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Llueve en septiembre de 2020

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"Llueve, se desmoronan las paredes de mi casa, el mundo buitre viene y se posa en mi espalda con su antivida, su antiamor, su antipalabra". 

La Habana en silencio. Foto: Alejandro Azcuy/Cubadebate.

"Llueve en agosto de 1981", se llamaba aquella canción de título largo, como casi todas las buenas canciones de Noel Nicola.

Alguna vez creí que era de Santiaguito Feliú por cómo se la apropiaba al cantarla en su estilo agresivamente tierno y desgarrado. El caso es que no sale de mi cabeza en septiembre de 2020.

Será porque casi todas las tardes llueve y porque las paredes... y porque el mundo buitre...y porque la antivida, el antiamor, la antipalabra, llevan seis meses y más días, con su pesimismo y una persistente invocación de la desesperanza, insistiendo en posarse sobre las espaldas de este país.

O será porque septiembre, la lluvia y el 2020 no son la primera, ni la segunda, ni siquiera la n vez en que nos angustiaron las esperas, de alguien o de algo, acaso solo un mejor tiempo, tan demorado, tan indefinido, tan de ayer o de hoy, pero no de mañana. Y siempre hubo canciones que nos aliviaron las esperas.

O a lo mejor oigo tanto aquel canto por estas ganas de hallar y contar otra noticia buena. Tan buena como la de la vacuna Soberana, pero más inmediata. Una sin datos alarmantes de contagiados y sospechosos, sin fotos de colas y coleros, sin playas y aeropuertos cerrados, sin la contracción universal del turismo y de casi toda la economía, que mantiene vacíos los bolsillos nacionales.

Llueve cuando me avisan que alguien con quien tuve una reunión la tarde anterior, ha dado positivo a la COVID 19 y aunque hay dudas con su prueba, debo aislarme hasta que se confirme. Tiemblo y conmigo todos los contactos de las últimas 24 horas que, no son tantos, pero son personas con sus vidas resguardadas que confiaron en que la mía también lo estaba. 

No importa lo que sé sobre el período de incubación y el momento en que aparecerán los síntomas. Soy mayor de 60, hipertensa, asmática y también hipocondríaca. Excepto la fiebre, empiezo a sentir todas las señales del contagio. Y aviso a los amigos, que están a punto de dejar de serlo.

24 horas durará la angustia. 24 horas imaginando la cuarentena lejos de mi casa, mis rutinas, mi vida! 24 horas para sufrir por adelantado la posible complicación de los síntomas y para la rabia y la vergüenza de mí misma por haber descuidado algún detalle en el contexto de mi trabajo.

¿Y si hubiera actuado distinto? ¿Si hubiera sido más rígida con el protocolo de distanciamiento, empleando el teléfono o las redes para evitar encuentros que no son imprescindibles?

El tiempo no marcha en reversa. No hay modo de cambiar lo que ya hicimos o dejamos de hacer. Pero el cerebro es experto en rebobinar los errores y castiga fuerte. 

Pensar y actuar como lo hacen las personas pendientes de un diagnóstico, significa, si se es responsable, cumplir rigurosamente el protocolo del momento. Sin paranoia, pero sin abulia. Ahí es cuando nos da por pensar en la epidemia desde dentro. La culpa ya no es del otro. Es de uno mismo. 

La lluvia regresa con la buena noticia de que en la segunda prueba resultó negativo el contacto que me llevó a entrar fugazmente en una lista de miedos. Respiro y conmigo mis contactos, pero el susto ha cambiado radicalmente mi percepción de riesgo, para plantearme la vida desde otra perspectiva: la de los sospechosos de COVID 19.

Existo, luego pienso. Ingresar en un centro de aislamiento es molesto y costoso para todos. Por encima de las carencias materiales, al ingresado le cuesta intensa ansiedad. Y al estado, cercado a partes iguales por el bloqueo y por la pandemia, le significa seguir gastando lo que no tiene.

Humilde y respetuosamente me atrevería a sugerir que se reevalúen los internamiento preventivos a la luz de las experiencias universales en los pasados seis meses. Que los sospechosos se internen en sus hogares y se sigan desde allí por el pesquisaje comunitario, que se les enseñe y exija comportamiento de contagiados hasta que se pruebe lo contrario, pero que no los añadan a la pesada y costosa carga que la COVID ha lanzado sobre las espaldas anémicas de una economía paralizada parcialmente.

Así como el Gobierno ha asumido con admirable comportamiento, la responsabilidad por la salud y la vida de todos, es preciso depositar en cada adulto consciente, la responsabilidad por su propia suerte y la de sus más cercanos afectos. 

