Manejar un camión North Benz cargado con 60 toneladas de caña de azúcar y dos remolques no resulta tarea fácil para nadie. La más simple maniobra demanda precisión, sobre todo porque esa mole de hierro no se frena tan fácilmente; sin embargo, dicen los más experimentados que ella lo hace muy bien.
Era su sueño desde niña; y a pesar de las incomprensiones y el machismo, lo consiguió. “Les dedico tiempo a mi nieto, a mi hija, a los animales; bordo, coso; pero como manejar no hay nada, mientras más grande el carro, mejor. Fíjate que este camión, además, es más largo de lo habitual y me siento cómoda en él”.
Así comienza a contar su historia Reyna Labrada Reyes, la única chofer de la base de la Empresa de Transportación y Servicios de Mecanización (Tranzmec), de Camagüey que, con 24 camiones, asume la misión de abastecer de caña al central Panamá, en Vertientes.
“Tenía 29 años, empecé a trabajar como estadística de Vivienda en el territorio; ya habían pasado tres años intentando ser aceptada en esta base, y nada. ‘¿Una mujer manejando camiones?’, decían. Un compañero que afirmaba conocerme desde niña pensaba que no daría la talla, por mi sexo.
“La secretaria de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) me avisó que a ‘Batalla de Las Guásimas’ le situaron unos carros; fuimos allá y nada para mí. Pasó el tiempo y vino a Vertientes Antonio Delgado, en aquel entonces miembro del Buró Provincial del Partido, y la compañera de la FMC le contó acerca de mí. Gracias a su gestión me contrataron”.
Reyna no le temía a lo rudo que podía parecer un ZIL 130, su primer vehículo, que condujo por mucho tiempo.
“Al de ahora hay que hacerle cosas, son relativamente nuevos, pero tienen algunos años de explotación en caminos que no están buenos. Lo conozco muy bien, cada ruidito lo siento, hace unos días percibí un ‘grillo’ que ni mi compañero escuchó. La base del tanque de agua se había partido”.
Y cuando uno cree que ya no puede haber más sorpresas, se las ingenia para asombrar. “Cuando salí de la base de ‘Batalla...’ me incorporé a la Tarea Álvaro Reynoso (de capacitación para los trabajadores azucareros) y estudié Derecho, otro de mis sueños, porque cuando terminé el preuniversitario no alcancé la carrera. A pesar de ser licenciada, prefiero seguir manejando. Muchos, incluyendo a mi hija, pensaron que la ejercería, pero opté por lo que hago, aunque saber de leyes me ha servido para defenderme en incidentes en la carretera y para demostrar que no han sido mi responsabilidad.
“He tenido que librar guerras, incluso silenciosas. Hay quienes no asimilan que una mujer pueda conducir un camión, y han querido quitármelo, mas les he demostrado que nosotras también podemos. Por suerte, ya todo pasó y hoy soy reconocida, lo que me hace sentir motivada”.
A luchar por lo que quieren llama Reyna a las mujeres: “Que no se rindan, si yo lo hubiera hecho, nunca habría sido chofer de un camión”.
Para ella es un arte arrancarlo, calentar el motor, revisar que todo esté en orden y partir al cañaveral, recorrer de noche o de día el camino hasta el basculador, y realizar la maniobra más difícil, con la cual concluye el trayecto de poco más de una hora que separa el campo de la industria.
Tiene mucho que ver con el cumplimiento del plan de 1 000 toneladas de su pelotón. Y justo con la entrega de cada 60 toneladas listas para moler, empieza el otro recorrido.
Pero no se agota, sabe que tiene que cuidarse, como siempre le pide su hija al salir de casa, y no sola-mente por los suyos, también para que haya Reyna para rato en las carreteras de Vertientes.
(Tomado de Adelante)