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La historia del agente Allam o los secretos del rubio de Cabaiguán (+ Video)

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Enoel Salas Santos estuvo encubierto durante más de 25 años. Foto: Emanuel Hernández/Telecubanacán.

Cinco mil. Una y otra vez el número le aparecía en el pensamiento como un flashazo. Estaba acostado en su litera, las manos detrás de la cabeza, los ojos en el techo, como si aquella no fuera la última noche tras las rejas. Cinco mil días —pensó de nuevo— y enseguida comprendió que le faltaba poco más de un mes para cumplirlos en la cárcel. Para la contrarrevolución era el rubio de Cabaiguán; el agente Allam para la Seguridad del Estado cubana. Su nombre verdadero: Enoel Salas Santos.

Hoy tiene 85 años y vive en el municipio villaclareño de Placetas. Su verdadera identidad salió a la luz pública hace casi cuatro décadas, cuando ya tenía sobre sí decenas de misiones cumplidas. En sus tiempos libres cuida las plantas, lee, recuerda, enseña. Cuando habla se le notan más las arrugas alrededor de los ojos, pero en ellos todavía conserva el mismo color azul de su juventud. Para muchos ha tenido dos vidas, dos historias, aunque él sabe cuánto de heroísmo y consagración existe en cada una de ellas.

Prueba de fuego

Cuando triunfó la Revolución Enoel tenía 22 años. Foto: Emanuel Hernández/Telecubanacán.

Enoel tenía 42 años aquella última noche en prisión y de pronto lo recordaba todo. Había nacido en un pequeño poblado conocido como Neiva, casi en el centro de Cuba. Su padre llegaba a casa con un peso cada día cuando tenía trabajo, pero aquello apenas alcanzaba para mantener a la esposa y a los hijos. Desde los siete años Enoel lo imitó y recibía diez centavos por sembrar posturas en las vegas de tabaco. La escuela era demasiado cara, inimaginable.

Quizás por eso no comprendió por qué el 10 de marzo de 1952 unos vecinos hicieron fiesta en la casa. “Le pregunté a un muchacho qué ocurría y me dijo lo del golpe de estado de Batista —recuerda—, aunque yo nunca había escuchado ese nombre. Me explicó que era un dictador y cómo le quitó el poder a Grau, el presidente escogido por el pueblo, pero yo tampoco conocía qué era ser presidente”.

No obstante, esa noche Enoel tomó la primera decisión de su vida asociada a la política y le prendió fuego a la casa de tabaco de aquella familia. Recién había cumplido 16 años y trabajaba para un pequeño terrateniente de Cabaiguán. “A los pocos años uno de los hijos de aquel hombre llegó de La Habana a pasar las vacaciones allí y nos contó sobre el Movimiento 26 de Julio. Aquello enseguida prendió y entre seis o siete guajiros formamos la primera cédula”.

En ese lugar realizaron algunas acciones clandestinas. En una de ellas quemaron unos cultivos pertenecientes a Joaquín Casillas Lumpuy, el asesino de Jesús Menéndez. Sin embargo, aquello duró menos de un año, porque a mediados de 1957 la dirección del movimiento convocó a una huelga nacional en protesta por la muerte de Frank País y el pequeño grupo se dio a la tarea de buscar armas entre los campesinos.

Bohío a bohío recopilaron algunas, pero un seguidor de Batista no solo se rehusó a entregarle las suyas, sino que les disparó por la espalda cuando se marchaban del lugar. Los jóvenes respondieron y el hombre cayó muerto. No quedaba otra salida. Había que internarse en las montañas del Escambray para burlar a la Guardia Rural.

“En el camino hacia las lomas llegamos a una finca conocida como La Llorona y le pedimos al propietario que nos hiciera comida. Él aceptó, pero nos dijo que primero debía ir a un poblado cercano a buscar sal y grasa. Nosotros estuvimos de acuerdo, porque así nos informaba por dónde andaban los soldados. El hombre llegó un rato después con la comida, la dejó y automáticamente se fue corriendo. Le había avisado a los guardias y ahí mismo nos cayeron a tiros”.