Como se ha dicho más de una vez, los asintomáticos, mientras lo sean, no son pacientes. La única ventaja que veo en los ingresos de sospechosos por contactos, es que se hiciera en las primeras semanas y meses para confirmar la eficacia del distanciamiento físico y social. Pero ya parece suficiente.

Lo otro es superar el trauma de los números. No sólo estamos entre las naciones que mejores indicadores tienen. Si los datos de confirmados de cada día se contrastan con el creciente número de pruebas - costosas pruebas-, la lógica nos dirá qué tan fuerte es en realidad el rebrote que ahora nos estremece. 

Gastos, consumo y ansiedades

La Habana en silencio. Foto: Alejandro Azcuy/Cubadebate.

Desde que el mundo es mundo, todo lo bueno cuesta caro, aunque sólo sea en monedas de tiempo, decía mi bisabuela, mitad africana, mitad europea y cubana finalmente, desde que la guerra del 95 incendió la hacienda de su padre y la echó al monte con siete años, a comer mangos verdes, raíces y yerbas.

Un día me fijé que no dejaba un grano de arroz en su plato y se me ocurrió preguntarle si era por hambre. "Ya no" me dijo. Entonces es que te gustó mucho, insistí. "No más que siempre" replicó. Por fin, antes de que mis agotadores porqués la rindieran, contó lo de aquel verano de la guerra en los cafetales de Yateras que eran propiedad de su padre francés.

Pasó tanta hambre y sufrió tanto miedo de volver a tenerla, que le hizo una promesa a la Virgen de la Caridad: ella nunca más dejaría comida en su plato y jamás botaría la que sobrara en su cocina, como tantas veces vio hacer en su casa, después de los almuerzos y las cenas abundantes con los que su familia celebraba las fiestas de la casa o los encuentros con amigos de la comunidad francesa.

No dejaba de pensar que el hambre de su niñez había sido un castigo de Dios por el derroche de tantas veces. Y cuando tuvo en sus manos hacerla y repartirla, fue racional y generosa al mismo tiempo.

Mientras llueve en septiembre de 2020, sacamos cuentas de compras y consumo y resulta que, no sólo por las subidas de precio, hemos gastado más que nunca en nuestras vidas anteriores, hemos comprado hasta lo que no nos hacía falta, sólo porque nos lo ofrecieron y tuvimos miedo de que faltara.

Y si no hemos consumido tanto, es porque también hemos repartido lo mucho o lo poco que tenemos. Ya se sabe que, fuera de la igualitaria libreta de abastecimiento, no todos tienen cómo y con qué saciar necesidades cotidianas. Y las reglas de racionalidad y generosidad de nuestros antepasados se siguen respetando en septiembre de 2020. Pero no es menos cierto que guardamos también el mismo miedo a tener hambre y a que nos falten cosas, incluso cosas que nos han faltado siempre. 

Hoy la lluvia es la que cae mojando la memoria de otro tiempo y es también una epidemia que no deja llegar a casi nadie al destino planeado hace seis meses. Qué gran título aquel largo de Noel para fijarle fecha a la crónica de días que parecen no tener fin. Solo han cambiado los desafíos, pero ya sabemos que siempre los habrá. Y que con racionalidad, esfuerzos y creatividad pueden ser vencidos. El tiempo es la otra variable. Hay que tener paciencia y apurar sólo la buena voluntad, la energía positiva, la unión de propósitos. La vida, el amor, la palabra. No lo que la niega o la desdice.

Se han publicado 33 comentarios



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  • Yo dijo:

    Muy bien contado, interesante y educativo,felicidades.

  • Laura dijo:

    Que triste necesitamos. Poco a poco la normalidad. Necesitamos abrazar a nuestras familias. Hijos,parejas,madres,padres. Necesitamos poco a poco tomar una normalidad con precaución. Es triste y ahoga a los más pequeños la distancia de sus padres o el abrazo de in abuela o de un hermano.Nos duele tanto. Muchas gracias.

  • isora dijo:

    Excelente escrito y una realidad costosa. Extrañamos la union de la familia cubana pero el distanciamiento es necesario. Gracias por escribir.

  • Liss dijo:

    Muy emotivo su artículo. Estoy de acuerdo cuando dice que los sospechosos de la covid se deben mantener en sus hogares bajo un pesquisaje riguroso. Daña mucho sicológicamente cuando te dicen que a uno de tus familiares será llevado a un centro de aislamiento cuando sabes que se ha estado cuidando y no ha tenido contacto directo con algún irresponsable que no midió las consecuencias. Eso me sucedió con mi madre de 84 años. Felizmente ella dió negativo, para mí fueron los peores 6 días de mi vida.

