque los que luchamos por la paz sabemos distinguir entre pueblo y gobierno, sabemos distinguir entre pueblo explotado y explotadores.  Y el pueblo americano es también una gran víctima del propio sistema imperialista y los guerreristas que están exponiendo al pueblo norteamericano a la destrucción.

Los que luchamos por la paz, luchamos por el bien de todos los pueblos y deseamos la paz también para el pueblo de Estados Unidos, deseamos la felicidad también para el pueblo de Estados Unidos.

Todos los pueblos necesitan paz.  Solo necesitan guerra los negociantes de armas, los trusts armamentistas, los monopolios que necesitan defender sus intereses en todo el mundo.  Los pueblos necesitan paz para progresar, para crear, para avanzar.  Nuestro pueblo necesita paz y nuestro pueblo quiere paz, quiere paz para llevar adelante su obra revolucionaria, porque lo único que nosotros necesitamos es paz; nosotros no necesitamos millones yankis, nosotros no necesitamos empréstitos yankis.  Lo que nosotros necesitamos es paz para avanzar, para crear, para trabajar.

Con paz, ¡y hasta sin paz!, vamos a erradicar el analfabetismo en solo un año; con paz, ¡y hasta sin paz!, estamos movilizando 100 000 alfabetizadores, y apenas hay una familia que no tenga un hijo ya alfabetizando o camino de irse a alfabetizar en los campos.  Paz para desarrollar nuestro programa industrial; paz para encontrar empleo para todos los cubanos; paz para cultivar hasta la última pulgada de nuestra tierra; paz para seguir adelante en la lucha contra el hambre, contra la incultura, contra la enfermedad, contra el sufrimiento; paz para continuar la obra de la Revolución, obra que aun sin paz ha demostrado todo lo que puede traer de beneficio para la nación.

Nosotros queremos, sinceramente, paz, y lo que queremos es que nos dejen en paz.  Eso lo hemos dicho una y mil veces, pero hemos tenido que soportar ataques piratas de aviones, lanzamientos de armas en paracaídas, terrorismo con agentes pagados por el imperialismo yanki, bombardeos, agresiones económicas, ataques mercenarios, y hemos tenido que vivir en perenne guardia, y estamos dispuestos a vivir en perenne guardia. Porque ese, ese es el precio de la libertad, ese es el precio de la soberanía, y ese es el precio de la paz.

Queremos paz, pero mientras haya amenaza de agresión seguiremos preparándonos, seguiremos armándonos;  queremos paz, pero mientras haya amenaza de agresión seguiremos preparando al pueblo para defender nuestra soberanía, seguiremos adquiriendo más armas, y seguiremos preparándonos sin descanso, ¡y cuantas armas sean necesarias, y del tipo que sean necesarias, para defender nuestra soberanía!

Queremos paz, pero no descansaremos un minuto en fortalecer nuestra defensa, porque sabemos que ese es el precio de la paz; ese puede ser el precio de la paz, para que los imperialistas sepan que no podrán invadir este suelo impunemente, para que los imperialistas sepan que cualquier tipo de agresión que lancen, directa o indirecta, encontrarán tenaz e invencible resistencia, ¡y no solo aquí!  Vamos a ver qué pasa, vamos a ver qué pasa si las agresiones imperialistas continúan, vamos a ver qué pasa en América Latina si las agresiones imperialistas continúan (APLAUSOS).

Ahora mismo vamos a referirnos a un problema pendiente, y es con relación a nuestra declaración sobre los mercenarios prisioneros.  Y puede considerarse como una contribución a la paz nuestro ofrecimiento de que estamos dispuestos a remitírselos de nuevo, a cambio de una indemnización por los daños que han ocasionado al país, de 500 tractores buldócer.  Puede considerarse un acto en favor de la paz el darles esa oportunidad a sus "amigos" de recoger otra vez a los hombres que enviaron a la aventura de la península de Zapata.

El gobierno imperialista se responsabilizó con la invasión, es de todo el mundo conocido los datos, las órdenes, la participación directa del Estado Mayor del Ejército norteamericano, de la Agencia Central de Inteligencia, del ejecutivo de Estados Unidos, y el propio presidente de Estados Unidos declaró, públicamente, que él era el responsable de ese ataque.  Si es así, entonces que asuma la responsabilidad también de indemnizar el daño ocasionado a nuestro país, que asuman también la responsabilidad, de reparar los daños.

Claro está que nosotros no vamos a pensar que ese señor se preocupe por nuestro pueblo pero, al menos, comprendemos que está en la obligación de preocuparse por los suyos, que está en la obligación de preocuparse por los invasores que lanzó en esa aventura.

