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No dejen de leer este fragmento de “El Capitán y el Mozo”

¿Han leído el cuento de Alessandro Frezza titulado “El capitán y el mozo” (originalmente se atribuyó erróneamente a K. G. Jung).

En sus lecturas de domingo, Cubadebate les comparte un fragmento del texto.

-“Capitán, el niño está preocupado y muy incómodo debido a la cuarentena que el puerto nos impuso.

- ¿Qué te preocupa, muchacho? ¿No tienes suficiente comida? ¿No duermes lo suficiente?

- No es eso, Capitán. No puedo soportar no poder desembarcar y abrazar a mi familia.

- Y si te dejan salir del barco y se contaminan, ¿cargarías con la culpa de infectar a alguien que no puede soportar la enfermedad?

- Nunca me lo perdonaría, pero para mí inventaron esta plaga.

- Puede ser, pero ¿y si no fue inventado? -Entiendo lo que quiere decir, pero me siento privado de mi libertad, Capitán, me privaron de algo.

- Y tú te privas aún más de algo.

-¿Está jugando conmigo?

- De alguna forma.
Si te privas de algo sin responder adecuadamente, habrás perdido.

-"¿Entonces quieres decir, como dices, que si me quitan algo, para ganar debo privarme de otra cosa ?

- Exactamente, yo hice cuarentena hace 7 años atrás

- ¿Y de qué te tuviste que privar?

- Tuve que esperar más de 20 días en el barco. Había meses en que ansiaba llegar al puerto y disfrutar de la primavera en tierra. Hubo una epidemia.

En Porto Abril, se nos prohibió bajar. Los primeros días fueron duros. Me sentí como tú. Pronto comencé a enfrentar esas imposiciones usando la lógica. Sabía que después de 21 días de este comportamiento se crea un hábito, y en lugar de quejarme y crear hábitos desastrosos, comencé a comportarme de manera diferente a los demás.

- Empecé con la comida. Me propuse comer la mitad de lo habitual. Luego comencé a seleccionar los alimentos más digeribles, para no sobrecargar el cuerpo. Comencé a nutrirme con alimentos que, por tradición histórica, habían mantenido al hombre sano.

- El siguiente paso fue agregar a esto una purificación de pensamientos no saludables y tener pensamientos cada vez más elevados y nobles.

- Me propuse leer al menos una página cada día de una discusión que no conocía.

- Me puse a hacer ejercicios en el puente del barco.

- Un viejo hindú me había dicho hace años que el cuerpo mejoraba al retener la respiración. Me puse a respirar profundamente cada mañana. Creo que mis pulmones nunca habían alcanzado tal capacidad y fuerza.

- La tarde fue la hora de la oración, el momento de agradecer a una entidad por no haberme dado, como destino, privaciones graves durante toda mi vida.

- El hindú también me había aconsejado que tuviera la costumbre de imaginar que la luz entraba en mí y me hacía más fuerte.

- También podría funcionar para los seres queridos que estaban lejos, por lo que también integré esta práctica en mi rutina diaria en el barco.

- En lugar de pensar en todo lo que no podía hacer, estaba pensando en lo que haría una vez que llegara a tierra firme. Visualizando las escenas de cada día, las vivía intensamente y disfrutaba de la espera.

- Todo lo que podemos obtener en seguida, rápido, no es interesante. Esperar sirve para sublimar el deseo y hacerlo más poderoso.

- Me privé de comidas ricas, botellas de ron y otras delicias.

- Me habían privado de jugar a las cartas, de dormir mucho, de practicar el ocio, de pensar solamente en lo que me estaban privando.

- ¿Cómo terminó, Capitán?

- Adquirí todos esos nuevos hábitos. Me dejaron bajar del bote mucho más tarde de lo esperado.

-¿Te privó de la primavera, entonces?

- Sí, ese año me privaron de la primavera y muchas otras cosas, *pero aún así florecí, llevé la primavera dentro de mí y nadie me la puede quitar.