  • Zulaine Guerra dijo:

    Gracias Arleen, sabía reflexión.

  • Ariel NM dijo:

    Casi sin palabras: conmovedor e impactante, Arleen.

  • playazul dijo:

    Exelente articulo.
    Lastima la soledad nocturna, los deseos y necesidades de comunicarnos, de abrazarnos.
    Como dijo nuestro presidente esta es una guerra contra un enemigo silencioso, capaz y a pesar de los indices positivos que tiene nyestro pais, este virus ya ha sido capaz de llevar el luto a mas de cien familias, traumas a muchos que han enfermado, y a otros que no. Como abrir, yo me pregunto. Que vamos a abrir.?, que por muy necesario que sea, no le lleve mas luto a familias.
    Urqe cumplir y hacer cumplir con lo dispuesto. De otra sentiremos el invierno mas frio de amor, abrazos y añoranzas.
    Gracias.

  • Ernesto Ruiz Faxas dijo:

    El coronavirus pondrá de hinojos a nuestra comunidad.

  • Angel dijo:

    Como ya dijeron, muy bien contado. Ya es hora de regresar a esa nueva normalidad, diferente, con sus reglas para evitar el contagio, pero necesaria para recuperar la vida social y económica del país.

  • Nidia Diaz Fernandez dijo:

    Excelente trabajo Arleen tiene párrafos que conmueven y verdades irrefutables. Te felicito

  • Maríanela dijo:

    Coincido con la periodista.No podemos continuar ingresando a tantas personas, no hay economía para eso, sólo excepcionalmente si no hay condiciones en el hogar para aislarse responsablemente.Lo vengo pensando hace muchos días

  • juanj dijo:

    Que hermosa, dificil y profunda realidad nos cuentas FELICIDADES.

  • Tere dijo:

    Que certero artículo y cuanta falta hace que se pongan en práctica sus recomendaciones, eliminar el miedo a las cifras que incluso impiden ver el bosque, trasladar la responsabilidad a la individualidad y colectividad a la vez, como hicimos con el sida en sus primeros años y hoy sabemos cómo evitarlo. Espero que ahora que usted lo dice, persona sensata y apegada a Fidel por muchos años, se pongan en práctica sus enseñanzas y método de educar al pueblo, único que está venciendo y ganará esta batalla, sin acusarlo de irresponsable e indisciplinado. Gracias por su artículo, va siendo momento que otras mentes ayuden a pensar a los decisores sin alarmarlos ni alarmarnos.

  • Nel23 dijo:

    Muy bueno, muy cierto, muy sentido. Considero tambien q existen organizaciones de masas en cada barrio, localidad que pueden apoyar a que el encierro se haga desde casa y no en una institucion. Seria mas confortable para la persona y menos costoso al estado. Esa es mi inexperta opinión. Salud para todos, a cuidarse

  • vivi dijo:

    Arleen, me encanto su articulo. En el sentido personal me alegro q oe haya dado negativa la prueba. En cuanto a su escrito es bello, reflexivo y una clase de humildad. Mis saludos

    .

  • Eileen dijo:

    Es una muy triste realidad hay que pensar que despues de la tormenta viene la calma y esto q hoy estamos viviendo es una leccion de vida para que nos aferremos a los seres queridos y seamos capaz de vivir sin tanto egoismo en nuestos corazones

  • Maby dijo:

    Muy hermoso y triste, es para reflexionar

  • Luga dijo:

    Excelente crónica!!
    Coincido con la idea de que los contactos de casos positivos y de sospechosos hagan su aislamiento en sus casas, que sea tarea del médico de la familia darles seguimiento y velar y exigir que cumplan con las indicaciones, sería además un ahorro para el Estado!

  • HRB dijo:

    Precioso artículo!!! Manera especial de transmitir el sentimiento de muchos. En lo personal siento todos mis proyectos detenidos. Es como si la vida parara, pero 9 meses, 1 año, quién sabe cuánto... pesa en la vida de una persona. Tiempo además en el que perdemos amigos, fechas importantes. El tiempo es imparable y el Coronavirus también los está siendo. El reto está en no ser nosotros los víctimas y sobreponernos a este desafío.