Pues nosotros reiteramos aquí, muy seriamente, y porque esa idea ha sido acogida por el pueblo, comprendida y apoyada por el pueblo, que estamos dispuestos a remitirles...  excepto los criminales de guerra, excepto los criminales, estamos dispuestos a remitirles de nuevo, reembarcarles su brigada, si están dispuestos a pagar, como indemnización de los daños ocasionados al país, 500 buldóceres —no 500 tractorcitos, por supuesto, sino 500 tractores pesados— con los cuales el país se pueda resarcir del daño material, aunque nunca el país podrá resarcirse de las vidas valiosas que perdió.

Pero, al menos, en vez de estarles dando comida, y en vez de tener que emplear a nuestros hombres, sacarlos de la producción, cuidando a estos señores, que los que los mandaron...  —aunque estén trabajando, son más los que se necesitan cuidándolos que lo que ellos van a rendir trabajando—, que por lo menos sirva el sacrificio para desarrollar más nuestra economía, para desarrollar nuestra agricultura, y para seguir adelante en los planes de la Revolución:  y para que el mundo vea que nosotros somos capaces de comprender bien la responsabilidad que tiene cada cual, la responsabilidad que tienen estos invasores, y la que tienen los que los mandaron desde Estados Unidos, y que somos capaces, también, de tener un gesto en favor de la paz.

Desde luego, algunos se preguntarán:  "Si no los podrían emplear de nuevo contra nosotros." ¡Pero es que a nosotros nos preocupan tan poco mil mercenarios, y diez mil mercenarios!, ¡si nosotros hemos estado aquí esperando al imperialismo con todos sus ejércitos, con sus escuadras y sus aviones, sin preocuparnos!  Y más de una vez, más de una vez hemos ocupado nuestras trincheras, más de una vez hemos ocupado nuestras trincheras, esperando la agresión directa.  ¡Son tan poca cosa mil mercenarios, o mil doscientos mercenarios, para nosotros!

Y, además, es una prueba tan decisiva de la confianza del pueblo en su victoria, de la seguridad del pueblo en su fuerza; porque nosotros sabemos que si vuelven a mandar, no una, 20 expediciones como esta, ¡se las vamos a poner fuera de combate en menos de 72 horas!

Y nosotros estamos preparados para luchar, no contra una brigada, estamos preparados para luchar contra una brigada apoyada por ellos; y si ellos se lanzan detrás de la brigada, estamos preparados también para luchar con ellos el tiempo que sea necesario.

¿Mercenarios solos?, ¡los ponemos fuera de combate rápido!  ¿Mercenarios más escuadra y aviación yanki?, entonces naturalmente que requeriría una lucha más dura, de más tiempo, pero estamos seguros también de que, a la larga, de una manera o de otra, ¡los ponemos fuera de combate!  De una manera o de otra, si vienen mercenarios más ellos, o ellos sin mercenarios, o ellos junto con los mercenarios, o ellos delante o ellos detrás de los mercenarios, tarde o temprano, ¡los derrotaremos!  Y por eso no perdemos un minuto en prepararnos; nadie piense que la Revolución pierde un minuto.  Y siempre lo hemos dicho:  cada día que pasa, estamos más preparados; cada semana que pasa, estamos más preparados; cada mes que pasa, estamos más preparados.  Y nosotros trabajamos más rápido que el imperialismo; al imperialismo le lleva cinco veces más tiempo preparar una unidad de combate que a nosotros, y le lleva diez veces más tiempo reclutar un combatiente que a nosotros, y por cada uno que ellos reclutan y entrenan, nosotros reclutamos y entrenamos 10

Por eso, desde el punto de vista militar, 1 000 más, 1 000 menos, no tiene importancia.  Los curas, de gratis; los curas se los vamos a mandar a Franco de gratis, ¡no los cambiamos por nada!, los curas falangistas que tenemos presos se los vamos a mandar de gratis.  La brigada prisionera de mercenarios, se la mandamos para allá si están de acuerdo en indemnizar los daños ocasionados, con 500 tractores.  ¿Está de acuerdo el pueblo con esa proposición?

Entonces, si el pueblo está de acuerdo, no hay que hablar más.  Ellos están hablando de hablar con la Cruz Roja; no hace falta, no hace falta.  El trámite es más sencillo:  mañana mismo les vamos a enviar una comisión de prisioneros, a que arregle con ellos todos los trámites pertinentes, y el orden será así:  por cada cuota de la indemnización total, parte de la indemnización, que llegue, les mandamos parte de los invasores; de menos importantes a más importantes, es decir, primero los menos importantes, y después los que tienen más importancia, y los últimos, los más importantes, cuando haya llegado el último lote de equipo agrícola.