De los quince muchachos apenas seis lograron escapar. Enoel salió sin saber a dónde iba, pero solo recibió una herida. Mientras habla se levanta la manga de la camisa y muestra la cicatriz en el brazo izquierdo. Es una franja delgada más blanca que el resto de la piel, aunque él sabe cuántas oscuridades guardan esos pocos centímetros del roce de una bala.

Durante los días siguientes los soldados literalmente cazaron a sus compañeros. A cuentagotas, como para extender el dolor, aparecían los cadáveres en los caminos, hasta que los muertos llegaron a nueve. Mientras tanto, unos campesinos encontraron a Enoel en una cueva y lo protegieron en un pequeño rancho. Con alguno de ellos formó otra guerrilla y siguió hasta lo profundo del monte.

Allá lo halló el Che cuando un año después apareció con su columna invasora. Lo primero, unir las fuerzas que operaban en la zona; lo segundo, realizar acciones para liberar los poblados cercanos. El plan de Ernesto tuvo éxito y contribuyó al fin de la tiranía. Enoel recibió el año 1959 con la alegría de la huida de Batista. Entonces tenía 22 años y aun no sabía leer o multiplicar, pero cuando entró a La Habana con el resto de los rebeldes conocía muy bien la historia que quería escribir a partir de ese momento.

Infiltrado

Durante la invasión de Playa Girón los miembros del Ministerio del Interior también aportaron a la defensa del país. Foto: Minint.

Enoel apenas permaneció dos semanas en la fortaleza de La Cabaña. “Enseguida nos enviaron para Las Villas con el objetivo de dirigir algunos poblados —cuenta—. A mí me mandaron para Guayos, aunque luego fui también a Cruces. Sin embargo, ya se daban los primeros pasos para consolidar el Departamento de Investigaciones del Ejército Rebelde (DIER) y piden un grupo de oficiales para formarlos como parte de la seguridad. Ahí me fui yo”.

Muchos de aquellos hombres todavía eran analfabetos. Entonces la Revolución abrió una escuela en la localidad de Jaimanitas y Enoel sacó hasta el cuarto grado. Estudiaba tres días a la semana y otros tres los dedicaba al trabajo. Casi con la misma alegría de la primera vez, recuerda cómo le gustaba aquello de unir letras y formar palabras. En poco más de dos meses consiguió aprender, pero enseguida le llegó una de sus primeras misiones.

“Muchos oficiales se dieron grados luego del triunfo. Cuando se detectó eso formaron con ellos un grupo de 150 hombres y allí me incluyen a mí como miembro de la seguridad. La prueba era subir diez veces el Pico Turquino y luego realizar largas marchas por la zona de Guantánamo, con el objetivo de que realmente se ganaran los cargos. Al final solo quedamos 36”, rememora.

En los meses siguientes Enoel recibió otras misiones encaminadas a detectar a miembros de la contrarrevolución entre los soldados. Poco a poco se ganó la confianza de sus jefes, aunque no olvida cuánto de rigor imponía la preparación para asumir esas tareas. Al frente de todos estaba el comandante Manuel Piñeiro Losada, conocido como Barbarroja, y uno de los encargados de fundar el 26 de marzo de 1959 los órganos de la Seguridad del Estado.

“Como parte de la preparación él nos obligaba a aprendernos cien números de teléfonos. Luego preguntaba diez o doce y debías decírselos. Por supuesto, no eran como los de ahora, pero aun así significaba un gran reto. Cuando uno está infiltrado en una organización contrarrevolucionaria tienes que ser como ellos, decir lo que quieren escuchar, seguirles el juego hasta tener la información. Barbarroja siempre decía una frase que no olvido: escucha mucho y habla poco”.

Con esa idea Enoel pasó a trabajar como segundo jefe de la Base Aérea de San Julián, un importante enclave militar en la provincia de Pinar del Río. Allí también contribuyó a detectar actividades de la contrarrevolución, pero fue un paso más allá.

“Teníamos a un compañero infiltrado en una organización enemiga conocida como Movimiento MRR, aunque no estaba trabajando bien ni para ellos ni para nosotros. Entonces proponen incluirme a mí en su lugar. Figúrate, yo era segundo jefe de una base aérea de la Revolución, una opción tentadora para la contra, así que montamos el plan y terminé dentro del grupo”, cuenta.

