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El polvo de diamante

(FOTO 01) Imagen: Met Office.

Al igual que la llovizna, la cinarra, la lluvia, la lluvia engelante, la nieve, la nieve granulada, el granizo y la cellisca, el polvo de diamante es un hidrometeoro que consiste en la caída de un conjunto de partículas.

Puede observarse en regiones polares y alpinas y en zonas continentales interiores, especialmente con tiempo despejado, frío y en calma.

Según el Atlas Internacional de Nubes de la Organización Meteorológica Mundial, el polvo de diamante es una “precipitación de cristales de hielo muy pequeños que cae de un cielo despejado, a menudo tan fina que parece suspendida en el aire”. En el glosario del Servicio Meteorológico Nacional de los Estados Unidos encontramos la siguiente definición: “una caída de cristales de hielo no ramificados (los cristales de nieve son ramificados) en forma de agujas, columnas o placas”.

Esta precipitación ocurre, por lo general, a temperaturas inferiores a -10 grados Celsius en masas de aire enfriadas rápidamente. Es normal que el polvo de diamante esté compuesto de cristales de hielo bien formados, a menudo en placas, con diámetros de unos cien micrómetros (0.1 mm).

El español José Miguel Viñas expone en Divulgameteo que “al producirse con los cielos rasos, cuando es de día y luce el sol, los pequeños prismas de hielo actúan como minúsculos espejos y en el ambiente parecen flotar pequeños diamantes, lo que suele venir acompañado de espectaculares fenómenos ópticos como los halos, parhelios y una gran variedad de arcos luminosos”.

El efecto de “motas de polvo” en esta fotografía se debe al destello de los cristales de hielo del polvo brillante bajo el Sol. Foto tomada por Claudia Hinz en la República Checa en enero de 2014.