Tropa de retaguardia
Nadie los ha obligado, repito, porque siempre hay gente que intenta sembrar mala fe donde otros le ponen raíces a la bondad. Jamás se trató de emulaciones, apariencias, mucho menos de heroísmos.
No fue una orden, no puede ser así cuando arriesgar la vida no es hipérbole ni alabanza, más bien es cuestión de convicciones, de decir “sí” por sobre los riesgos, los miedos. ¿Cómo puede cuantificarse, a un año de la pandemia en Cuba, la entrega de la gente, su decisión a ultranza para “dar” en vez de “esperar”?
El 11 de marzo de 2020 se reportaron los primeros casos de COVID-19 en el país y, a medida que aumentaron las personas infectadas, se habilitaron centros de aislamiento para atender pacientes sospechosos y positivos a la enfermedad. Comenzó a hablarse de los jóvenes voluntarios, de lo imprescindible que resulta dejar a un lado la zona de confort personal para entrar en la zona roja, con el riesgo latente del contagio, el temido contagio.
***
A Camila se le aguaron los ojos cuando se percató, como en una epifanía, que llevaba una semana, de los catorce días que permaneció en el hospital “Salvador Allende”, sin abrazar a nadie. Limpió los pasillos de uno de los pabellones allí, pulió los baños, se forró con guantes, careta, nasobuco y el traje de protección. Los ojos la delataban cuando le sonreía a los pacientes y cuando lloraba en una videollamada familiar. Camila es de esa gente que tiene la extraña y hermosa capacidad de sentir el dolor del otro como si fuera el suyo.
Pupo tuvo allí su prueba de fuego como estudiante de Medicina. Escribió historias clínicas, examinó pacientes y si algo no le faltó nunca fue un “¿cómo se siente hoy?”, o “tiene que cuidarse, amigo mío”. Decía –cómo olvidarlo– que un médico debe tomar los problemas de los pacientes como si fueran de ellos.
En el Hospital Pediátrico “Leonor Pérez”, también en La Habana, Yan Carlos fue ropero, repartió alimentos, trabajó en la lavandería del centro sanitario. Se vistió de verde, como tantos jóvenes en este año de pandemia.
“Mi familia quería que me quedara en la casa, pero al final entendieron que yo debía hacerlo porque el país lo necesitaba. Dar el paso al frente era lo mínimo que podía hacer”, dice.
Pienso en Niliek, Max, Patricia, María Carla, Laura, Mario, Beatriz, estudiantes y profesores jóvenes que reenvasaron hipoclorito en laboratorios de la Universidad de La Habana. Recuerdo a Daylén o a Roxana en las incesantes pesquisas, o al chamaco que hace unos días tocó puerta por puerta en el barrio, preguntó si todo estaba bien, si nadie tenía síntomas, y anotó sobre una maltrecha hoja con un ímpetu envidiable a las nueve de la mañana.
Hay gente que está en la primera línea, médicos, científicos, un equipo de vanguardia que anda desperdigado por cada hospital y centro de aislamiento en este país, gente que lucha contra una pandemia y el insomnio, gente joven, cuya función es velar por la salud de los demás, por alejarle el bicho de marras. Hay Camilas, Pupos, Yan Carlos… tantos como ellos que andan peleando y no son más que soldados rasos de una única e imprescindible tropa de retaguardia.
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Mi hijo está en la UCI de voluntario apoyo vs Covid con un grupo de jóvenes estudiantes de la CUJAE como él.
Mis respeto y reconocimiento a cada uno de los estudiantes de medicina que cada día salen a las calles para hacer su trabajo, pero OJO, aún no se le han dado medio de protección y eso hay que tenerlo en cuenta, pues corren todos ellos el riesgo de contagiarse (como ya les ha ocurrido a algunos de ellos), mi pregunta es la siguiente,¿hasta cuando van a continuar pesquizando en estas condiciones?, vale destacar , que los medios que ellos tienen, es por el sacrificio que sus padres hacen para obtenerlos.
Un abrazo y un agradecimiento para todos ellos
Esos son los que verdad hacen la historia de este heroico país.
Cuba Salva!
Viva Cuba!
Patria o Muerte!
Mi sobrino se encuentra en la UCI como mensajero en la zona roja, que valentia la de estos muchachos, que sentido de la bondad,,, un dia habria que escribir sobre todos ellos.
Son heroes igual que los médicos, las enfermeras...sin ellos el equipo no funciona ni tiene resultados. Felicidades y gracias a ellos y sus familias.
En medio de tantas premuras, cambios en las formas de hacer y vivir, de relacionarse, de datos y tendencias, de alegrías y dolor, de llamadas a la responsabilidad y de medidas, en éste tropel de acontecimientos casi no nos hemos dado cuenta del derroche de entrega y heroísmo, sí, heroísmo, que han hecho gala a lo largo y ancho del país han hecho una cadena de VALOR, del valor que no se puede contar en metálico, que no se puede traducir en premios y homenajes, pero que ha estado ahí, para cercar al virus, para ayudar al confirmado o al sospechoso, para dar seguimiento. No se cuál será el monumento que dará trascendencia a la hazaña, creo que merece la más pura de las creaciones.