Mientras el rubio de Cabaiguán se construía un nombre entre los enemigos de la Revolución, poco a poco tomaban fuerza los ataques piratas y los planes contra Cuba elaborados por la organización terrorista Alpha 66. Entonces la dirección de la Seguridad del Estado le orientó penetrar también ese grupo. Aquello fue un escándalo.

De pronto en todas las unidades policiales del país apareció su nombre como el de un traidor. La familia supo de su deserción y le viró la espalda. En los próximos 23 años apenas tendrían contacto. Llegó a La Habana de forma clandestina y enseguida contactó con algunos dirigentes contrarrevolucionarios. Ya tenía referencias como un hombre definitivamente alejado de la Revolución y encontró poca resistencia.   

“Enseguida surgió la idea de sacarme del país para organizar desde afuera algunas bandas de alzados que irían al Escambray. Todo ocurrió a través de la Embajada de Brasil. La contra lo organizó desde el principio, me citaron en un lugar y allí me recogió un auto diplomático. De ahí nos sacaron y fuimos a parar a una prisión en Río de Janeiro, para luego salir y aparecer en Estados Unidos”, explica.

Cuando Enoel llegó a Miami casi enseguida los miembros de Alpha 66 lo buscaron y le ofrecieron varios cargos. El aceptó solo uno: coordinador militar del movimiento. Aquella responsabilidad no solo lo ubicaba como segundo al mando, sino que le permitía acceder a una valiosísima información para trasladar a los servicios secretos cubanos. El plan marchaba bien.

Cuando el agente Allam cuenta esa historia no puede contener una sonrisa de picardía. “Parece que no fui buen jefe —dice—, porque casi todas las lanchas piratas que salían de allá las capturaban aquí”. Ante el poco impacto de esos ataques, Eloy Gutiérrez Menoyo, el líder de Alpha 66, decidió abrir unos campamentos en Puerto Rico y República Dominicana para desde allí introducir mercenarios por el oriente de Cuba. Con él se fue Enoel Salas.

Así estuvo entre 1963 y casi todo 1964. A través de diversos métodos mantenía actualizada a la Seguridad del Estado cubana desde Santo Domingo. Hombre discreto y responsable, confiesa que aun no los puede revelar todos, pero sí habla sobre el uso de dos diccionarios idénticos para transmitir los mensajes.

“Yo tenía uno y los oficiales que me atendían otro —explica casi como en un susurro—. A través de un código previamente establecido podía comunicarme y enviar la información. También usábamos el teléfono para textos cortos, siempre en clave. Los contrarrevolucionarios nunca sospecharon de mí”.

Gracias al trabajo de Enoel la inteligencia cubana ya conocía sobre los planes de introducir mercenarios en el país, la cantidad de hombres alistándose e incluso la posible fecha de la primera incursión. Todo se había planificado para el 20 de enero de 1965, pero en la noche del 27 de diciembre del año anterior Eloy Gutiérrez sorprendió a todos. “¡Móntense en la lancha esa —les ordenó—, que nos vamos pa Cuba!”.

El agente no perdió la calma, gritó como los demás y se dispuso a regresar a su tierra como un connotado terrorista. Sin embargo, ¿qué hacer? ¿Cómo informar a la seguridad cubana que todo se había adelantado? Mientras la embarcación avanzaba entre la oscuridad y el silencio del Canal de los Vientos, él encontró una solución magistral.

“Empecé a dejar pistas en el terreno para que me identificaran. Así solté un carnet, la licencia de conducción, un anillo. Cuando las milicias encontraran aquellos objetos los oficiales de inteligencia se iban a dar cuenta que eran míos, y por tanto conocerían la cantidad de hombres o los objetivos, porque esa información ya se la había mandado desde Santo Domingo”.

El plan funcionó y las Milicias Serranas comenzaron a cercar al grupo. Ningún campesino los ayudaba y pronto se vieron en un terreno muy pequeño. No obstante, todavía no les bastaba para rendirse.

“Ya casi teníamos a los soldados encima y decidimos escondernos en un potrero con la hierba muy alta. Desde ahí yo veía cómo las milicias pasaban cerca. Entonces me di cuenta que ellos andaban por unos caminitos hechos por las vacas y comencé a arrastrarme muy despacio hacia atrás. Al rato logré sacar los pies y atravesarlos en medio de aquellos trillos. Enseguida los soldados los vieron y nos detuvieron a todos”, rememora.