Nosotros tenemos suficiente moral y suficiente crédito para no necesitar de intermediario de ninguna clase; que en el ferry vengan los tractores, y en el ferry se van yendo los grupos de invasores.

Y, con ese objeto, mañana se les va a enviar una comisión de los propios —pero no importantes, tienen que ser…—, propios, para que vayan a tramitar el pago de la indemnización y el procedimiento mediante el cual va a llegar esa indemnización.  Porque, si no, ellos son los que tienen que indemnizar los daños y entonces tendrían que indemnizarlos trabajando, todo el tiempo que sea necesario, para indemnizar el daño que le han hecho al país; ahora, si los amos imperialistas quieren abonar esa indemnización, ¡muy bien!  La Revolución está dispuesta a aplicar esa fórmula que es, por parte de la Revolución, un gesto generoso y que demuestra, además, la confianza de la Revolución en sí misma, la confianza del pueblo en sí mismo.

Y, además, estos señores saben bien lo que han visto aquí, estos señores saben bien cómo está el pueblo; ellos saben bien la tomadura de pelo que les dieron, y saben bien lo que hay aquí, y quizás les puedan servir de buenos consejeros a los que quedan por allá.

Pero, en fin, lo que importa es que el pueblo esté de acuerdo; y, sobre esa base, cuanto antes se los lleven y cuanto antes nos traigan los buldóceres, ¡mejor!

Por supuesto, no los cambiamos por armas, no los cambiamos por balas, no los cambiamos por dinero.  Ese planteamiento se hizo el segundo aniversario de la reforma agraria, los cambiamos por equipos agrícolas, ¡para darle un impulso mayor todavía a la reforma agraria!

¡Y que no anden haciendo comparaciones imposibles!, que estos señores que desembarcaron aquí vinieron con las armas en la mano, atacaron por sorpresa el territorio nacional, armados por un gobierno extranjero, al servicio de un gobierno extranjero, y ese delito, en cualquier parte del mundo, se castiga con la pena capital.

Así que el hecho de que la Revolución esté dispuesta a aceptar una indemnización es solo porque la Revolución actúa con sentido práctico; la Revolución es generosa, la Revolución entiende que con eso gana, la Revolución entiende que con eso demuestra su fuerza, no una fuerza fingida, sino una fuerza verdadera; y la Revolución con eso demuestra el poco caso que le hace a los mercenarios que quieran venir aquí, sean 1 000, sean 10 000, o sean 100 000.

Ahora el señor Kennedy tiene la palabra; el Departamento de Estado tiene la palabra.  Ya ellos confesaron que los embarcaron, vamos a ver si van a confesar que los van a dejar embarcados ahora.  Ellos tienen ahora la palabra, y nosotros nos limitaremos a esperar tranquilamente.

La Coubre

Algo parecido al "La Coubre", de ese tipo de ataques cobardes y arteros del imperialismo, pero que, naturalmente, no dejan rastro; naturalmente, no dejan huellas y solo es posible sacar las conclusiones a base del análisis cuidadoso de todas las circunstancias.

Y no es el primer caso.  Barcos piratas atacaron en cierta ocasión nuestras refinerías, y nosotros consideramos que la R-43 cubana, con 17 tripulantes a bordo, fue hundida por un submarino de la Agencia Central de Inteligencia yanki.  Esta es la conclusión que sobre ese particular sacó el Estado Mayor de las fuerzas militares revolucionarias.

Habíamos esperado durante largo tiempo, tratar de buscar indicios, detalles, que naturalmente desaparecieron todos de manera fulminante.

Así ha tenido que vivir nuestro país en medio de una guerra no declarada del imperialismo contra nosotros; maniobras, amenazas, ataques, sabotajes, incendios, que después de toda esta larga etapa nos queda el consuelo y la satisfacción de que han sido inútiles.  El imperialismo ha fracasado en todos sus planes, desde la campaña de prensa, agresiones económicas, supresión de cuotas, embargo, boicot, hasta los sabotajes, las bandas contrarrevolucionarias; todos sus pasos han fracasado, todos.  No ha sido solo la derrota de Playa Girón; primero fue la derrota del Escambray, antes fue la derrota de los planes de agresión económica, y cuantos esfuerzos ha hecho el imperialismo contra la Revolución han fracasado y continuarán fracasando.

Nosotros estamos seguros de que fracasarán, nosotros estamos seguros de que seguiremos victoriosamente adelante; las victorias revolucionarias han consolidado al pueblo, han elevado la conciencia revolucionaria, se ha notado un renacer vigoroso del entusiasmo revolucionario que siempre fue grande, que es cada día mayor.