  • Chelotirado dijo:

    Un comentario que me ha llegado muy de cerca porque nos hace reflexionar sobre nuestro comportamiento. Comparto la idea de minimizar las personas aisladas en centros estatales, gracias a Arleen por su comentario

  • YMG dijo:

    Excelente reflexión desde la meditación y sin politizar un tema tan real. No es hasta que se vive -aun en el suspenso- que se siente lo que se cuenta o se lee. Ya no me explico de donde el país saca reservas si en la normalidad tenía deudas; y eso es de considerar. No es fácil, la verdad. Encima unos pocos con la sencillez enorme de la superficialidad cuestionan tanto esfuerzo de este pequeño país.

  • Frank Uno dijo:

    Magnifico y conmovedor. Realidad que nos alienta, nos prepara. Critica sabia, alexionadora, suave como caricia, real como esta lluvia que no cesa.
    Gracas Arlin. Felicidades.

  • Gladys dijo:

    Cuando se leen articulos asi de hermosos se le hace cerco a la agresividad de la pandemia y se lecciona con la experiencia a tener realmente percepcion de riesgo.

  • eduardo dijo:

    Muy buen comentario y te invita a reflexionar, por ejemplo: Es abrumadora la cantidad de personas que se ingresan por sospechosos, contactos y que al final no tienen la enfrermedad, sin dudas, carga que hoy es muy compleja para el estado. Debe revisarse las medidas de confinamiento, hay lugares en nuestro pais que sale un caso y al instante aplican cierre y cuarentena, eso debe revisarse. Lo dijo nuestro presidente, tendremos que adaptarnos a convivir con esta pandemia, no podemos seguir cerrando, hasta donde llegara la maltrecha economia de este pais. Las personas tenemos que aprender a ser responsable, no puede ser que el estado este detras de todo, mientras siga asi, muchos continuaran pensando que el estado es el responsable de protegerlos y aislarlos. Hay que buscar alternativas, muchas medidas se deben quedar, pero no debemos seguir cerrados.

  • Yoyo dijo:

    Magnífico escrito, estoy plenamente de acuerdo con la posibilidad de aislar a los contactos en su propia casa, pues además del gasto lógico que se genera al recluirlos en una institución, se promueve una convivencia con otras personas de otros ámbitos que también son posibles contagios (promiscuidad), que lejos de hacer bien complica la situación

  • Marietta dijo:

    No se si es la nostálgica coyuntura en que nos encontramos todos, pero que necesidad de leer algo así. Tierno, reflexivo, equilibrado, sin abuso de adjetivos, sin consignas reiteradas. Excelente Arlem¡¡¡

  • sergio valiente gomez dijo:

    Excelente articulo. Veraz, conmovedor, profundo. Obliga a reflexionar sobre las actitudes que individualmente adoptamos. Nos hace entender mejor el esfuerzo por preservar la vida de todos. Algo que en pocos lugares ocurre. El aislamiento es la clave, la forma de hacerlo es discutible. Gracias Arleen por darnos la opción no solo de leer, sino de reflexionar. Gracias

  • Orlando dijo:

    Tenemos que poner el transporte y mandar a los trabajadores para sus centros de trabajo como en todo el mundo. Humana y atinada la propuesta de la periodista de que los sospechosos y contactos se queden en sus viviendas. El estado tiene que poner a andar la economía y debe hacerlo ya con la misma fuerza con que ha combatido la COVID. LAS cifras de enfermos y fallecidos son muy inferiores a la de la mayoría de las naciones del continente.

  • José dijo:

    Arleen. Buenísimo el artículo. Coincido 100% contigo.

  • Angel dijo:

    Escribí ayer en cuanto leí el artículo pero no me publicaron mi comentario.
    Excelente la verdad!!, se disfruta su lectura aunque sea un tema que por su esencia encierra tristeza. Por los enfermos, por los que no lo han superado, por los tantos planes detenidos o perdidos por el imparable paso del tiempo de todos estos meses.
    Pero como bien dice el artículo hay que seguir adelante, hay que perderle el miedo a las cifras y a continuar, ya a estas alturas todo el mundo sabe como cuidarse y como cuidar a los suyos.
    Creo que somos mayoría los que pensamos como Ud. y confiamos en los que tienen que tomar las decisiones lo hagan en esta dirección.

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Arleen Rodríguez Derivet

Arleen Rodríguez Derivet

Periodista cubana y conductora del programa de la televisión cubana "Mesa Redonda", que transmite una emisión especial para Telesur. Es coautora del libro "El Camaján".

Alejandro Azcuy Domínguez

Alejandro Azcuy Domínguez

Fotógrafo. Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. En veintitrés años de carrera profesional ha incursionado en casi todos los géneros fotográficos. Su obra se ha expuesto en quince muestras personales y más de veinticinco colectivas, en diversos países. Ha recibido premios nacionales e internacionales.

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