Después de aquello Enoel Salas llegó a La Habana como un mercenario más. Solo unos pocos miembros de la Seguridad del Estado conocían su trabajo y cuánta información aportó durante aquellos años en el exterior. Entonces vino otro de esos momentos que le marcaron la vida: ¿dar a conocer su verdadero rostro o mantenerlo dentro de los mercenarios?

“En varias ocasiones Eloy se había jactado al decir que muchos oficiales de la seguridad y el ejército cubanos estaban a favor de Alpha 66, así que me entrevisté con mis superiores y planteamos la opción de ir a prisión para aclarar todo aquello. Yo estaba casi convencido que aquello no era así, justo como corroboramos luego, pero para estar seguros decidimos que yo fuera ir a juicio como los demás”.

Enoel tenía 29 años de edad y en aquel proceso recibió una sanción de 25 años de cárcel. Cuando a sus espaldas sintió por primera vez el rechinar de la puerta metálica que conducía a su área, de nuevo supo cuánto sacrificio implica defender una causa justa. En la cárcel, rodeado de verdaderos terroristas, pasaría los próximos 13 años y siete meses. Allí también fue el agente Allam.

“El enemigo del miedo son los ideales”

A sus 85 años, Enoel aun conserva el brillo en la mirada cuando habla de su historia. Foto: Emanuel Hernández/Telecubanacán.

La vida en cualquier presidio no es sencilla, pero la soledad la complejiza aun más. “Yo no recibía visitas de mi familia —recuerda—, porque los decepcioné a todos. Ellos se hicieron revolucionarios por mí, me veían como un ídolo y de pronto descubrieron que era un traidor”. No obstante, él no olvida para qué está allí. “El trabajo ocupaba todo el tiempo —agrega—. A veces terminaba uno y ya tenía información para comenzar otro”.

Junto a él estaban miembros de la CIA, terroristas, asesinos, líderes de organizaciones contrarrevolucionarias, y en más de una ocasión planearon desde allí ataques contra Cuba o atentados a Fidel, pero siempre fallaban gracias al trabajo de la contrainteligencia. A más de cuatro décadas de su última noche en prisión, el agente Allan todavía recuerda cómo repasaba una y otra vez qué hacer para cumplir su misión.

“A veces debía provocar mi traslado hacia una celda para sacarle información a alguien. Si sabía que allí estaba un contrarrevolucionario importante, empujaba a un guardia o tiraba los platos a la hora del almuerzo para que me castigaran y me enviaran a allá. Entonces ahí podía trabajar a esa persona. Otras veces me iba solo, pero enseguida me traían a alguien. Yo estaba ahí para trabajarlos”, asegura.

Poco a poco pasaron los años y Enoel llegó a trece dentro de las cárceles cubanas. Cuando por fin recibió algunos pases, aprovechó y se casó con su esposa de tantos años, una mujer que conoció durante las visitas a otros contrarrevolucionarios de su grupo. Acostumbrado a no calentar demasiado las palabras, confiesa que durante toda su vida como agente encubierto el miedo es inevitable.

“Uno siempre lo siente. Siempre, siempre —revela—. Pero a mí Barbarroja me enseñó algo muy cierto: el peor enemigo del miedo son los ideales. Constantemente pensaba en eso cuando me quedaba solo. También en el valor del trabajo que realizaba y en cuánto ayudaba a la Revolución. Yo realmente estaba encantado, porque sabía de corazón todos los beneficios”.

A fines de la década de 1970 le llegó por fin el momento de la libertad. Ya varios reclusos estaban en la calle o fuera de Cuba y él no cumplía objetivo en la cárcel. No obstante, aun le quedaban varios años sin descubrir su verdad a la luz. El cambio vino en 1985, durante un gran acto en el municipio de Placetas, su lugar de residencia desde la salida de prisión.

“Mi citaron a La Habana y me informaron la decisión de darme a conocer. Entonces citaron a todos mis familiares, amigos, oficiales, pero nadie sabía qué pasaba. Algunos incluso hablaban de mi muerte, pero los sorprendí al llegar en un jeep con otros oficiales de la Seguridad del Estado. Allí lo explicaron todo. Mi familia y yo llorábamos y ambos nos felicitamos. Ellos por mi trabajo, y yo por la actitud que tomaron ante mi supuesta traición”, rememora.