La movilización de los 100 000 alfabetizadores es, verdaderamente, imponente; el desarrollo de los planes de la agricultura y de la industria, de los planes de preparación de técnicos, de toda la obra de la Revolución, es impresionante; es impresionante el desarrollo de la conciencia revolucionaria del pueblo.  Desde que se declaró paladinamente el carácter socialista de nuestra Revolución, la Revolución se ha cohesionado más; incluso, en capas medias de la población, ante la definición política que ha dado el gobierno revolucionario, la explicación además dada a las capas de los pequeños industriales, de los pequeños comerciantes, la política que se sigue con los agricultores pequeños, toda esa política claramente definida ha contribuido a aumentar más la confianza del pueblo, de todos los sectores del pueblo, en la Revolución.  Porque, realmente, aquí los sectores siquitrillados y siquitrillables, fundamentalmente están fuera de combate hace rato.

En manos del pueblo está el grueso de los recursos económicos y los recursos naturales; las fuerzas revolucionarias se han ido uniendo e integrando cada vez más; la Revolución entrará ya en una etapa nueva, ya tendrá que plantearse los problemas institucionales, la organización constitucional del país, y las formas que ha de tener esa constitución sobre bases socialistas y democráticas.

Esas son tareas que tenemos por delante, junto con todo el trabajo de orden económico y educacional de la Revolución, la tarea de institucionalizar, ir creando las instituciones definitivas de la Revolución sobre esas bases:  socialismo y democracia.

Es decir, sin explotación del hombre por el hombre, y con el imperio de la voluntad mayoritaria de la nación, tal como ha marchado hasta ahora el proceso revolucionario, que no se habría podido llevar adelante frente a tantos obstáculos y frente a la agresión imperialista, sin el formidable y extraordinariamente mayoritario apoyo del pueblo.

Se puede contemplar perfectamente bien lo que se ha hecho en estos dos años y medio y lo que se ha alcanzado nos permite vislumbrar la perspectiva de lo que vamos a alcanzar en los años venideros, porque se marcha ya a un ritmo más eficaz, más organizado y más rápido además.  Porque lo que en los primeros meses costaba trabajo organizar, hoy se organiza; las fuerzas revolucionarias se unen, las organizaciones crecen, los jóvenes, las mujeres, los comités de defensa, las milicias, al paso que los organismos revolucionarios se unen y se integran cada vez más.  Y eso a su vez se refleja en todas las actividades del país:  más unión, más eficacia; el sentido del deber y de la responsabilidad crece y se observa en todas partes; una generación nueva surge, basta verlo en los brigadistas alfabetizadores.  ¡Qué entusiasmo infinito, qué fe en el porvenir, qué entereza, qué deseo de trabajar el de toda la generación que surge!

El pueblo se desarrolla políticamente, comprende cada vez mejor los problemas sociales, los problemas económicos, los problemas internacionales.  En dos años no solamente se ha hecho una obra, sino que se ha hecho una gran conciencia revolucionaria, y esa conciencia revolucionaria es nuestra fuerza, esa conciencia revolucionaria es la seguridad de la Revolución, esa conciencia revolucionaria es el pilar sobre el cual se edifica la confianza y el entusiasmo por el porvenir.

Atrás han quedado, muy atrás, los divisionismos estériles, el confusionismo; las mentes se han ido abriendo a la verdad revolucionaria, y en la misma medida en que el pueblo descubre esa verdad se siente más confiado en su destino, se siente más optimista, se siente más satisfecho de ser parte activa de esta Revolución, de ser ciudadano de su patria, en este momento glorioso de su patria, ante los ojos de todo el continente; de ser actor de este singular drama histórico, que quedará como uno de los dramas grandes y extraordinarios en la historia de este continente; se siente con el orgullo de ser rayo de luz en esta llama encendida que hoy alumbra ya a todo el continente; se siente orgulloso cada cubano de ser átomo de esa llama que ya prende y ya ilumina la conciencia del continente americano.  Eso somos los cubanos hoy:  una llama encendida que alumbra, una llama encendida que amenaza quemar la injusticia, una llama encendida que señala el camino de la liberación de los pueblos; además, una llama inapagable, una llama invencible, una llama cada día más fuerte y más brillante.

Esa es la Revolución, ese es el fruto del esfuerzo hecho hasta ahora por el pueblo, ese es el fruto de dos años y medio y, simplemente, estamos empezando, ¡cómo no será el porvenir!

¡Gloria, pues, hoy 19 de mayo a nuestro gran José Martí!

¡Gloria a nuestro gran Vladimir Ilich Ulianov Lenin!

¡Gloria a los pueblos que luchan por la paz!

¡Gloria a los pueblos que luchan contra el coloniaje, contra el imperialismo, contra la explotación del hombre por el hombre!

¡Viva la paz!

¡Viva nuestra Revolución democrática y socialista!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!