Desde entonces Enoel Salas vive en el mismo municipio y ha recibido decenas de reconocimientos. Cuenta su historia con humildad y modestia. Mueve las manos, adelanta el rostro, sonríe. Todavía es difícil arrancarle las palabras, pero el rubio de Cabaiguán, el agente Allam o sencillamente el viejo Enoel, sabe muy bien por qué ha entregado su vida.  

“Me arrepiento de no haber hecho más —dice a modo de última confesión—, porque hoy contamos con mejores condiciones para trabajar. Eso los jóvenes deben aprovecharlo más. Mientras hablamos, otros compañeros desempeñan tal vez misiones similares a las mías. En mi caso, tengo 85 años y quisiera durar cien más para continuar aportando a la Seguridad del Estado y a la Revolución. Aunque ya mi nombre sea público, uno nunca de ser un agente al servicio de Cuba”.

En video, la historia

Se han publicado 64 comentarios



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  • Raudel dijo:

    Emocionante historia, tremendo sacrificio que hizo este patriota, no pudo haber sido fácil 13 años en cárcel rodeado de mercenarios. Nuestras felicitaciones a ese héroe anónimo.

  • AJ dijo:

    Historias como esta debe haber muchas a lo largo de la Revolución, entonces por qué solo algunas han sido llevadas a la TV o cine, recuerdo En silencio ha tenido que ser, Julito el Pescador, La frontera del deber, Para empezar a vivir y quizás alguna otra. Un poco antes, El Hombre de Masinicú. Hay mucha tela por donde cortar y la necesidad de conocimiento de estas historias es cada vez mayor y necesaria sobre todo para los jóvenes. Es una pena que la historia de los 5 no haya sido contada aun por un colectivo de realización y actores cubanos. Mucho trabajo por hacer tienen directores como Roly Peña y guionistas con la asesoría de grandes historiadores que tenemos y los archivos del MININT.

  • AJ dijo:

    La película sobre la vida de Villavicencio aun está también por hacerse, su libro Reto a la soledad es casi un perfecto guión.

  • chuchi dijo:

    Ahora que tratan de cambiarnos la historia, con peliculitas como Plantados debemos traer a la luz historias reales como estas y desenmascarar a todos esos personajes tratados de convertir en heroes por el enemigo. Contemos bien para nuestros jovenes ese pedazo de nuestra historia poco conocida.

  • joel dijo:

    Gracias Enoel por tanto amor a tu Patria y por protegernos con tu valor y audacia de las acciones enemigas.Muchas felicidades a ud y a todos los miembros de los Organos de la Seguridad del Estado,a los agentes les decimos que el Pueblo Cubano siempre les estará eternamente Agradecido.

  • katia dijo:

    que historia mas linda, sentimos mucho orgullo por personas como Enoel

  • Charly dijo:

    Es por eso que los contrarevolucionarios nunca van a vencer en cuba por hombres asi.
    PATRIA O MUERTE
    VENCEREMOS
    VIVA LA REVOLUCION CUBANA

    • Fable dijo:

      No dire que eres un heroe Enoel pues eso seria rebajar tu verdadera actitud y merito.Tu has sido cubano de patria o muerte pero de verdadera patria y vida ,sacrificaste tu vida a favor del bien comun ,has sido un hombre que a pezar de sentir el riesgo el miedo y el peligro ha savido sobreponerce adactarce y sobrevivir,tu relato te digo inspira he inspirara por generaciones a miles de cubanos que actuando desde las sombras como soldados anonimos defienden al pueblo de cuba ,su gobierno y el orden instaurado.por que no quede dudas que de haber vencido esas fuerzas del caos y el terrorismo nuestra vida en la isla seria un eterno suplicio,gracias padre ,hermano ,abuelo ,tio gracias a ti y a los que como tu siguen luchando por la vida y no descanzaran jamas ,gracias por ayudarnos a encontrarnos a nosotros mismo en tu historia y darnos el aliento para seguir en esta batalla ,PATRIA O MUERTE ,VENCEREMOS.

  • manuscritos dijo:

    Gracias Enoel por cuidarnos la revolución. Que linda historia. Esos son los héroes anónimos que los jóvenes también deben saber que existen en carne y hueso. Ejemplo de entrega a una convicción.

  • Nelson Salazar Tamayo dijo:

    Una vida de sacrificio y valor por nuestra Revolución mis respetos para usted compañero Enoel.

  • Jorge Alberto Nieto de Mambí dijo:

    Extraordinario. Gracias Enoel!!!

  • Angel Rivero Olivera dijo:

    Ejemplo de héroe de verdad, para hoy y para siempre. Felicidades en mi nombre y d mi familia.

  • FERNANDEZ dijo:

    P Q NO ES HEROE DE LA REPUBLICA DE CUBA??

  • idania dijo:

    Felicidades. Bella historia, ejemplo de revolucionario. Eso es sacrificio por ideales, por una causa justa. Hay que buscar más historias como estas que no son pocas y darlas a conocer, hay que reconocer a estos hombres que nmuchas veces aportaron más que otros más conocidos. Estos son nuestros héroes. Hay que atenderlos y darles una vejez donde no les falte nada. Mucho amor y salud para usted. Mis respetos.

  • Osvely dijo:

    Muy buen trabajo. Él sabe lo q es el sacrificio.
    Hoy hacen falta muchos Enoel.¡!.

  • milagro dijo:

    Orgullosa me siento al escuchar su historia Enoel, el rubio de Cabaiguán , Allam o simplemente el hombre que lo cambió todo por la Revolución como no hay pocos cubanos también es verdad. Felicidades por ser de verdad.

  • Achp. dijo:

    Historias que inspiran respeto, ese sacrifico no fue ni será en vano, gracias Enoel.

  • Orlando dijo:

    Por hombres y mujeres como Enoel la revolución ha salido victoriosa de todos los planes fraguados por el enemigo. solo una pregunta ?Estarian dispuesto los supuestos "patriotas" de patria y vida a tanto sacrificio?. Creo que todos conocemos la respuesta, sin dinero no mueven un dedo.

  • Norbel Soca dijo:

    Cuánta gloria acumulada, que gallardía, altruismo y compromiso. Trabajos como éstos deben inundar nuestros medios para que las presentes y futuras generaciones sigan conociendo a los héroes de nuestra gesta. Felicitaciones a los que lo hicieron posible!!! Y gracias a Salas, nos hace sentir orgullosos de ser cubanos!!

  • Vladimir Flores Morales dijo:

    Resulta estremecedor este relato, yo tuve el privilegio de conocer a este Héroe en Placetas, estar frente a él refuerza el orgullo de ser revolucionario cubano. Yo lo siento de forma singular, pues mi padre José Flores Pérez, a quien todos conocen como “Camarada”en Santa Clara, “Carlos”, entre otros seudónimos para los Órganos de la Seguridad del Estado, es fundador. Somos 3 hermanos y sólo a mí, el más pequeño, pudo conocer cuando nació, pasábamos meses y no contábamos con su cariño y presencia, el cual era cubierto por la única que conocía su verdadera identidad, mi madre Caridad Morales Soto conocida como La China, quien enfrentando a todos, incluyendo la familia, supo educarnos como verdaderos revolucionarios. Tengo el honor de haber conocido varios compañeros de mi padre que compartían estas tareas, y guardo un pasaje que me marcó para siempre y fue el sepelio de uno de ellos quien falleció en cumplimiento del deber, por añadidura, el único amigo que le he conocido a mi padre. En la funeraria todo trascurrió como si fuera la muerte ocasional de un hombre común. Veintiocho años después en mi labor como profesor descubrí, en un primer pase de lista de un grupo de estudiantes de Preuniversitario, a su nieto quien no puedo asegurar si le sembré la duda de que su abuelo no era un hombre común al que no conoció, pues las lágrimas y la ausencia de la voz se adueñaron de mí en el aula. Gloria eterna a “Caco”, “Juán”, “Niño”… y todos los hombres y mujeres que integraron e integran los gloriosos Órganos de la Seguridad del Estado.

  • Godual dijo:

    Que clase hombre, es de los imprescindibles, de los que necesitamos en estos tiempos.

  • Manuel dijo:

    FERNANDEZ, es verdad se le puede dar el titulo de Heroe de la Republica de Cuba, pero estoy seguro que lo que él hiso no lo hiso buscando un titulo ni una condecoración porque su mayor titulo o condecoración es estar tranquilo con su conciencia de que lo que hiso fue para salvar a su Revolución. Hoy todos los verdaderamente Revolucionarios Cubanos estamos salvando a la revolución y ninguno lo estamos haciando para recivir nada a cambio. Nuestro invencible Comandante en una ocación dijo que esos son los heroes mas importante; los heroes anonimos. Gracias Enoel.

  • Paula dijo:

    mis felicitaciones. es usted un fiel exponente de lo q es el verdadero pueblo de cuba, de lo q sentimos todos los q de verdad amamos ess cuatro letras y la verdadera libertad, aunque tengamos dificultades, escases, traidores, nunca nos faltarán ejemplos y segura q como usted hay miles. que tenga larga vida.
    gracias

  • Axel dijo:

    Estuve hace una semana en el poblado de Neiva,dónde nació el,un lugar pequeño ,pero veo que de hombres valientes,muy conmovedora la historia de este hombre,me la leí completa y es muy cierto que deberían hacerle un gran homenaje por su sacrificio,que no solo se quede en letras,sino llevarlo a la pantalla,estoy muy seguro que sería del agrado de todos y nos daría una gran enseñanza .

  • pedro.perez dijo:

    Un ideal justo, atricherado, puede mas que un ejercito. Lo prueban esta estirpe de cubano cubanos que tanto han hecho por esta sociedad y nuestra patria. Nuestro eterno agradecimiento.

  • jmge dijo:

    Gracias Enel a ti por ese sacrificio por mantener una obra tan humana como es nuestra REVOLUCIÓN

  • Julio Bravo dijo:

    Muchas Felicidades a los Órganos de la Seguridad del Estado y mi respetos para Enoel por su bella historia llena de heroísmo y patriotismo por Cuba. Usted, por los servicios prestados a nuestra Revolución desde que era prácticamente un niño y los años que estuvo en prisión cumpliendo importantísimas misiones merece todo el reconociendo de nuestro pueblo y por qué no la Condición de Héroe de la República de Cuba.

  • Omar dijo:

    Enoel, felicidades a usted y sus familiares. Años atrás tuve la maravillosa oportunidad de leer un libro titulado “NUNCA FUI UN TRAIDOR”, me quedé impactado no solo por el trabajo del DSE, sino por todo el sacrificio que es capaz de hacer un hombre por sus principios e ideales, tuvo un gran maestro, del cual hoy se habla poco, Manuel Piñeiro Losada, conocido como Barbarroja; es una enseñanza lo que nos deja, y no es que hablé poco, es que el silencio, la humildad y la valentía forjaron su historia y su vida. Gracias por hacer lo que muchos no han podido, por defender y preservar la Revolución. Un abrazo.

  • Juan Carlos Subiaut Suárez dijo:

    Tuve el gran honor de conocer de cerca a uno de estos grandes hombres, ya fallecido, con una historia parecida a la de Enoel Salas y, como este, dada a conocer su verdadera identidad varios años después. A pesar que todavía hoy, muchas de sus actividades no deben ser del dominio público, si considero que no ha sido suficientemente homenajeado. Al compañero Julio del Río, gracias por permitirme conocer y estimar a una de las personas que "les quemó el corazón el fuego de la gloria" .Muchas felicidades en el Aniversario de la Seguridad del Estado.

  • mailin Ibargollin Jiménez dijo:

    UN HOMBRE CON MUCHO VALOR Y CON VERDADERA CONVICCIÓN REVOLUCIONARIA, FELICITACIONES A ENOEL EL RUBIO DE CABAIGUAN.

  • Regla G. dijo:

    Estos son los hombres de la estirpe de Maceo, de la estirpe de Fidel, muchas felicidades y gracias por existir. CUBA VIVA-VIVA CUBA! PATRIA O MUERTE! VENCEREMOS!

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Yunier Javier Sifonte Díaz

Yunier Javier Sifonte Díaz

Graduado de Periodismo en la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en el año 2016. Periodista de Telecubanacán. Colaborador de Cubadebate. En Twitter: @yunier_sifonte

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